Sergei Bortkiewicz (1877-1952) nació en Kharkiv, antiguamente conocida como Kharkov, en Ucrania el 28 de febrero de 1877. Como los compositores anteriores lo consideramos perteneciente al Imperio Ruso.
Su madre era una pianista, cofundadora de la Escuela de Música de Kharkiv, donde el hijo empezó sus estudios musicales. Sus primeras influencias fueron las de conocidos compositores como Tchaikovsky y Anton Rubinstein. Entra en el Conservatorio de San Petersburgo en 1896 estudiando con Karl van Arek y Anatole Liadov.
Para complacer a su padre, que no veía futuro a sus estudios musicales, se inscribe en la Facultad de Derecho donde aprueba con éxito. Su carrera musical queda de momento paralizada, al cerrar el Conservatorio por las manifestaciones estudiantiles de 1899. Bortkiewicz realiza su servicio militar en el regimiento Alexandre Nevski, pero en 1900 debe abandonarlo por problemas de salud y regresar a la mansión familiar.
Decide continuar su formación musical en Alemania, inscribiéndose en el Conservatorio de Leipzig en el otoño de 1900. Allí estudiará composición con Salomon Jadassohn, piano con Alfred Reisenauer, uno de los alumnos de Liszt. Al final de sus estudios gana el Premio Schumann.
Regresa a su patria en el mes de julio de 1902. Allí se prometerá a Elisabeth Geraklitova, una amiga de su hermana, con la que se casará en el mes de julio de 1904. Enamorado de Alemania se establecen en Berlín. En sus memorias declara: "Ahora que estaba casado, empezaba una nueva fase de mi existencia."
Aunque el piano era su instrumento favorito, sabía que nunca llegaría a ser un gran pianista, por lo cual se dedicó a la composición. Su "Primer Concierto para piano" Op. 1 se estrenó en Berlín, pero por razones desconocidas lo destruyó. Fragmentos de este concierto los utilizará más adelante para su Concierto para la mano izquierda Op.28.
Vive en Berlín, realizando giras de conciertos por Europa. Escribe obras para el piano de las que destacan sus "Estudios" Op.15, siendo muy conocido por su forma melódica el número 8. Durante un año trabaja en el Conservatorio Klindworth-Scharwenka, donde encuentra a su amigo, el pianista Hugo van Dalen, que estrenará su "Concierto para piano Nº 1 en si bemol mayor" Op.16 en Berlín en el mes de noviembre de 1913 con la Blüthner Orchestra dirigida por el compositor. Su tercer movimiento posee un fascinante tema lírico.
La llegada de la Primera Guerra Mundial cambió la vida del compositor. Por ser ruso tuvo que abandonar Alemania, volviendo a Kharkov. Se estableció como profesor de música además de continuar realizando conciertos.
Cuando terminó la guerra empezó la Revolución Rusa, lo que obligó nuevamente al compositor y a su familia a trasladarse a sus posesiones de Artëmovka. En el mes de junio de 1919 pudo regresar a su casa, debido a la huida de los comunistas por la amenaza del ejército blanco. Pero fue solo un periodo transitorio. Al ser ocupada Kharkov por el ejército rojo se encontraba con su familia en Yalta, lo cual le impidió regresar a su casa.
Su madre y su cuñada mueren de tifus durante el asedio de Novorossiysk. Bortkiewicz en una Yalta sitiada por los comunistas consigue huir, obteniendo un pasaje para el mercante Konstantin, que lo traslada a Constantinopla en el mes de noviembre de 1919.
Con la ayuda del pianista de la corte del Sultán, Ilen Ilegey, consigue dar conciertos y vuelve al campo de la enseñanza. Permanecerá durante dos años en Turquía, ganándose la amistad de diversas personas, entre ellas la mujer del embajador de Yugoeslavia. Le dedica obras para piano y gracias a ella obtiene los visados para trasladarse a Yugoeslavia junto a su esposa. Desde Belgrado viajan a Sofía obteniendo visados para Austria, donde llegarán finalmente el 22 de julio de 1922, terminando su largo periplo.
Primeramente viven en Baden donde estarán hasta 1923, fijando luego su residencia en Viena en la que permanecen durante cinco años. En 1925 obtienen la ciudadanía austríaca. Durante este período compone su "Concierto para piano Nº 2 para la mano izquierda" Op.28, terminado en 1924 y el "Concierto para piano Nº 3" Op.32 compuesto en 1926. Obras de estilo romántico parecidas a los conciertos de Rachmaninov. Si tiene la ocasión para comprobarlo el propio lector, puede escuchar el último movimiento del segundo concierto o la parte final del tercero.
Bortkiewicz en 1928 reside en París durante seis meses, pero la añoranza de su querida Alemania hace que retorne para vivir en Berlín. Un amor que no es correspondido, pues en 1933 los rusos son perseguidos por los nazis. Su nombre es borrado de todos los programas musicales, viéndose forzado de nuevo a abandonar Alemania en 1933 volviendo a Viena.
La “Sinfonía Nº 1 en re mayor” Op.52 (A mi Patria) fue compuesta durante el otoño de 1934. Se estrenó en Viena el 30 de marzo de 1935, interpretada por la Orquesta Sinfónica de Viena dirigida por Rudolf Nilius.
El primer movimiento, un poco sostenuto, allegro, nos presenta un tema grave, como si se arrastrara una pesada carga. El segundo tema es lírico creando un verdadero contraste, pero conservando el fondo anclado en el alma rusa, expresando su dolor y su nostalgia. Después de la recapitulación aparece una sección andante, terminando el movimiento de un modo nostálgico lleno de pensamientos del pasado.
El compositor nos explica el significado de su obra. Nos remitimos a sus propias palabras. La primera parte de esta sinfonía expresa tragedia, pasiones, sufrimientos. Una lucha que se detiene ante la presencia de la belleza envolvente de la naturaleza. Un corto andante ve como la monótona e inmensa estepa se transforma en música. El dolor y la nostalgia resuenan sin fin, después todo se disipa, como un hombre encontrando el reposo en el sueño.
El segundo movimiento, scherzo: vivace, nos presenta temas de danza ucranianos. Una melodía que nos recuerda la música de Mozart, se mezcla con alegres temas campesinos. El trío es de estilo melódico con un tema lleno de gracia e ingenuidad. Luego se reanuda el scherzo.
A continuación añadimos los comentarios escritos por Bortkiewicz sobre este movimiento. El scherzo es una obra alegre pintando la vida de un pueblo ruso: los conjuntos de balalaikas, los pastores y sus rebaños, la exuberante alegría, las danzas vigorosas y la encantadora risa de las jovencitas. Esta pieza tiene una jovialidad mozartiana, a pesar de que sea muy rusa. Después del trío, el scherzo se repite, como una reminiscencia del pueblo ruso, feliz y alegre ...
El tercer movimiento, adagio, nos presenta un tema doloroso, el lamento de un exilado. La expresividad del tema aumenta. Después de una pausa reaparece el tema del destino de la primera parte, un tema romántico inmerso en la nostalgia, recordando la felicidad perdida, vivida en el pasado en la ahora lejana Ucrania. La felicidad de aquel primer amor. Luego volvemos al tema inicial del movimiento.
Añadimos los comentarios de su autor. El compositor expresa su dolor. Después de una potente efusión de dolor, el tema de la primera parte es retomado, el tema del destino, lleno de la nostalgia de una felicidad perdida. Esta sección termina con el desgarrador lamento de los violoncelos.
El último movimiento, allegro vivace, nos presenta una alegre danza cosaca, con su ritmo impetuoso, lleno de fuerza. Un segundo tema lírico efectúa el oportuno contraste. De repente se produce una pausa, reapareciendo el trágico tema del destino del inicio de la sinfonía. Luego llega la recapitulación con la alegre danza y el expresivo tema lírico. La obra termina de forma apoteósica con la interpretación de un modo solemne del himno zarista.
Siguen las palabras del compositor referidas a este movimiento. El final representa una gran fiesta popular, una feria anual o un carnaval, presentada como un recuerdo de unos días felices que hace tiempo han desaparecido. Nos encontramos en un lugar animado, la gente está llena de alegría, las danzas con un abandono rítmico desenfrenado. De repente, un silencio aterrador, al que sucede un potente crescendo, el tema principal, el del destino, resuena en toda su grandeza antes de apagarse gradualmente. En una apoteosis, la sinfonía termina de un modo solemne con el antiguo himno del Zar.
Una sinfonía escrita totalmente en un lenguaje claramente tonal, sin ninguna concesión al modernismo imperante en la época. Una obra de la que si olvidamos el año en que fue compuesta, es una obra magistral dotada de una excelente orquestación, llena de color y expresión. No todo el arte debe ser innovación. Se pueden realizar magníficas obras de arte utilizando los elementos del pasado, lo cual visto desde una perspectiva histórica nos puede proporcionar un inmenso placer.
Bortkiewicz establece su domicilio en Viena en la Blechturmgasse en 1935, donde vivirá el resto de su vida. Sufre una gran crisis financiera, siendo ayudado repetidas veces por su amigo Hugo van Dalen, un pianista holandés.
La “Sinfonía Nº 2 en mi bemol mayor” Op.55 fue esbozada durante los años 1936 y 1937, mientras se encontraba en Berlin viendo con horror las realidades del nazismo, en un país que consideraba como su segunda patria. La obra es emitida radiofónicamente interpretada por la Orquesta de la Radio del Estado de Berlín en el mes de abril de 1938 bajo la dirección del compositor.
A pesar de las promesas de presentar públicamente la obra en 1939, la guerra lo impidió. La partitura quedó en poder de su amigo van Dalen en Rotterdam. Terminada la guerra no logró que fuera interpretada, permaneciendo durante cincuenta años sin ejecutarse. Su estreno se realizó en el mes de febrero de 2002, para celebrar el 125º aniversario del nacimiento de Bortkiewicz, en Kiev dirigida por Mykola Sukach.
El primer movimiento, allegro ma non troppo, se inicia con una dulce melodía del oboe pero llena de melancolía. El metal hace la entrada con una forma de himno. El segundo tema es presentado por la cuerda. Un tema de acusado sabor ruso. El desarrollo empieza con el retorno del primer tema, aumentando progresivamente el ambiente de tristeza. La recapitulación nos conduce a una tranquila coda.
El segundo movimiento, vivace, corresponde al scherzo de la obra. Un tema agitado inicia el movimiento. La entrada del metal produce un ambiente de ansiedad, de una amenaza latente. Un tema que nos recuerda a Tchaikovsky, el tema del destino. La tensión aumenta en las intervenciones del metal. El trío nos ofrece un momento de tranquilidad pero lleno de preocupación, roto por el retorno del scherzo de un modo cada vez más amenazante. El tema del destino alterna con el tema agitado inicial. Trágicas notas finalizan el movimiento.
El tercer movimiento, andante sostenuto, nos presenta toda la tragedia en que se hallaba inmerso el compositor en aquella época. Después de una breve introducción aparece un tema expresivo lleno de dolor, que va aumentando mediante sucesivos retornos. El clarinete parece introducir un tema esperanzador, pero pronto la cuerda anula cualquier esperanza. El movimiento termina con la más total desesperación.
El último movimiento, vivace, alla breve, presenta un tema de carácter épico que se transforma en una potente danza eslava. Después de la recapitulación reaparece el tema del destino del segundo movimiento que nos conduce a una brillante coda.
Una sinfonía que expresa totalmente la melancolía del alma rusa, sumida en un ambiente de desesperación. Aunque el estilo de la obra es similar al de su primera sinfonía sus temas son más dramáticos, correspondiendo a los difíciles momentos en que se encontraba el compositor.
Bortkiewicz traduce del ruso al alemán las cartas entre Tchaikovsky y Nadezhda von Meck que fueron publicadas en Leipzig en 1938. La segunda guerra mundial es un período crítico en la vida del compositor y su mujer. Reproducimos parte de una carta enviada a su amigo Hans Ankwicz-Kleehoven el 8 de diciembre de 1945, para darnos cuenta de las condiciones en que vivían en Viena.
Te escribo desde el cuarto de baño donde estamos refugiados pues es una habitación pequeña y la podemos calentar intermitentemente mediante la luz de gas. Las otras habitaciones son inhabitables y no me permiten tocar el piano. Esta es nuestra actual situación. ¿Que nos ocurrirá mañana? La vida se vuelve cada vez más desagradable, sin piedad. En el Conservatorio debo dar clases con 4 grados, pronto aún menos....
Los bombardeos de la ciudad destruyeron su piano y gran parte de su vivienda. Logró salvar sus vidas por su capacidad de hablar en ruso con los oficiales de las tropas invasoras soviéticas. La guerra lo llevó a la total ruina. Sus obras impresas fueron destruidas durante los bombardeos de las ciudades alemanas.
En el otoño de 1945 es nombrado director de un Máster del Conservatorio de Viena, con lo que mitiga algo su situación financiera. Después de su jubilación en 1947 recibe una pensión honorífica y por la acción de su amigo Hans Ankwicz-Kleehoven se crea una Sociedad Bortkiewicz para la difusión de su obra.
El 25 de febrero de 1952 se celebra, con ocasión del 75º aniversario del compositor, un concierto en la Musikvereinsaal de Viena, con la interpretación del Concierto para piano Op.16 y su Primera Sinfonía. Este será su último concierto como director.
En el mes de octubre de 1952 aconcejado por su médico decide operarse, a causa de una enfermedad estomacal que desde hacía tiempo padecía. No se recupera de la intervención quirúrgica, muriendo en Viena el 25 de octubre de 1952.
Su mujer Elizabeth que desde 1949 sufría una enfermedad maniaco depresiva originada por los años de guerra, no había tenido hijos, muere el 9 de marzo de 1960 en Viena. Los restos del matrimonio se encuentran enterrados en el Zentralfriedhof vienés.