Luis Nuez Montesdeoca nació el 13 de julio de 1939 en Teror, municipio de la isla de Gran Canaria (España). Su formación musical la recibió en la Academia de Música de la Sociedad Filarmónica de Las Palmas de G.C. Tuvo, entre otros profesores, al insigne músico catalán D. Gabriel Rodó, que le impartió clases de distintas materias y le instruyó como compositor. Estudió la carrera de piano con la prestigiosa concertista Dña. María Apolinario, terminando sus estudios con D. Cruz Muñoz Ucha, director por aquel entonces de la Banda Municipal de la misma ciudad. También se formó en la flauta travesera, que estudió con D. Amelio Santos Recuero, 1º flauta de la Sinfónica de Las Palmas.
Luis Nuez tuvo el honor de ser uno de los profesores fundadores del Conservatorio Superior de Música de Las Palmas de G.C. en 1972. En su extensa labor docente escribió y editó libros correspondientes a todos los cursos de Solfeo, que tituló Pedagogía Musical. Formó la orquesta de alumnos del Conservatorio retomando la labor que en este cometido desempeñó años atrás su querido maestro Rodó. También impartió clases de música en los colegios San Ignacio de Loyola y Sagrada Familia, donde creó una orquesta de Pulso y Púa. Fue también flauta de la Orquesta Sinfónica y la Banda Municipal de la misma ciudad. Como compositor creó obras para distintos géneros: música sinfónica, de cámara, religiosa y en torno a sesenta canciones. Su estilo estético está enraizado en la tradición tonal y se caracteriza por un tipo de escritura directa, emocional y extremadamente lírica, que es su sello para cada una de sus creaciones. Desde principios de los años 60 fue miembro socio de la SGAE. Falleció, a consecuencia de una larga y grave enfermedad, en Las Palmas de G.C. el 19 de abril de 2016.
Para acceder a la escucha de su producción sinfónica en edición midi de óptima calidad está el siguiente enlace:
https://www.youtube.com/channel/UCTgnKtwwRxyzbSKXUSzO20A
La "Sinfonía de la Paz en fa menor" de 1969, se estructura en cuatro movimientos. Fue acometida cuando el compositor contaba 30 años de edad y ya tenía una experiencia importante como creador musical con obras de más pequeño formato. Es una obra abiertamente romántica con un halo neoclásico en algunas de sus partes y está construida en base a un movimiento melódico constante, donde una idea sigue a otra, a través de recursos como la variación, las constantes modulaciones tonales y cambios de tempo y de compás, así como texturas instrumentales diáfanas y limpias. Presenta una orquestación clara y directa predominando las tesituras medias de las distintas secciones instrumentales con una cuerda vibrante y expresiva que subraya los temas melódicos, en algunos pasajes doblada a tres octavas y abundantes solos de los instrumentos de madera, trompa, trompeta y cello. El título de la Paz no es baladí; sobre todo en el tercer y cuarto movimientos hay determinados momentos musicales que invitan al recogimiento y meditación. También hay otros de exaltación que la reivindican. La obra está dedicada a la memoria del maestro Rodó,
Primer movimiento (Adagio maestoso - Allegretto espressivo - Adagio con spirito): La estructura musical se sustenta sobre una forma en arco. Un tutti orquestal en fortissimo marca la entrada del tema principal de la introducción, de carácter noble y solemne, y tempo lento. Es un coral hermoso y rico, musicalizado de manera amplia para toda la orquesta. Sigue un allegretto con el primer grupo temático dividido en dos temas. Uno ascendente que evoluciona a un intercambio de las maderas y otro expresivo que toca la cuerda: primeros violines, segundos violines, violas y violonchelos a tres octavas, seguido de una variación. El contraste se produce con un tercer tema lírico en tempo adagio con un solo de violonchelo. Este mismo tema modula y se expande ahora con un solo de oboe que llega a un breve clímax orquestal. Viene la recapitulación con una repetición de este esquema estructural, pero con otras modulaciones tonales: el primer grupo temático comienza ahora en la tonalidad principal de la sinfonía y una orquestación diferente. El solo del tema del adagio lo hará esta vez el clarinete y pasará luego a la flauta hasta desembocar en un crescendo que nos conduce al coral de apertura, que regresa con toda su fuerza para terminar el movimiento con una breve coda a través de un solo de trompa que recuerda el tema principal, identificado con la Paz.
Segundo movimiento (Adagio cantabile - Andante affettuoso): De estructura ternaria. Después de una breve entrada marcada por un ostinato rítmico de timbales y trompas sobre notas tenidas de oboe, fagot, violonchelos y contrabajos comienza en tempo adagio una amplia melodía de la cuerda, de claro carácter y sentimiento canario, que repite las maderas y lleva a una expansión de este tema a la tonalidad homónima en modo mayor. Sigue un trío contrastante en tempo andante, con un tema de pregunta y respuesta, en intercambio de las cuatro trompas con la cuerda y maderas; y de fondo un contracanto de la 1ª trompeta. Luego de su desarrollo y posterior crescendo orquestal viene la reexposición del primer tema con la misma instrumentación y tonalidad principal hasta su calma conclusión.
Tercer movimiento (Andante meditativo - Allegretto dolce e maestoso): Presenta un esquema muy similar al del primer movimiento, pero más breve. Una tranquila introducción con pasajes de solo para cada una de las maderas sobre un tema meditativo que conduce a un tema lírico y cantábile en tempo allegretto que entonan los violonchelos, violas y fagotes. Este tema se expande hasta llegar a un crescendo que nos introduce a una variación de éste en forma de himno que hace la orquesta al completo. Vuelta al cantábile y al tema de la introducción que concluye con un solo de trompa de una forma muy tranquila y serena.
Cuarto movimiento (Allegro animato - Andante tranquillo - Allegro vivo): Un exultante y brillante motivo expuesto por toda la orquesta más un breve episodio de puente enlaza al primer tema construido sobre una afirmativa melodía de la cuerda, acompañado por un ostinato en corcheas de las maderas. Después de su desarrollo con intercambios de grupos instrumentales viene un andante pastoril y tranquilo que desemboca en un sentido solo de flauta. Se repite todo el esquema estructural anterior, pero en la tonalidad de la sinfonía. La coda es un amplio desarrollo del motivo del tutti orquestal que abre el movimiento y da ocasión de mostrar el brío y virtuosismo de la escritura orquestal para terminar de manera muy brillante y afirmativa esta sinfonía, ahora sí, en modo mayor con el tema principal.
Otras obras suyas destacadas son:
Serenata Idílica en si b mayor para orquesta de cuerdas de 1980, deliciosamente poética, intimista y de una extraordinaria inventiva melódica. De carácter idílico y apacible, su música fluye fácilmente con naturalidad y variedad a través de sus seis breves movimientos en los que renuncia del todo a cualquier efecto exterior, buscando más bien la unidad de un conjunto, a priori heterogéneo, a través de una necesaria organización tonal y a una cadena de jugosas melodías. No contiene ningún tipo de preocupación sinfónica, y se acomoda admirablemente al tipo de conjunto instrumental para el que está escrita. La obra se presenta con un tratamiento muy equilibrado a cada una de las secciones de la cuerda. La Serenata Idílica está dedicada a sus tres hijos: Carlos, Javier y Gabriel y coincide su composición con la gestación de sus libros de Pedagogía Musical.
Concierto para guitarra y cuerdas en re mayor “Evocación” de 1985. En esta obra la concertación está plenamente lograda y equilibrada al actuar la guitarra solista en continua interacción y diálogo con la orquesta. En su forma consiste en tres movimientos con la secuencia rápido-lento-rápido por lo que permanece arraigado en los principios de la composición clásica de un concierto para instrumento solista.
Fantasía para trompeta y orquesta “Amanecer en Gran Canaria” en la b mayor de 1992. Obra de efectiva inmediatez y gran aliento melódico. Una de las más queridas por su autor.
Nocturno sinfónico “Tamarán” de 1995, de hábil orquestación y vibrante lirismo en la que interactúan dos temas: uno en modo menor y otro contrastante en modo mayor.
Capricho sinfónico “Oda a la mujer canaria” de 1996. Obra que emula las inflexiones de las melodías y giros propios del folklore canario. Se caracteriza por su forma libre, caprichosa y de carácter contrastante entre partes rápidas y melodías exquisitas y entrañables, con aroma y esencia de la música canaria. Los pizzicatos de la cuerda y su ritmo punteado tratan de imitar el rasgueo típico del timple canario. La obra comienza en compás binario con un Allegro vivo y brioso, que hará de rondó entre las partes contrastantes -más melodiosas y expresivas- en compás ternario y tempo Andante.
Concierto para violín y orquesta en sol mayor “Del sentir canario” de 1998; obra dotada de lirismo y seducción melódica inmediata, que explota más la expresividad sonora del violín como instrumento cantábile que el virtuosismo; en su estructura se conjuga una fluidez continua y natural que permite un entramado concertante equilibrado entre solista y orquesta. Posee, a partes iguales, una línea emocional consecuente y una elaboración musical coherente; y las ideas se desarrollan con seguridad y naturalidad. Este concierto nunca se estrenó y tan solo tuvo una audición privada, a mediados de 1997, -un año antes de su orquestación- en un aula de estudio del Conservatorio de Las Palmas de Gran Canaria con Irina Peña Sánchez en la parte solista, acompañada al piano por el propio Luis Nuez, que fue su profesor de Lenguaje musical. Irina fue una alumna cuyo talento musical brilló desde muy joven. Hoy es una destacadísima violinista canaria con un papel preponderante en la Orquesta Sinfónica de Tenerife y en la vida musical de las islas.
Fantasía Brasileña para piano y orquesta en re mayor de 1998. Es una música de gran atractivo exterior que se caracteriza por la inventiva melódica, la diversidad rítmica, el numen juvenil y la habilidad instrumental para combinar el piano solista -que cuenta con una escritura efectiva y brillante- y la orquesta. Presenta también unos medios orquestales diferentes a otras obras suyas y por ello se dan unas combinaciones instrumentales inusuales e interesantes: maderas a dos más saxo alto, dos trompas, una trompeta, dos guitarras clásicas, la cuerda y una sección de percusión diversa que incluye marimba, bongó, congas y güira.
Suitfonismo, música de ballet de 1999 que cumple con todas las exigencias que se le pide a este género: la brillante caracterización de cada uno de los diez números que la componen, el empleo sutil de los motivos, la estructura tonal, la diversidad rítmica y orquestal; todo ello evidencia su asombrosa capacidad de creación artística. Y, por encima de todo, sus melodías tendidas como una cadena de oro desde el principio hasta el fin. La partitura está dedicada a su esposa Cary Sánchez.
Tríptico Mariano de 2009. Fue su última obra orquestal; consiste en la orquestación realizada en 2009 de tres Ave María compuestos entre 2006 y 2008 originalmente para voz y piano, cuya letra es la oración Ave María en latín. Predomina en cada una de ellos la combinación de emotivos temas melódicos con sorprendentes modulaciones: el objetivo era llevar la expresividad del sentimiento religioso a la música; con texturas claras y una orquestación directa que las subraya bajo una estructura sencilla: forma ternaria para la primera, rondó para la segunda y forma binaria con alguna variación para la tercera. En este Tríptico Mariano se enfatizan la fantasía, los sentimientos y la capacidad evocadora de la música. La obra en su conjunto se identifica con la advocación mariana de Nuestra Señora del Pino, patrona principal de la Diócesis de Canarias, de la cual, en su inquebrantable fe católica, Luis Nuez era muy devoto.
Artículo escrito por el hijo del compositor, Carlos Luis Nuez Sánchez, al que agradecemos su colaboración