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Entrevista a William C. White

Por Sergio Cánovas Flores

Hoy traigo algo un poco distinto a las anteriores entrevistas. Hasta ahora había entrevistado a compositores españoles, pero ha llegado el momento de abrirnos a nuevos horizontes. Hace unos meses descubrí la sinfonía de un compositor estadounidense llamado William C. White, y me generó curiosidad. Para quienes no lo sepan, dispongo de un canal de youtube en el cual me gusta publicar música clásica, especialmente sinfonías, ya que es mi género favorito. Tras escuchar esta obra en tres movimientos de corte neorromántico, sabía de inmediato que quería compartirla con mi modesta audiencia. Tras contactar con el, juntos trabajamos en la descripción de la obra, en la que hablamos acerca de sus inspiraciones, la forma musical, entre otros varios temas de interés. De esta colaboración me surgió la idea de realizarle una entrevista, a la cual amablemente accedió.

Sinfonía en tres movimientos de William C. White

Página web del compositor (en inglés)

S: ¿Cual es, en su opinión, la actual situación de la música clásica en Estados Unidos?

W: En cierto sentido, la música clásica es increíblemente fuerte en los Estados Unidos en la actualidad. Tenemos algunos de los mejores conservatorios del mundo y debido a esto, Estados Unidos es el hogar de una gran cantidad de músicos excelentemente entrenados. Sin embargo, a muchas de estas personas les resultará difícil ganarse la vida en el mundo de la música clásica después de haber terminado sus estudios. El gobierno de los Estados Unidos proporciona muy pocos fondos para las artes, y a medida avanza el tiempo, la música clásica deja de ser una prioridad para este país. Al mismo tiempo, las organizaciones de financiamiento (tanto públicas como privadas) buscan apoyar formas artísticas de origen exterior a la esfera hegemónica Europea.

En la última década, las grandes instituciones de la música clásica de nuestras principales ciudades han atraído bastante dinero del sector privado y parecen estar a salvo de un cierre total (siendo la Ópera Metropolitana de Nueva York quizás una excepción.) La situación con las orquestas, compañías de ópera y grupos de música de cámara en ciudades más pequeñas es más complicada: algunas de esas comunidades pueden mantener instituciones de música clásica a pesar de que sus poblaciones están en declive, ya que las personas que quedan son mayores y tienen un gusto más conservador. Sin embargo, ese no siempre es el caso.

En términos de interés general por la música clásica entre personas de origen estadounidense, creo que es bastante bajo en general, pero la accesibilidad a internet podría estar cambiando esta situación. En la ciudad de Seattle, lugar donde actualmente vivo, hay una comunidad próspera de músicos aficionados que, en su gran mayoría, trabajan en el sector de la tecnología o la investigación. Muchas de estas personas cursaron sus estudios de música en la universidad, pero han decidido ejercer otras carreras y ahora persiguen la ejecución de la música con gran pasión (¡o como una adicción en algunos casos!).

S: ¿Cual es la relación entre compositores y audiencia?

W: Pienso con mucho cuidado en la audiencia cuando compongo mis obras y trato de escribir música que atraiga a cada audiencia específica. ¿Estoy escribiendo para un público que está acostumbrado a la “nueva música” o a uno que apenas conoce la música clásica tradicional? Mi objetivo como compositor es encontrarme con la audiencia donde quiera que estén, conectarme con ellos y luego llevarlos en un viaje. Dado que la música orquestal atrae a un mayor número de audiencia, trato de utilizar un lenguaje musical particularmente accesible.

Eso no significa que el lenguaje no pueda tener disonancia u otras características desafiantes. Muchas personas hoy en día están bastante familiarizadas con cierto "modernismo ligero" que escuchan en música cinematográfica, particularmente en las películas de suspense y terror. Creo que una vez que una audiencia confía en ti (confía en que estás escribiendo música para ellos, y no música destinada a desconcertarlos o mostrar tu propio intelecto), ellos te seguirán de buena gana en el viaje musical que has creado, y disfrutarán de las sorpresas e impresiones que incluyas en el camino.

S: ¿Qué concibe cuando piensas en una "sinfonía"?

W: Para mí, una sinfonía debería tener un alcance emocional como el de una novela o una película. Admiro particularmente las sinfonías "cíclicas", como la sinfonía de Franck en re menor o la primera de Sibelius, donde sus temas reaparecen a lo largo de sus diferentes movimientos como personajes de una obra de teatro. Una sinfonía debería contar una historia, pero no literal: la música resiste obstinadamente la mayoría de los intentos de representación literal. Más bien la música es el lenguaje de las emociones, y por lo tanto una sinfonía puede (y debería) explorar el drama interno de la experiencia humana.

Por supuesto, cuando concibo una sinfonía, siempre reflexiono sobre la gran tradición que se remonta a la época de Haydn y Mozart. Estoy muy interesado en las maneras en que la forma de la sinfonía ha sido alterada y remodelada a lo largo de sus ya casi trescientos años de historia. Uno puede pensar que ya se ha hecho todo lo que se puede hacer con la sinfonía, pero me sorprende constantemente la cantidad de enfoques diferentes que existen para esta forma musical. Cada sinfonía resuelve el rompecabezas de una manera diferente.

S: ¿Hay un lugar para el género de la sinfonía en el siglo XXI?

W: No veo ninguna razón por la cual la sinfonía no deba continuar en el siglo XXI, pero hay muchas fuerzas trabajando en su contra. En general, parece que las obras nuevas de gran tamaño solo se aceptan si son multimedia o colaborativas: piezas con narración, canto, danza, cine o elementos teatrales. Al menos, ese parece ser el caso en los Estados Unidos. Pero la sinfonía (en su forma sin adornos) tiene mucho que ofrecer al público en el siglo XXI. Ofrece una forma diferente de interactuar con la música y, de hecho, con la expresión artística que cualquier otra forma de arte. Debido a que la orquesta ofrece tanta variedad de colores, un compositor sinfónico puede sorprender y re-enfocar constantemente al oyente, incluso durante un período de tiempo prolongado.

En la actualidad todavía encontramos en nuestro mundo cultural un lugar para la excelente ficción literaria (por ejemplo, las novelas de Elena Ferrante), la cinematografía y las obras de teatro. Creo que hay más personas que también podrían apreciar la música sinfónica a gran escala si tuvieran la oportunidad de estar expuestos a ella. En las últimas décadas estamos acostumbrados a dirigir nuestros esfuerzos a exponer la música clásica a nuevas audiencias, especialmente a los niños y las comunidades aisladas, lo cual es algo bueno, pero también hay una gran cantidad de adultos convencionales que generalmente están interesados en las bellas artes pero carecen de exposición a la música clásica.

S: No solo usted es un compositor, sino también director de orquesta. ¿Le influye la música que dirige en su obra?

W: Si. Me formé como compositor en la universidad, pero he seguido la dirección como mi profesión, y por eso he pasado cientos de horas estudiando las obras orquestales de los grandes compositores; de hecho, se han convertido en mis profesores de composición más importantes.

Cuando dirijo una obra, la analizo en profundidad; tratando de comprender cada parte de su estructura y armonía. Examino sus detalles más pequeños, sus formas más grandes y todo lo demás. Deconstruyo sus melodías y contrapuntos, y busco entender todo lo que el compositor ha puesto en la obra.

Muchos compositores intentan ocultar sus influencias o pretenden renunciar a ellas. Yo prefiero celebrar las mías. Creo que la grandeza en cualquier actividad artística proviene de construir sobre el trabajo de aquellos que te precedieron. Beethoven fue un gran compositor porque se basó en la obra de Mozart y Haydn. Schnittke fue genial porque se basó en el trabajo de Mahler y Shostakovich.

S: ¿Cree en la inspiración o en el trabajo duro? ¿Quizá en ambos?

W: Naturalmente, ambas son importantes. Otras características cruciales para un compositor incluyen: una gran curiosidad por el mundo; rigor intelectual; fascinación por los rompecabezas, la lógica y el diseño; una profunda honestidad emocional; un intenso deseo de comunicarse; apertura a la colaboración y la interpretación; una comprensión en constante evolución de los propios hábitos y necesidades laborales; una fascinación por la historia (la historia de la música en particular); y el deseo de comprometerse con la "filosofía eterna".

Por "filosofía eterna" me refiero a los aspectos del significado en la vida humana que son consistentes de generación en generación. En cierto modo, nuestra era tecnológica es muy diferente de la era de los antiguos griegos, los árabes medievales o la dinastía Qing en China. Pero en algunos aspectos cruciales, la forma en que experimentamos la vida internamente como seres humanos es la misma en todos ellos. Los compositores deben intentar llegar al núcleo de esa experiencia humana interior que trasciende las edades. También creo que cada composición debería tener algún aspecto en la música que avergüence a su compositor, al menos un poco, algo peculiar que revele un poco de mal gusto o entusiasmo infantil.

S: ¿Cual a sido su mejor experiencia en el podio? ¿Y la peor?

W: La mejor: Sería difícil de superar la experiencia que tuve en junio del 2015 dirigiendo el movimiento final de mi sinfonía en el Carnegie Hall. Había sido el director de la Sinfónica Juvenil de Cincinnati durante cuatro años y había seleccionado personalmente a todos los estudiantes de la orquesta. Había trabajado de cerca con muchos de ellos durante varios años y había compuesto esa sinfonía específicamente con ellos en mente. El programa incluía mi obra, así como selecciones de "Romeo y Julieta" de Prokofiev y dos obras de Alfred Schnittke, quizás mi compositor favorito del siglo XX. Fue mi último concierto con la orquesta, y uno que nunca olvidaré.

Recientemente también dirigí “La Consagración de la Primavera” con mi orquesta actual en Seattle. Fue un gran desafío para ellos, pero trabajaron muy duro e hicieron una excelente interpretación. También dirigí con ellos "Desde el fondo del Abismo" de Lili Boulanger, que en lo personal califico como una de las obras para orquesta y coro más importantes jamás producidas. Al principio, los músicos se mostraron incrédulos, pero en el día del concierto, todos se habían enamorado de esta magnífica obra.

La peor: Tuve que dirigir el primer movimiento de la tercera sinfonía de Brahms varias veces, siempre en audiciones de dirección de orquesta. Adoro a Brahms en general (esta sinfonía en particular) pero es extremadamente difícil de dirigir. Cuando tienes sólo unos minutos para "ejecutarla" con una orquesta, los resultados son terribles, al menos en mi experiencia. Un día espero poder programarla en un concierto y dedicarle el tiempo necesario a ensayar y a sentirme cómodo con sus peculiaridades.

S: ¿A quién consideraría como el compositor estadounidense por excelencia?

W: Para mí, el compositor estadounidense "por excelencia" tiene que ser alguien que pueda escribir tanto en estilos clásicos como populares y combinar los dos; idealmente debería ser alguien que haya hecho contribuciones a la sala de conciertos, el escenario de Broadway y la industria cinematográfica de Hollywood (ya que esos son los géneros estadounidenses por excelencia).

Con eso en mente, elegiría a Leonard Bernstein. Su música para “West Side Story” (Amor sin Barreras) incorpora muchos estilos populares diferentes, pero él también compuso una fuga de 12 tonos en una obra que se adaptó a una de las películas más populares de todos los tiempos. Menciones honoríficas: John Philip Sousa, Scott Joplin, George Gershwin, Billy Strayhorn, Aaron Copland, Stephen Sondheim y John Williams. Lo más cercano que tenemos hoy en día a “compositor Estadounidense por excelencia” es probablemente Jennifer Higdon.

S: ¿Qué compositores emergente sigue o le interesa?

W: Un compositor emergente cuyo trabajo me interesa mucho es el de un joven compositor Estadounidense de Dallas, Texas llamado Quinn Mason. Me enteré de la música de Quinn hace unos cuatro años cuando me contactó por correo electrónico y me pidió que revisara algunas de sus composiciones.

He recibido muchos correos electrónicos de jóvenes compositores y siempre estoy feliz de escuchar lo que envían y ofrecer consejos. A veces, la música que envían es muy buena, pero nunca me he encontrado con otro joven compositor con el talento y las habilidades de Quinn. Su música se reveló de inmediato como el trabajo de un joven artista que estaba dominando a fondo su arte y emergiendo con un estilo original.

Desde entonces, Quinn se ha convertido en un amigo y pupilo. Me envía sus piezas a medida que las escribe, y las recibo con tremenda emoción, siempre asombrado por las obras que produce (¡y cuántas obras produce!). Quinn y yo tenemos estilos e intereses musicales algo diferentes, pero compartimos los mismos valores musicales y siempre estoy muy interesado en saber qué dirección está tomando su trabajo.

S: ¿Cual es su opinión acerca de las bandas sonoras? ¿Especialmente en relación con la música clásica?

W: Soy un gran amante de la música de cine, pero solo el estilo que está conectada con la música clásica de alguna manera. Adoro la música del Hollywood clásico, de compositores como Bernard Herrmann, Max Steiner y Miklos Rozsa. Entre los compositores de cine que trabajan hoy en día, sólo unos pocos me interesan. Mi compositor de cine contemporáneo favorito es Alberto Iglesias, y de hecho es uno de mis compositores contemporáneos favoritos en cualquier género. Adoro las películas de Pedro Almodóvar, en gran parte por el aporte de Iglesias.

Además de Iglesias, hay algunos compositores franceses cuya música cinematográfica admiro bastante, en particular la música de Philippe Rombi para las películas producidas por François Ozon y las partituras de Alexandre Desplat para las películas producidas por Wes Anderson. Sin embargo, hay un aspecto en particular que realmente me molesta con alguna música cinematográfica: cuando en una película histórica no se usa música de la época. Desafortunadamente, esto es extremadamente común; es la excepción cuando un film histórico utiliza música adecuada a la época.

S: ¿Escucha música de otros géneros?

W: Sí, escucho mucha música de la "época dorada" de Broadway. Considero a Stephen Sondheim como una deidad viviente enviado a la tierra; fácilmente es mi compositor vivo favorito en cualquier género. Su trabajo es casi pasado por alto por las instituciones de la música clásica, y esto es una lástima. Su música combina lo mejor de la gran tradición de Broadway (Gershwin, Arlen y Styne) con lo mejor de la tradición de la música clásica del siglo XX (Ravel, Stravinsky y Rachmaninoff).

Aparte de eso, es muy raro que escuche otros tipos de música. Mi principal interés es descubrir obras de música clásica poco conocidas de compositores desconocidos (¡como hago a menudo en el canal de YouTube de Sergio Cánovas!). Incluso cuando no me encanta la música, casi siempre encuentro algo interesante que aprender de ella.

S: ¿Alguna anécdota reciente?

W: Ahora estamos a principios de junio de 2021 y la vida en los Estados Unidos está comenzando a volver a la normalidad. Recibí mi segunda dosis de la vacuna Pfizer el 12 de mayo. Pude ir a una pequeña fiesta en una casa, un "melómano", el fin de semana pasado y presentar algunas de mis composiciones recientes para una audiencia invitada en Portland, Oregon. En una mejor nota, mi orquesta ha vuelto a la vida musical con ensayos y conciertos programados al aire libre para este verano, ¡la primera vez que hacemos música juntos desde febrero del 2020!