Franz Joseph Haydn (1732-1809) es uno de los compositores más importantes en la historia de la sinfonía. Todos los compositores que se han comentado están en la actualidad oscurecidos por Haydn y Mozart, pero todos tienen algo que ofrecer, que no se encuentra en las obras de sus más ilustres sucesores. Haydn por su importante contribución al género recibe el nombre de “padre de la sinfonía”.
Nace en Rohrau una ciudad del estado federal de la Baja Austria el 31 de marzo de 1732, en el seno de una humilde familia numerosa. En 1740 entra como niño cantor en la catedral de Viena. Pero el episodio formativo más importante fueron las clases impartidas por el compositor italiano Nicola Porpora, que le dio las primeras nociones de composición. Estableció contactos con otros compositores importantes, como Monn, Wagenseil y Gluck.
Estudió las sinfonías de Emmanuel Bach pero sobre todo las de los sinfonistas vieneses, como explica en una carta, citada por Karl Geiringer en su biografía. Nunca tuve verdaderos maestros. Siempre empecé por el lado práctico, primero cantando y tocando instrumentos, luego componiendo. Escuché más música de la que estudié, pero puedo decir que fue la mejor posible entre todas las de mi época, y Viena era un gran centro para desarrollar tal actividad.
La influencia ejercida por Emmanuel Bach puede haber afectado a sus orquestaciones. Poca influencia de la escuela de Mannheim se aprecia en sus obras, pero si se notan rasgos de Monn y muchos detalles de Wagenseil. En 1759 es nombrado Kapellmeister del Conde Morzin en el Palacio de Lukawitz junto a Pilsen.
La “Sinfonía Nº 1 en re mayor”, compuesta en 1759 en el Palacio de Lukawitz, posee rasgos bohemios y de la escuela de Mannheim. Es una obra en tres movimientos, sin minueto y el presto empieza con un crescendo típico de Mannheim, pero con un estilo diferente, semejante al empleado por Wagenseil. La orquesta empleada es cuerda, dos oboes y dos trompas. En el adagio no interviene el viento. Como era costumbre en la época, el clave y el fagot doblan la línea del bajo. En el allegro final se puede observar la plenitud de sonido obtenido empleando tan escasos medios.
La “Sinfonía Nº 2 en do mayor” escrita en 1760 empieza a mostrar el estilo propio de Haydn, que lo hace diferente de los demás. Usa un sencillo contrapunto a dos voces dando nueva vida a la sinfonía. Uno de los temas empleados en el primer movimiento tiene un aire precursor del romanticismo.
El número de las sinfonías de Haydn muchas veces no sigue el orden cronológico. H.C. Robbins Landon, en su monumental estudio sobre este compositor, intenta establecer las fechas reales de la composición de sus sinfonías. Así nos encontramos que la “Sinfonía Nº27 en sol mayor” data de 1760, la misma fecha que la Nº 2.
Haremos un pequeño comentario sobre este punto. Es muy difícil hacer una relación de todas las obras de Haydn. Muchas son dudosas, pues pueden ser atribuidas al compositor. El propio Haydn hacía sus catálogos, pero no incluía todas sus obras. Muchas obras fueron destruidas por los incendios en Eisenstadt y Esterháza, otras se encuentran en bibliotecas privadas de difícil acceso.
El más importante catálogo de las obras de Haydn fue realizado por el holandés Anthony van Hoboken (1887-1983). Su famoso catálogo se publicó en 1957. La numeración de las sinfonías de Haydn es la establecida en dicho catálogo.
Desde el año 1957 se han realizado muchas investigaciones, encontrando que en el catálogo de Hoboken muchas obras estaban mal datadas. El gran biógrafo de Haydn, Harold Robbins Landon ha realizado grandes avances en el conocimiento de la cronología de las obras de Haydn. Actualmente podemos decir que los datos del catálogo de Landon son más reales.
De este modo la Sinfonía Nº 4 de Hoboken se convierte en la Nº 10 en Landon, la Nº 6 en la Nº 20, la Nº 7 en la Nº 21, la Nº 37 es la segunda, compuesta en 1760, etc.
La “Sinfonía Nº 3 en sol mayor” es la Nº 18 en Landon y parece estar compuesta entre 1760 y 1762. Escrita en cuatro movimientos orquestada para dos oboes, fagot, dos trompas, cuerdas y bajo continuo. El minueto está escrito en forma de canon entre las voces agudas y bajas. El allegro final es de estilo contrapuntístico utilizando una forma fugada con dos motivos.
No vamos a describir cada una de las sinfonías de Haydn, pues sería necesario un apartado especial para dicho compositor. Solo daremos algunos detalles de sus obras más significativas.
En 1761 el conde Morzin tuvo que disolver su orquesta, pero por suerte Haydn fue aceptado como vice Kapellmeister en el castillo de Eisenstadt, al servicio de los príncipes de Esterházy, una aristocrática familia de origen húngaro al servicio del Imperio. Tenía que trabajar junto con el anciano Gregor Werner que ostentaba el cargo de Oberkapellmeister. La verdad es que con la entrada de Haydn, Werner conservó su cargo como una categoría honorífica, cayendo todo el trabajo sobre el joven músico. Así se convirtió en un empleado más del conde. Su categoría estaba dentro de la servidumbre, llegando a ser obligado a vestir la librea de la casa de Esterházy.
La orquesta de Eisenstadt estaba compuesta por una flauta, dos oboes, dos fagots, dos trompas y los instrumentos de cuerda, violines, violas, cellos y contrabajo. Para esta orquesta escribió las sinfonías durante su permanencia con los príncipes.
El propio príncipe Paul Anton le encargó un ciclo de sinfonías que representara las cuatro fases del día. Dejando aparte la noche Haydn compone tres sinfonías con un carácter vagamente descriptivo.
Las “Sinfonías Nº 6 en re mayor” (La mañana), Nº 7 en do mayor (El mediodía) y Nº 8 en sol mayor (La tarde), compuestas en 1761 forman el tríptico. En realidad serían las Nº 20, 21, 22 en orden cronológico. En ellas encontramos descripciones pictóricas que anticipan ya a la sexta sinfonía del propio Beethoven. Escuchemos por ejemplo la salida del sol en el primer movimiento de la sexta o la tempestad, al final de la octava. Otro detalle a tener en cuenta es el magnífico empleo de los instrumentos como solistas, con lo cual aprovechaba a los instrumentistas de su orquesta.
En 1762 murió el príncipe Paul Anton, siendo sucedido por su hermano Nicolas, que no solo mantuvo en servicio a todos los músicos, sino que Haydn vio modificado positivamente su sueldo.
La “Sinfonía Nº 13 en re mayor” está datada por el propio Haydn en 1763. La orquesta de Esterházy disponía en aquella época de cuatro trompas, que el compositor emplea dando al primer movimiento un aspecto grandioso. En el adagio emplea el violoncelo como solista, con un motivo intensamente melódico, empleando la orquesta solo como acompañamiento con sus acordes. El último movimiento tiene un tema de cuatro notas similar al que empleará Mozart en 1788 para su Sinfonía Júpiter.
La “Sinfonía Nº 72 en re mayor” fue compuesta a pesar de su número en 1763. En realidad le correspondería el Nº 30. Como en la anterior sinfonía, Haydn cuenta con cuatro solistas de trompa, que emplea con virtuosismo en el primer movimiento. El andante está confiado a la flauta solista. Las trompas reaparecen en el minueto, con un trío interpretado por el viento, y en el movimiento final, un andante que consta de un tema y seis variaciones.
La “Sinfonía Nº 22 en mi bemol mayor” (El Filósofo) contiene detalles originales. En ella en vez de los dos oboes, usa dos corno ingleses, los cuales producen un efecto poderoso y extravagante al adagio con el cual se inicia la sinfonía.
La “Sinfonía Nº 31 en re mayor” (Hornsignal) conocida como la Llamada de la trompa está datada en 1765. Es otra sinfonía notable de este primer período que llamaremos de Eisenstadt. Su especial orquestación, consta de una flauta solista, dos oboes, cuatro trompas y la cuerda con violín solista, violoncelo solista y contrabajo solista. El primer movimiento empieza con la conocida llamada de la trompa. El movimiento lento emplea el violín y el violoncelo como instrumentos solistas. En el trío del minueto intervienen brillantemente los dos oboes.
El último movimiento consiste en un tema con siete variaciones y un final presto. El tema es presentado por la cuerda y en las variaciones va cambiando la instrumentación, oboes y trompas en la primera, violoncelo en la segunda, flauta en la tercera, cuatro trompas intervienen en la cuarta, siendo la quinta confiada al violín, la sexta por el tutti orquestal y finalmente la séptima muy original, es interpretada por la cuerda y el contrabajo como solista. Finalmente el presto concluye la sinfonía con la llamada de la trompa.
En 1766 murió el viejo maestro Werner y Haydn fue promovido a Kapellmeister, empleo que al menos nominalmente conservaría hasta su muerte.
Hacia finales del año 1768 empieza la estancia de Haydn en el suntuoso castillo de Esterháza, construido por Nicolas el Magnífico cerca del lago de Neusiedl, no demasiado separado de Eisenstadt. El castillo incluía varios teatros y salas de música. Una gran parte de la vida de Haydn transcurriría en su recinto. Solo los meses de invierno se trasladaban a Viena o durante cortos periodos a Eisenstadt.
La “Sinfonía Nº 38 en do mayor” es de esta época. La orquesta comprende además de los instrumentos habituales, dos trompetas y timbales. Es una de las grandes sinfonías de ceremonia de Haydn. El andante evoca una coral austriaca con violines en eco, recordando la música barroca de iglesia. Tanto el trío del minuetto como el final contienen virtuosos solos de oboe, lo que nos indica la llegada a la orquesta de la corte de un gran oboísta, el virtuoso Vittorino Colombazzo.
La “Sinfonía Nº 26 en re menor” (Lamentatione) es un magnífico ejemplo de la época llamada Sturm und Drang, tormenta y pasión, que vivió Haydn, entre los años 1766 y 1773. Antes de comentar esta sinfonía daremos una pequeña explicación de este peculiar movimiento literario y musical.
Un nuevo estilo se estaba forjando durante esta época. Años más tarde, en 1776, año que coincide con la Revolución Americana, se publicó por Friedrich Klinger (1752-1831), la obra “Sturm und Drang”, que dio título a esta nueva forma de expresión. La esencia de su filosofía puede resumirse en la búsqueda de la voz interior. En esta revolución estética aparece el Werther de Goethe. Podríamos llamarla como una primera crisis romántica. Un modo de entender la vida más apasionado, con lo cual aumenta la expresividad de la música. Se hace más introvertida, más personal, expresando los sentimientos internos.
La música intenta expresar estos sentimientos mediante la búsqueda de efectos dramáticos, usando los modos menores y los silencios. Pero sin dar demasiada importancia a lo relatado, según propias palabras de Haydn, lo que buscaba en su aislamiento en Esterháza, era que sus obras fueran originales.
La Sinfonía Nº 26 de Haydn escrita en tres movimientos puede considerarse una obra de madurez. Escrita en 1768 o 1769, utiliza además de la orquesta habitual, dos oboes y dos trompas. En ella Haydn introduce melodías gregorianas usadas en la Pasión. Al parecer esta obra estaba destinada para ser interpretada durante la Semana Santa.
El principio, con violentas síncopas en re menor, crea un clima especialmente dramático, difícil de olvidar una vez escuchado. En el adagio utiliza una melodía sacra cuya parte melódica está confiada al oboe y al primer violín. La obra finaliza con un minuetto, en el cual el trío es conclusivo. No hay un retorno a la primera parte, dejando la obra como sin terminar. Expresa el drama de la Semana Santa sin llegar al triunfo de la Pascua.
La Emperatriz María Teresa es la base de la inspiración de una de las sinfonías de Haydn. Esto confirma las condiciones extremadamente favorables de protección, en las cuales Haydn trabajó la mayor parte de su vida.
María Teresa fue Emperatriz de Austria desde 1740 hasta su muerte en 1780, pasando el trono imperial entonces a su hijo José II, regente desde 1765. A partir de 1741 reinó en Hungría y en 1743 en Bohemia. Durante su reinado se inició un proceso de renovación ilustrada del cual se benefició la música. El 25 de julio de 1770 el Emperador de Austria José II y su madre, la Emperatriz María Teresa, visitaron la corte de Esterháza en su palacio junto al lago de Kittsee.
La “Sinfonía Nº 48 en do mayor” (Marie-Thérèse) es posible que se hubiese ejecutado en esta ocasión. Se trata de una magnífica obra, una de las más importantes de música para ceremonia de aquel siglo. En su comienzo las alegres llamadas de las trompas contrastan con la cuerda, con toda la exuberancia del estilo clásico. El uso de los timbales realza su uso ceremonial.
La “Sinfonía Nº 49 en fa menor” (La passione) es una soberbia sinfonía que combina elementos antiguos con los nuevos. Su forma es tradicional en cuatro movimientos, como la estructura de la antigua sonata da chiesa, lento, rápido, lento, rápido. Su subtítulo aparece más tarde, pero como la Nº 26 pudo estar destinada para la Semana Santa. También emplea dos oboes y dos trompas. Su expresividad llega a una profundidad a la que no había llegado nunca antes Haydn.
El primer movimiento con sus silencios y sus síncopas, denota la influencia de Carl Philipp Emanuel Bach, pero con unos elementos formales más integradores. En el allegro di molto se observan grandes saltos de dos octavas y media, propios del espíritu del Sturm und Drang, produciendo un efecto terrorífico. El minuetto empieza con el mismo tono sombrío, con un trío más sereno, terminando con un presto de ritmo trepidante, que constantemente va siendo lanzado por la marcha cadencial de la línea del bajo.
Con esta sinfonía entramos en un tema de controversia, el del bajo continuo. Se deben interpretar estas sinfonías como en la época, acompañadas del bajo continuo o debemos prescindir de él en las versiones actuales. Aquí empieza un tema que tiene adeptos en los dos bandos.
Heredado de la época barroca, el continuo realizaba la función de apoyo armónico a la obra. Pero con la entrada de los instrumentos de viento, estos ya estaban realizando su misión. En realidad doblaban la armonía. En las partituras no está indicado el continuo, pero se le supone, ya que Haydn dirigía sus obras sentado en el clave o en su última época en el pianoforte, al menos hasta 1781, año en el cual aparece en Esterháza una factura del constructor de pianos vieneses Anton Walter.
El continuo estaba compuesto por el clave y el fagot. En las sinfonías de Haydn hay momentos en que ganan definición con el empleo del continuo, pero en otros, como en la sinfonía que estamos comentando, gana en intensidad dramática si se excluye el continuo. Una conclusión podría ser que el empleo del continuo era resultado de la costumbre y no una necesidad imperiosa.
La “Sinfonía Nº 45 en fa sostenido menor” (Los Adioses) está fechada en el año 1772 y nos recuerda una divertida historia ocurrida en la corte de Esterháza durante este año. El castillo era la residencia de verano del príncipe y su familia. También las familias de los músicos residían en Eisenstadt. Aquel año la corte realizó una estancia más larga que de costumbre, lo que provocó la inquietud de los músicos.
Haydn intervino a favor de su causa, escribiendo una sinfonía que terminaba con un adagio de despedida, Abschieds-Symphonie. Durante el movimiento los músicos dejaban de tocar, uno tras otro, abandonando sus puestos, apagando sus candelas, hasta que quedaron solos Haydn y su primer violín, Tomasini. La corte comprendió la indirecta y pronto regresó a Eisenstadt.
Es notable como pudo integrar este final a una sinfonía de talante serio, como ya se desprende del primer movimiento de construcción insólita con una única melodía. Sigue un adagio de música contemplativa, con una especie de felicidad grave, nada divertida. El minuetto es más luminoso, con un trío que recuerda al canto gregoriano. Sigue un veloz allegro que arranca con fuerza tempestuosa para terminar con el adagio que da nombre a la obra.
La “Sinfonía Nº 51 en si bemol mayor” es de una gran originalidad, especialmente en el tratamiento de las trompas. En el adagio alcanzan el límite de su tesitura. En la melodía inicial, que nos recuerda a Mozart, la primera trompa sube hasta la cumbre de su registro, mientras la segunda baja hasta el nivel más bajo de los graves. El minuetto de una notable gracia, contiene dos tríos, el primero de sabor popular y el segundo de gran lucimiento para las trompas. Termina con un alegre rondó.
La “Sinfonía Nº 65 en la mayor” parece ser contemporánea de la anterior, escrita hacia 1773. Por su carácter se ha sugerido que podía provenir de música para teatro. El primer movimiento expresa energía vital con su ritmo incisivo. El andante, de talante salvaje, interpone llamadas de las trompas con tonos de caza, con un espíritu al parecer descriptivo, pero su explicación se ha perdido. Un minuetto rústico y un allegro en que se repite el espíritu de caza con las trompas, termina esta sinfonía con un carácter de música para el aire libre.
La “Sinfonía Nº 60 en do mayor” (El Distraído). fue compuesta en 1774 cuando habían pasado más de cinco años desde la instalación definitiva de Haydn en Esterháza. En el teatro del castillo de Nicolás “El Magnífico” se había representado una obra de Regnard titulada “Le Distrait”, a la que Haydn había puesto la música de escena. A partir de esta música Haydn compuso su sinfonía. Por esto no hay que extrañarse de que la distribución de los movimientos no sea la habitual.
Comprende una obertura, cuatro intermedios y un final. Además de los instrumentos normales de la época, utiliza dos trompetas y timbales. De esta sinfonía destacamos el segundo movimiento, un andante que utiliza una antigua melodía francesa y el minuetto con un trío de sabor popular. Sigue un atormentado presto y el drama continúa con un adagio, en el cual el primer violín lleva la línea melódica, interrumpido por el viento y que finalmente conduce al corto prestissimo con que termina esta sinfonía.
El periodo situado entre los años 1775 y 1784 se califica por algunos críticos como el periodo galante de la música de Haydn. Parece que el príncipe había condicionado al maestro, para que escribiese un tipo de obras más ligeras, menos Sturm und Drang y más parecidas al divertimento. Entre ellas escogemos la siguiente obra.
La “Sinfonía Nº 68 en si bemol mayor” compuesta en el año 1775, empieza con un brillante vivace seguido por un minuetto de carácter popular. Según el criterio de Robbins Landon, el crítico de las sinfonías de Haydn, en su estudio publicado en 1955, la considera insípida y decantada al gusto del público. En definitiva, lo que le pedía el príncipe para el cual trabajaba Haydn. Hoy diríamos que es una sinfonía de tipo comercial o sea no escrita para músicos profesionales.
Es interesante escucharla y dar nuestra opinión como espectadores. Creo que lo importante de una obra es comprobar si sentimos placer escuchándola. El resto son especulaciones teóricas. La característica común de esta época era la seducción melódica con sus variaciones ornamentales. Esto puede comprobarse escuchando su adagio cantabile de un ligero sabor mozartiano. La sinfonía termina con un sencillo rondó, con participación de los oboes contrastando con la orquesta.
La “Sinfonía Nº 63 en do mayor” (La Roxolane) fue compuesta en 1779. Los últimos años del príncipe Nicolas se caracterizan por su creciente afición a la ópera. En 1778 se produjeron 242 espectáculos musicales en Esterháza, muchos en el campo de la ópera. El trabajo de Haydn era tan intenso, que no nos extraña que aprovechara la misma música para varios fines. Esto es lo que ocurre en la sinfonía que comentamos. Su allegro está extraído de la obertura de “Il Mondo della Luna”, ópera del año 1777.
El nombre con el cual se conoce esta sinfonía, proviene de la música de escena para “Los Tres Sultanes” de Favart. Roxolane era el personaje central de la obra. A estas dos partes Haydn añadió un minuetto y un presto bastante breves y ya tuvo una nueva sinfonía.
Hacia la década de los años 1780, Haydn inicia una relación con España, especialmente con el duque de Alba. A pesar de estar aislado en la residencia del príncipe, sus partituras eran conocidas en Viena y en el resto de Europa. Prueba de ello fue el encargo realizado en 1786 por parte de la canonjía de Cádiz de una obra religiosa. Fueron “Las siete palabras de Cristo en la Cruz”.
Como ya se ha comentado, cada vez más el príncipe Nicolas estaba fascinado por la ópera, descuidando las sinfonías, cosa común en aquellos años en Centroeuropa. No es de extrañar que Haydn se buscara otros mercados. Sus sinfonías se interpretaban en París y en Londres con gran éxito.
La principal compañía de conciertos de París era el Concert de la Loge olympique, una sociedad ligada a la masonería, con la cual Haydn había tenido sus primeros contactos. Esta sociedad le encargó en 1785 la serie de seis sinfonías que recibirían el nombre de Sinfonías de París.
La orquesta de la Loge olympique era la más importante de Europa, con cuarenta violines, diez contrabajos y una sección de viento muy completa. Vestidos con un brillante uniforme azul cielo eran todo un espectáculo en aquella época. Para esta orquesta Haydn escribió una música brillante, cosa que ya no podía hacer en su refugio de Esterháza con una orquesta más limitada. Son las sinfonías Nº 82 al Nº 86, compuestas entre los años 1785 y 1786.
La “Sinfonía Nº 83 en sol menor” (La Gallina) es una de las más populares. Su nombre proviene del segundo tema del primer movimiento que parece imitar el canto de la gallina. La madera cada vez tiene mayor importancia y los violoncelos dejan de llevar la línea del bajo continuo para convertirse también en actores. Tanto el minuetto como el final están inspirados tanto en la música de danza cortesana como en la popular.
Las cinco sinfonías siguientes también fueron compuestas con la vista puesta en París. Así las Nº 90, Nº 91 de 1788 y la Nº 92 de 1789, fueron la respuesta a un encargo del conde d’Ogny para ser interpretadas por la Loge olympique. Las Nº 88 y Nº 89 del mismo año 1788 también serían destinadas a París, llevadas para su venta por el violinista de Esterházy, Johann Tost.
Estas sinfonías están destinadas a una orquesta con mayores posibilidades que la de Esterháza, con ello desaparece la necesidad del bajo continuo.
La “Sinfonía Nº 88 en sol mayor” usa trompetas y timbales en el segundo movimiento, largo y no en el primero, lo cual no era habitual. Eso produjo gran sorpresa en el público de París. Aunque Mozart ya lo había realizado en el movimiento lento de su “Sinfonía Linz” de 1783, esta obra no era conocida en París.
El minuetto muestra una escena de baile campesino con un bucólico trío. Podemos comparar esta alegre escena con el sofisticado tercer movimiento de la “Sinfonía Júpiter” de Mozart escrita en el mismo año. El finale, un brillante rondó, es uno de los grandes hallazgos de la sinfonía clásica vienesa.
El 14 de Julio de 1789 un acontecimiento marcaría la historia para siempre, fue la toma de la Bastilla, inicio de la Revolución Francesa. En este mismo año Haydn escribe la sinfonía conocida como Oxford.
La “Sinfonía Nº 92 en sol mayor” (Oxford) fue compuesta en 1789. Curiosamente se acababa de estrenar en Esterháza la ópera revolucionaria de Mozart “Las bodas de Figaro”. La vida ordenada y serena del antiguo régimen se estaba desintegrando. Esta sinfonía de Haydn era su tributo a esta Europa prerrevolucionaria. El primer movimiento asocia la tradición contrapuntística a un estilo sinfónico resplandeciente.
En el adagio vuelve a usar las trompetas y timbales. Le sigue un menuetto con un trío marcado por las sincopas, que crea un ambiente muy serio. El nombre con que se conoce esta sinfonía, se debe a ser la elegida para el concierto que celebraba la otorgación de su título de Gradum Doctoris in Musica honoris causa por la Universidad de Oxford, en el mes de julio de 1791.
El 28 de septiembre de 1790 moría el príncipe Nicolas. Se producen grandes cambios en la corte de Esterháza. Anton, el nuevo príncipe, no era aficionado a la música y disuelve la orquesta. Pero Haydn mantendrá su puesto con el mismo salario hasta su muerte. Llega la liberación de Haydn que se traslada a Viena. Fue su jubilación pagada, lo cual le dio plena libertad iniciando un periodo de gran productividad creativa, tanto en sus viajes a Londres como en su retiro final en Viena.
Instalado en Viena le llegaban invitaciones de muchas partes para presentar sus obras, pero hasta el mes de diciembre de 1790, no llegó la definitiva. Una visita del empresario alemán Johann Peter Salomon (1745-1815) le convence para que lo acompañe a Londres, donde llega en el mes de enero de 1791. En aquella época triunfar en Londres era como ahora dar el salto a los Estados Unidos y Haydn de la mano de Salomon, triunfó plenamente. Fue una lástima que Mozart muriera antes de que este empresario lo hubiese presentado al público londinense, pues es de suponer que allí hubiera alcanzado una gloria, que su propio país no supo reconocerle.
La temporada de conciertos Salomon empezaba el 11 de marzo en el Hanover Square Rooms, el mismo sitio en el cual Johann Christian Bach y su colega Carl Friedrich Abel habían establecido anteriormente una serie de conciertos de abono. La orquesta que usaba Salomon en sus conciertos contaba con una cuarentena de músicos muy competentes, para los cuales Haydn escribiría sus sinfonías. Su primera temporada terminó en el mes de junio y en julio Haydn viajó a Oxford para recibir su grado de doctor, además de tomar parte en una serie de conciertos, como ya se ha dicho. La siguiente temporada de conciertos Salomon empezó en el mes de febrero de 1792.
La “Sinfonía Nº 94 en sol mayor (Sorpresa) fue compuesta en la capital inglesa en el año 1791 y estrenada el 23 de marzo de 1792. Forma parte del grupo de doce sinfonías llamadas Sinfonías de Londres, del Nº 93 al Nº 104, que fueron las últimas compuestas por Haydn. Durante la temporada de 1791 estrenó para los conciertos Salomon las Nº 95 y Nº 96. En la temporada siguiente de 1792, lo fueron las Nº 93, Nº 94 y Nº 98, cerrando la temporada con la Nº 97.
El nombre con el cual se conoce la Sinfonía Nº 94, Sorpresa, es puramente anecdótico. Se decía que Haydn introdujo un acorde fortissimo en el andante para despertar a los espectadores que se hubiesen quedado dormidos en la audición. Esto puede considerarse falso, pues en aquel entonces las sinfonías de Haydn creaban una gran expectación. La forma de esta sinfonía es la puramente clásica. Después de un adagio inicial, sigue un allegro en forma sonata. El movimiento lento, andante, que da nombre a la sinfonía, según el propio Haydn, buscaba algo que haría chillar a las damas y que fuera original.
En aquella época el rival de Haydn era su propio alumno Ignaz Pleyel, contratado por los organizadores del Professional Concert, para rivalizar con los conciertos Salomon. Empieza con una sencilla melodía que se haría muy popular, la cual se repite en pianissimo hasta casi desvanecerse, terminando con un acorde fortissimo de toda la orquesta causando un gran impacto. Sigue una serie de variaciones sobre el mismo tema. El minuetto es una danza Ländler del estilo alegre que usa Haydn en muchas ocasiones, terminando la sinfonía con un rondó en el cual van alternando los dos temas que lo componen.
La “Sinfonía Nº 97 en do mayor” fue terminada en 1792 con una gran orquestación, dos flautas, dos oboes, dos fagots, dos trompas, dos trompetas, timbales y la cuerda habitual que usaba en sus conciertos londinenses. En el primer movimiento, que como era costumbre empieza con un adagio, que conduce a un vigoroso allegro donde abundan las fanfarrias, ya podemos observar su parecido con las obras de la primera época de Beethoven, cosa que no ocurre al compararlo con las sinfonías de Mozart.
El adagio ma non troppo está formado por un tema y tres variaciones, terminando con una coda. Es interesante observar el original empleo de los violines en la tercera variación. Sigue un minuetto dinámicamente contrastado con intervención de los timbales, terminando la sinfonía con un presto assai de una gran pulsación rítmica. Esta sinfonía fue estrenada el 3 de mayo en un concierto especial de carácter benéfico. Se repetiría diez veces en las series de abono de los conciertos Salomon. Al final de la temporada, Haydn cansado regresó a Viena donde se compró una casa. Su mayor disgusto fue no poder encontrarse con Mozart, que había fallecido durante su estancia en Londres.
Entre los alumnos que tenía Haydn se encontraba el joven Beethoven, que había llegado a Viena en 1792. Encontraba que sus obras eran demasiado nuevas para lanzarlas a la publicación. Pero el 23 de noviembre de 1793, escribía una carta en la que afirmaba que los entendidos en música consideraban a Beethoven como uno de los grandes compositores europeos del futuro. A pesar de todo, Beethoven no creía satisfactorio tener un maestro como Haydn y se buscó un segundo, Schenk, un pianista vienés. Cuando se enteró Haydn, las relaciones entre ambos se enfriaron y nunca más se relacionaron.
No había pasado un año y medio cuando Haydn decidió volver a Londres. El 17 de enero de 1794 empezó su segundo viaje. Salomon había mejorado su orquesta que contaba con sesenta instrumentistas incluyendo a dos clarinetes, los cuales intervendrían en las nuevas sinfonías de Haydn. La primera obra estrenada fue la sinfonía Nº 99 escrita en Viena el año anterior.
La “Sinfonía Nº 100 en sol mayor” (Militar) también había sido compuesta en Viena, pero pensando en su estreno en Londres, lo cual se efectuó el 31 de marzo de 1794. Se convirtió en la sinfonía más popular de todo el repertorio. Su nombre deriva del uso de la trompeta y de los instrumentos de percusión propios de la llamada música turca o sea el empleo del triángulo, bombo y platillos. Este tipo de música era la utilizada por los jenízaros turcos con fines militares, cosa que también había empleado Mozart. El uso que hace Beethoven al final de su novena sinfonía simboliza solamente una función bélica.
Después del adagio inicial encontramos el primer tema del allegro, una especie de miniatura para instrumentos de juguete. En el segundo movimiento, allegretto aparece la música militar con la percusión en los tutti. Después del minuetto característico de Haydn, aparece de nuevo la percusión en el movimiento final.
La “Sinfonía Nº 101 en re mayor” (El reloj) se estrenó en la misma temporada de conciertos. Su título se debe a que en el tiempo lento el acompañamiento imita el tic-tac de un péndulo. Era el modo comercial como se presentaban las obras en los conciertos, en una época de fuerte competencia entre las diversas sociedades promotoras. Como vemos la competencia se producía en los estrenos y no, como ocurre actualmente, en las obras de repertorio. Una de las causas podría ser la escritura de un tipo de música fácilmente comprensible por el público.
La sinfonía empieza con el adagio habitual que nos conduce a un presto con un tema brioso de ritmo danzante. En el segundo movimiento, andante, encontramos el famoso tic-tac realizado por las cuerdas en pizzicato, acompañadas por el fagot, imitando al antiguo continuo. Los violines despliegan sobre este fondo una agradable melodía.
Más adelante, al reaparecer el tema principal, nos encontramos con la sorpresa de que el tic-tac ha pasado a la flauta, tocando en la zona aguda. El tema principal desarrollado por los violines es adornado por las ornamentaciones de la flauta. El movimiento termina lentamente con tres acordes en piano, como si se le hubieran acabado las fuerzas. El minuetto es del tipo de una rústica danza aldeana, totalmente alejado del amanerado minuetto rococó, con un trío en el cual actúa la flauta como solista. La sinfonía termina con un vivace en forma de rondó.
En el año siguiente Haydn escribe sus tres últimas sinfonías. Salomon renunció a su temporada de conciertos y estas sinfonías fueron escritas para Opera Concerts que ofreció su temporada en el King’s Theatre.
La “Sinfonía Nº 102 en si bemol mayor” se muestra más profunda que las precedentes. Haydn renuncia a los efectos descriptivos e intensifica el dramatismo, como ya puede observarse en el largo inicial, que precede a un allegro vivace con dos temas contrastados. Sigue el adagio en que aparece el violonchelo como solista acompañado por los violines. El minuetto es del vigoroso estilo de las danzas campesinas y la sinfonía termina con un presto cuyo tema principal es del estilo de la ópera bufa. Una espléndida coda remata la obra.
La “Sinfonía Nº 104 en re mayor“ (Londres) es la última sinfonía que compuso Haydn. Compuesta en la misma ciudad, fue estrenada el 4 de mayo de 1795. Se abre con un adagio que posee un solemne motivo, al que sigue un allegro, los cuales nos demuestran la influencia que tuvo Haydn sobre Beethoven. Después de un expresivo andante, sigue un minuetto cuyo trío en modo menor tiene un acento tierno. Termina con un alegre finale mediante una melodía de tipo popular, que tiene el efecto de música de gaita.
Haydn dejó Londres en el mes de agosto de 1795 para no volver nunca más y se estableció en Viena hasta su muerte en 1808. Aunque no compuso más sinfonías no dejó de trabajar. El príncipe Anton Esterházy había muerto en 1794 y el nuevo príncipe Nicolas II cultivaba la música sacra, proponiendo a Haydn ejercer la dirección de la orquesta que había vuelto a formar. En esta época final nacieron las Misas y los célebres oratorios, “La Creación” y “Las Estaciones”. Vivió sus últimos años en una época de cambio, con la Revolución Francesa y las guerras napoleónicas, al que no se pudo adaptar.
Como afirmación de su apoyo a la Casa de Austria, en 1797 compuso el himno “Gott erhalte Franz der Kaiser”, cuya idea le había sugerido el himno inglés “God save the King” compuesto por Händel y para enfrentarlo con “La Marseillaise”. Cuando el emperador de Austria, Francisco II, entró en el Burgtheater de Viena, el 12 de febrero de 1797, día de su cumpleaños, todos los presentes entonaron el “Gott erhalte Franz der Kaiser”, que se convirtió en el himno nacional austriaco. En la actualidad, esta música, con distinta letra es el himno alemán. El mismo año Haydn usa este himno, en su “Cuarteto de cuerda Nº 77” (Emperador), como el tema y variaciones de su segundo movimiento.
Por la profundidad de su música y por la gran atención que presto a este género, a Haydn se le considera como se ha dicho, el padre de la sinfonía.