Como género musical se entiendo por concierto una composición para uno o varios instrumentos que actúan como solistas con acompañamiento orquestal. Su nombre proviene de la música italiana donde se le denominaba concerto per soli, del cual mediante su abreviación se llegó a la palabra concierto.
El género nació durante la época barroca. Su predecesor fue el concerto grosso, nacido a finales del Siglo XVII, una composición para orquesta en la cual un grupo mayoritario denominado tutti o ripieno intercambia material musical con un grupo de solistas llamado concertino.
En el Siglo XVIII Vivaldi estableció la estructura de diálogo entre solista y orquesta, consolidando el concierto para solista o concerto per soli. Tradicionalmente adoptó la forma de estar dividido en tres movimientos, el primero rápido, el segundo lento y el tercero rápido.
El primer movimiento adopta la forma sonata[1] con modificaciones para permitir el virtuosismo del solista. Esto se realiza en forma de cadencias, cadenza, fragmentos interpretados únicamente por el solista, que suelen encontrarse en la parte final del primer o último movimiento, antes de que terminen con un tutti.
La cadenza estaba realizada en forma de improvisación por el propio solista pero como dependía mucho del momento y calidad de su intérprete finalmente fueron escritas por el propio compositor o por algún importante solista y dejaron de ser improvisadas.
El segundo movimiento solía escribirse en forma de lied o canción, mientras que el tercero se realizaba en forma de rondó, siendo más ligero que el inicial. Como veremos en los capítulos descriptivos el género ha ido evolucionando a lo largo de su historia.
Los instrumentos solistas empleados en los conciertos son muy variados. En la época barroca empezaron con los instrumentos de cuerda, siendo los escritos para violín unos de los más notables, seguidos por los de violoncelo y viola. El clave era el primitivo instrumento de teclado que posteriormente derivó hacia el piano.
Entre los instrumentos de viento destacan los de oboe, seguidos por la flauta y el fagot. La trompeta, la trompa y el trombón, también tienen sus propias obras. Prácticamente se han escrito conciertos en los que se emplean como solistas cualquiera de los instrumentos de la orquesta moderna incluida la percusión, además de otros instrumentos que no son habituales.
[1] Véase la descripción de la forma sonata en el primer volumen de "Historia de la Sinfonía" del mismo autor.