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Mijaíl Ivánovich Glinka (1804-1857) en cirílico Михаил Иванович Глинка, nació en Novospásskoie (Smolensk) el 1 de junio de 1804 [1], en el seno de una familia acomodada de la nobleza local, siendo su padre, Iván Nikolaevich Glinka, un capitán retirado del ejercito zarista. De pequeño, Glinka fue criado por su sobreprotectora abuela paterna, razón por la cual su salud fue muy débil a lo largo de su vida a pesar de los servicios de numerosos médicos, entre ellos varios estafadores y charlatanes.
La música que escuchó en su infancia era el sonido de las campanas de la iglesia del pueblo y las canciones populares de los campesinos, que lo acostumbraron a los colores y harmonías cromáticas de la música folclórica rusa. Después de la muerte de su abuela, Glinka se mudó a la finca de su tío materno y pudo escuchar tocar a su orquesta, cuyo repertorio incluía piezas de Haydn, Mozart y Beethoven. En 1814, a la edad de diez años, escuchó tocar un cuarteto de clarinete del compositor finlandés Bernhard Henrik Crusell. El cual tuvo un efecto profundo en él. Ese mismo año comenzó a estudiar piano y violín de la mano de su institutriz, pero sin recibir una verdadera formación académica.
En 1817, a la edad de trece años, Glinka se trasladó a San Petersburgo, a estudiar en una escuela para niños de la nobleza. Aquí aprendió idiomas, ciencias y música. Recibió lecciones de piano de Karl Zeiner y John Field, compositores extranjeros que pasaron algún tiempo en la ciudad dando clases y conciertos. Luego continuó sus lecciones de piano con Charles Mayer. Durante sus estudios, conoció al célebre escritor Aleksandr Pushkin, manteniendo ambos una solida amistad hasta la muerte de Pushkin en 1837. En 1822, Glinka se graduó con éxito de sus estudios.
Cuando dejó la escuela, su padre quiso que se uniera al Ministerio de Relaciones Exteriores y fue nombrado subsecretario del Departamento de Vías Públicas. El trabajo era ligero, lo que le permitió a Glinka estudiar de forma autodidacta la música clásica de Europa occidental, participó en los salones de la nobleza, las tertulias de la ciudad y, a veces, dirigió la orquesta de su tío. De esta época datan sus primeras composiciones. Comenzó escribiendo un gran número de romances y canciones basados en poemas de escritores rusos.
Entre 1822 y 1827 compuso un gran número de variaciones para piano, algunas basadas en compositores clásicos como Mozart y Cherubini, otras sobre temas rusos. Para cámara compuso el septeto en Mi bemol mayor, el cuarteto de cuerda en Re mayor en 1824 y la sonata en Re menor para piano y viola, la cual fue abandonada. Para orquesta escribió la obertura en Re mayor, seguida de la obertura en Sol menor, así como el Andante cantabile y Rondo para orquesta. Resulta difícil datar con precisión las fechas de estas obras tempranas.
En el verano de 1823, junto con el marido de su prima, el coronel A. Kipriyanov, Glinka hizo un viaje al Cáucaso, visitó Piatigorsk y Kislovodsk. La música folclórica de estas regiones dejó una marca significativa que se reflejaría en obras posteriores sobre temas orientales. De 1824 a 1828 trabajó como subsecretario de la Dirección General de Ferrocarriles. En esos años, su círculo de amistades se expandió; entre otros conoció al poeta Vasily Zhukovsky, el diplomático y escritor Alexander Griboyedov, el poeta y dramaturgo Adam Mitskevich, el poeta y periodista Anton Delvig y el escritor y crítico musical Vladimir Odoyevsky, quien más tarde se convirtió en su amigo personal.
La “Sinfonía en Si bemol mayor” fue empezada en 1824, siendo abandonada en un estado fragmentario. La obra fue finalmente completada por Petr Klimov y grabada en 2010. Un intento juvenil que, por desgracia, es un mero esbozo de lo que podría llegar a haber sido. La obra no nos da indicios de los grandes cambios que el compositor aplicaría a su estilo años más tarde.
La sinfonía se estructura en un único movimiento en forma sonata modificada. Comienza con una introducción lenta de tipo pastoral, con serios acordes de las cuerdas contrastados por dulces frases del clarinete y la flauta. Dos canciones folclóricas son las bases de la obra: la danza rusa "En el Campo" y la ucraniana "Hrytsiu, no vayas". El tema principal es rítmico y danzante, expuesto por el clarinete con el apoyo de las cuerdas. El segundo tema es más lírico y solemne, presentado por la cuerda. El desarrollo es breve pero vivaz, con la presencia de ornamentos y arabescos de la madera. En vez de una recapitulación formal, un crescendo nos conduce a una elegante coda.
Durante el resto de la década se limitó a componer pequeñas piezas de cámara o canciones para voz y piano. Después de varias recomendaciones de médicos por su delicada salud, Glinka decidió viajar a Italia en abril de 1830, acompañado por el tenor Nikolai Ivanov. Pero antes se detuvo en Dresden, viajando por algunos meses alrededor de Alemania y Suiza. Finalmente se asentó en Milán, importante centro cultural de la época en la península itálica [2]. Allí se inscribió en el conservatorio local y recibió clases de Francesco Basili, entre otros. También conoció a importantes compositores como Bellini, Donizetti, Mendelssohn y Berlioz. Obras de ésta época son abundantes piezas de cámara; el cuarteto de cuerdas en Fa mayor, el "Divertimento brillante" para quinteto de cuerda, el trio patético en Re menor para piano, clarinete y fagot o el gran sexteto en Mi bemol mayor. Para piano escribió un gran número de variaciones sobre temas operísticos, posiblemente como ejercicios del conservatorio.
Glinka pasó tres años en Milán, allí por primera vez recibió un tipo de educación académica. También estudió la música italiana y en especial su tradición operística. Sin embargo se acabó desencantando del país, sintiendo una profunda nostralgia de su patria natal y su música. En su viaje de regreso, se detuvo primero en Viena para encontrarse con Liszt. Luego se detuvo cinco meses en Berlín para tomar clases con Siegfried Dehn, un alumno de Beethoven. Mientras estaba en la ciudad, Glinka se enamoró de una hermosa cantante, para quien compuso los "seis estudios para contralto". Ideó un plan para regresar a Rusia con ella, pero cuando la doncella alemana de su hermana apareció sin el papeleo necesario para cruzar a la frontera, abandonó su plan y su amor. Tras recibir noticias de la muerte de su padre en 1834, Glinka decidió regresar inmediatamente a su pueblo natal.
La “Sinfonía en Re menor (sobre dos temas rusos)” fue empezada en 1833, mientras estudiaba en Berlín. Al igual que la anterior fue abandonada. Glinka compuso un único movimiento sin llegar a terminarlo. Pasaría un siglo antes de que el compositor y musicólogo soviético Vissarión Shebalín terminara el movimiento en 1937, intentando observar cuidadosamente el estilo del autor. La sinfonía fue finalmente editada en el año 1948. La obra refleja el cambio de perspectiva de Glinka tras su estancia en Italia, incorporando por primera vez materiales folclóricos rusos en una sinfonía.
La obra está estructurada en forma sonata modificada (Andante - Allegro). Comienza con firmes pero serios acordes de las cuerdas. El primer tema ruso es nostálgico y melancólico, introducido por la madera y expuesto por el violonchelo. En contraste, el segundo tema es alegre y vivaz, presentado de una forma mozartiana llena de frescor. El desarrollo, basado en la alternancia de los dos temas, comienza con una serie de solos de la madera, regresando al material del tema principal. A pesar de no ser perfecto, posible causa de la interrupción de la obra, su instrumentación es brillante, realzando las líneas melódicas. Destaca una breve sección fugada basada en el segundo tema. No encontramos una recapitulación, siendo el vibrante tema secundario el que nos conduce a una decidida coda.
Glinka regresó a Rusia con planes para crear un ópera nacional rusa. Después de una larga búsqueda de un argumento, siguiendo el consejo de Vasily Zhukovsky, se decidió por la leyenda sobre Iván Susanin: un héroe nacional ruso de la época de los disturbios de principios del siglo XVII. Según la leyenda popular, el anciano leñador Susanin guió a las tropas polacas que buscaban matar al pretendiente a zar Mijaíl por un camino falso, hacia las profundidades del bosque ruso, y nunca más se supo de ellos. Gracias a ello, Mijaíl fue coronado zar como Miguel I y reinó en Rusia durante 32 años, fundando la dinastía Románov. Glinka, tras regresar a Rusia y reunirse con su familia, conoció a María Ivanova, pariente lejana. Después de un breve cortejo, los dos se casaron. Los recién casados fueron a pasar la luna de miel en Novospasskoe, provincia de Smolensk, donde Glinka comenzó a escribir la ópera, titulada "Una vida por el zar". El matrimonio habría de durar poco, ya que María no tenía sensibilidad ni estaba interesada en su música, aunque se dice que el cariño inicial por ella inspiró a Glinka el trío en el primer acto de la ópera.
En 1836, Glinka completó la ópera. El propio zar Nicolás I la había seguido con interés, pero encontró grandes dificultades. Una vez se aseguró su estreno en el Teatro Bolshoi de San Petersburgo, el director de los teatros imperiales A. M. Gedeonov se obstinó en obstruir la puesta en escena, llegando a intentar poner al director de orquesta Catterino Cavos contra el compositor. Cavos, sin embargo, le dio a la obra de Glinka su aprobación. El estreno tuvo lugar el 9 de diciembre de 1836. El éxito fue enorme, siendo recibida con entusiasmo por la sociedad. Con ésta obra, Glinka estableció un giro nacionalista en la música rusa, creando una obra que se oponía a la ópera italianizante que dominaba los escenarios de la época. Como curiosidad, el zar recompensó a Glinka por su trabajo con un anillo valorado en 4.000 rublos. Al día siguiente Glinka le escribió a su madre:
"Ayer por la noche mis deseos se cumplieron finalmente, y mi largo trabajo fue coronado con el más brillante éxito. El público recibió mi ópera con extraordinario entusiasmo... el soberano emperador me agradeció y habló conmigo durante mucho tiempo"
En 1837, Glinka fue nombrado maestro de capilla de la Capilla del Canto de la Corte, que dirigió durante dos años. Ese mismo año, motivado por el éxito, comenzó a trabajar en una nueva ópera basada en el poema de Alexander Pushkin "Ruslan y Ludmila". El propio Pushkin iba a escribir el libreto, pero su muerte tras un fatídico duelo el 10 de febrero, obligó a Glinka a recurrir a poetas secundarios y aficionados entre amigos y conocidos. El poema cuenta la historia del secuestro de Ludmila, la hija del príncipe Vladimir del Rus de Kiev por un mago malvado y el intento del valiente caballero Ruslan de encontrarla y rescatarla. El gran logro de la obra radica en su uso de las melodías populares rusas en fondo en el argumento musical. Gran parte del material popular prestado es de origen oriental, especialmente del cáucaso.
La primera representación de Ruslan y Ludmila tuvo lugar el 9 de diciembre de 1842. Auque fue por lo general bien recibida, en comparación con "Una vida por el zar", la nueva ópera de Glinka provocó críticas más fuertes. F. Bulgarin fue el crítico más feroz del compositor. Durante esta época también compuso un gran número de piezas para pianos; el vals-fantasía en Si menor, el capricho sobre temas rusos en La mayor y otras miniaturas como mazurcas. También escribió un gran número de piezas vocales, tanto para coro como para voz y piano. Durante estos años, Glinka mantuvo una tormentosa relación con Catalina Kern, la hija de la musa de Pushkin, Ana Kern. En 1839, se conocieron, lo que rápidamente se convirtió en amor. Del diario del compositor podemos leer esta apasionada delcaración:
"Mi mirada se posó involuntariamente en ella: sus ojos claros y expresivos, una figura inusualmente esbelta y un tipo especial de encanto y dignidad, impregnado en toda su persona, me atraían cada vez más. Encontré la manera de hablar con esta dulce niña. Expresó muy inteligentemente mis sentimientos de esa época. Pronto mis sentimientos fueron completamente compartidos por la querida Catalina, y mis encuentros con ella se volvieron más gratificantes. Todo en la vida es contrapunto, es decir, lo contrario. Me disgustaba en casa, pero cuánta vida y placer en el otro lado: sentimientos poéticos ardientes por Catalina, que ella entendió y compartió plenamente"
Después de que Glinka dejó a su esposa a fines de 1839, las relaciones con Kern continuaron desarrollándose rápidamente. Pero pronto cayó gravemente enferma y se mudó con su madre. En la primavera de 1840, el compositor la visitó constantemente, y fue entonces cuando escribió el romance "Recuerdo un momento maravilloso" sobre los versos de Pushkin, dedicándolo a la hija de aquella a quien el poeta dirigió estos versos. En 1841 Catalina quedó embarazada. El proceso de divorcio entre Glinka y su esposa dió a la amante la esperanza de convertirse en la esposa del compositor. Glinka también estaba seguro de que el asunto se resolvería rápidamente, pero el juicio se prolongó. Kern exigía una acción decisiva de Glinka, pero ello supondría un gran escándalo en la muy conservadora Rusia de la época. Para mantener todo en secreto, la madre llevó a su hija a Lubny, donde abortó al bebé.
En 1842, Catalina regresó a San Petersburgo. Glinka, que aún no se había divorciado de su exesposa, la veía con frecuencia, sin embargo, como admite en su diario: "ya no existían la poesía ni el deseo previos". En el verano de 1844 se despidió de ella al salir de San Petersburgo. Con ello la relación prácticamente terminó. Glinka recibió el tan codicidado divorcio en 1846, pero tenía miedo de volver a casarse de nuevo, viviendo el resto de su vida como soltero. Durante estos turbulentos años, compuso la música incidental de "Principe Kholmsky" del dramaturgo Nestor Kukolnik, la "Tarantela" para narrador, coro y orquesta, varias pequeñas piezas para piano así como canciones.
Desanimado por el fracaso de su relación amorosa y por la regular recepción de su ópera, Glinka decidió emprender un nuevo viaje, esta vez a Francia y España. En París, Glinka se reunió con Héctor Berlioz, quien se convirtió en un admirador de su obra. En la primavera de 1845, Berlioz interpretó en un concierto fragmentos de las óperas y escribió un artículo a su favor. El éxito de estas obras impulsó a Glinka a ofrecer un concierto benéfico, el cual fue muy bien recibido. El 13 de mayo de 1845, Glinka viajó a España, donde donde conoció y admiró la cultura tradicional, las costumbres y el idioma de los españoles. Utilizó melodías y elementos de la música española en algunas obras, por ejemplo, la jota aragonesa. El resultado creativo de este viaje fueron dos oberturas sinfónicas escritas sobre temas populares españoles: en el otoño de 1845, Glinka completó la obertura "Jota Aragonesa", y en 1848, después de regresar a Rusia, "Recuerdos de castilla" que sería revisada en 1851 como "Recuerdos de una noche de verano en Madrid".
En el verano de 1847, Glinka emprendió el camino de regreso a su aldea natal, luego volvió nuevamente a San Petersburgo, pero cambiando de opinión, decidió pasar el invierno en Smolensk. Sin embargo, su popularidad y las constantes invitaciones a bailes y veladas atormentaban al compositor, llevándole al punto de decidir volver a salir de Rusia. Sin embargo, su pasaporte fue denegado y por lo tanto en 1848 se detuvo en Varsovia, donde escribió la fantasía sinfónica "Kamarinskaya" sobre dos temas rusos. En 1851, Glinka regresó a San Petersburgo, donde dio lecciones de canto y se encargó de organizar la escéna operística de la ciudad. La escuela vocal rusa se formó bajo la influencia directa del compositor.
En 1852 Glinka emprendió nuevamente un viaje. Planeaba volver a España, pero cansado de viajar en diligencias y en tren, se detuvo en París, donde permaneció poco más de dos años, viviendo tranquilamente y haciendo frecuentes visitas a los jardines botánicos y zoológicos. Parece que Glinka comenzó a trabajar en una nueva sinfonía basada en la novela "Tarás Bulba" del popular escritor Nikolái Gógol, que nunca se completó [3]. El inicio de la Guerra de Crimea, en la que Francia se opuso a Rusia, fue el hecho que finalmente decidió el regreso de Glinka a su tierra natal. De camino a Rusia, Glinka pasó dos semanas en Berlín. En mayo de 1854, Glinka llegó a Rusia. Pasó el verano en Tsárskoye Seló en su "dacha" [4], y en agosto viajó nuevamente a San Petersburgo. En el mismo año comenzó a escribir sus memorias, que serían publicadas póstumamente en 1870.
En 1856, Glinka viajó nuevamente a Berlín, donde estudió las obras de J. P. Palestrina y J. S. Bach. Ese mismo año, Glinka compuso música para textos litúrgicos eslavos eclesiásticos. Glinka murió repentinamente el 15 de febrero de 1857 en Berlín, de un resfriado que agravó una enfermedad crónica del hígado. Fue enterrado en un cementerio luterano. En mayo del mismo año, ante la insistencia de la hermana menor de Glinka, Ludmila, las cenizas del compositor fueron transportadas a San Petersburgo y enterradas nuevamente en el cementerio de Tijvin.
La obra de Glinka fue el comienzo de una nueva dirección en el desarrollo de la música en Rusia. La música clásica llegó al país procedente de Europa, y por primera vez comenzó a aparecer música específicamente rusa, basada en la cultura musical europea, en las obras de Glinka, especialmente en sus dos óperas. Por desgracia, su obra orquestal es poco conocida y apenas se interpreta, solo nos quedan fragmentos de sus sinfonías, que jamás se interpretaron en vida del autor. Por ello su importancia dentro del género es muy escasa, nos sirven para marcar la evolución de un autor que realmente revolucionaría por completo la música con el género de la ópera.
El primero en notar esta nueva dirección musical fue Alexander Serov, apoyado por su amigo Vladimir Stasov, quien se convirtió en el teórico de este nuevo movimiento. El grupo de "Los Cinco", se formaría al calor de la influencia de la obra de Glinka y de las ideas nacionalistas de Stasov: Quería que el arte ruso se liberara de la excesiva influencia europea. Pensaba que al copiar a Occidente, los artistas rusos podrían ser, en el mejor de los casos, de segunda categoría. Sin embargo, tomando prestado de sus propias tradiciones nativas, podrían crear un arte verdaderamente nacional que pudiera igualar el de Europa, con sus altos estándares artísticos. Por "nacional" Stasov se refería a un arte que no solo retrataría la vida de las personas, sino que también sería significativo para ellas y les mostraría cómo vivir.
El crítico musical Viktor Korshikov resumió la influencia de Glinka así: "No existe el desarrollo de la cultura musical rusa sin tres óperas: "Una vida por el zar", "Ruslan y Ludmila" y "El convidado de piedra". La primera es una ópera donde el personaje principal es el pueblo, Ruslan es la intriga mítica, profundamente rusa, y en el convidado de piedra, el drama domina la suavidad y la belleza de la música. Dos de estas óperas, "Una vida por el zar" y "Ruslan y Ludmila", fueron compuestas por Glinka."
[1] Veinte de Mayo según el calendario juliano.
[2] No hay que olvidar que Italia y Alemania no existirían como estados unificados hasta 1870.
[3] Posiblemente se perdió o fue destruida, ya que no figura en ningún catálogo de obras.
[4] Casa de campo de uso estacional.