Dmitry Smolsky (1937) en cirílico, Дзмітрый Браніслававіч Смольскі, nació el 25 de julio de 1937 en Minsk. Empezó sus estudios musicales en el Conservatorio de Moscú. Continuó estudiando en el Conservatorio Estatal de Bielorrusia donde se graduó en 1960. Entre sus maestros se encuentra Anatoly Bogatyrev.
La “Sinfonía Nº 1" fue compuesta en 1961 sin existir ninguna grabación de la misma.
Terminados sus estudios Smolsky trabajó como profesor en el Conservatorio de Bielorrusia. Compone obras de todos los géneros, entre ellas el oratorio de cámara "Canciones de Hiroshima" para narrador, dos solistas vocales y dos pianos. El "Concierto para violoncelo en do mayor" compuesto en 1973 consiste en cuatro concisos movimientos. Una obra seria con influencias tanto de Shostakovich como de la música popular.
Obras más ligeras son una "Obertura" al estilo de la música de Kabalevsky y el "Concierto para dulcimer Nº 1" de características folclóricas. El dulcimer es un instrumento de cuerdas percutidas proveniente del salterio, que se utiliza en el folclore eslavo. El "Concierto para dulcimer Nº 2" fue compuesto en 1977 de parecidas características melódicas.
La “Sinfonía Nº 2" fue compuesta en 1984 siendo grabada para el sello Melodiya en 1988 interpretada por la Orquesta Sinfónica del Estado de Bielorrusia dirigida por Yuri Efimov.
La “Sinfonía Nº 3" fue compuesta en 1985 sin existir ninguna grabación.
La “Sinfonía Nº 4" compuesta en 1986 tampoco ha sido grabada.
La “Sinfonía Nº 5" fue compuesta en 1987 y en el mismo caso que las anteriores no se posee ninguna grabación de la misma.
La “Sinfonía Nº 6" fue compuesta en 1988 siendo grabada por la Orquesta de la Radio y TV del Estado de Bielorrusia dirigida por Valery Leonov en 1992 para el extinguido sello Olympia.
Compuesta por cuatro movimientos que se interpretan sin interrupción, empieza mediante una frenética explosión orquestal, interrumpida por un solo de oboe y después por la cuerda acompañada por campanas tubulares. El tema presentado por la cuerda es de carácter lúgubre.
La sección correspondiente al scherzo es de carácter rítmico, presentado por la madera interrumpida por los ataques frenéticos de los metales. La repetición de la parte inicial de la sinfonía con el solo de oboe sirve de enlace con el movimiento lento. Presenta un tranquilo motivo que nos describe la inocencia infantil. Un breve solo de la celesta le da más relevancia. Pero todos los peligros le conducen a la sumisión y finalmente a la decrepitud. La celesta repite el solo. Negros nubarrones representan la experiencia humana.
El movimiento final posee un carácter inquietante con un tema agitado, en algunos momentos casi neurótico, que nos lleva a la parte final con el recuerdo de las trágicas notas iniciales de la obra. La coda posee un carácter ambiguo, sin llevarnos a una resolución del problema.
Según palabras del propio compositor, la obra representa mi completo ego, mi interpretación artística de todo lo que me rodea, mi modo de pensar, mis opiniones sobre la vida. Componer a escala sinfónica me ha permitido expresarme en los términos más gráficos imaginables.
La sinfonía intenta reflejar la naturaleza contradictoria del hombre. Por una parte creador de un mundo de belleza, de armonía y por otra parte poseedor de un poder diabólico para llevarlo a su propia destrucción. Esto se refleja en el carácter ambiguo de la obra.
El "Concierto para violín" tiene una naturaleza más relajada, con bellas melodías. Las "Variaciones Sinfónicas" buscan una mayor trascendencia con la descripción del conflicto entre el hombre y el mundo, ¿hacia dónde vamos?. Una pregunta sin solución.
La “Sinfonía Nº 7" fue compuesta en 1990 sin que tengamos ninguna grabación de la misma.
La “Sinfonía Nº 8" fue compuesta en 1992, encontrándonos en el mismo caso que la anterior.
Su hijo Victor Smolsky, nacido el 2 de enero de 1969, después de sus estudios musicales se convierte en un famoso guitarrista de rock. En junio de 1999 entra como guitarrista en la banda de heavy metal alemana Rage, realizando diversas giras por Europa. Colabora con su padre en varias sinfonías para guitarra eléctrica y orquesta clásica, presentadas en una gira por Europa en 1999.
La “Sinfonía Nº 9" fue compuesta en 1999. Se caracteriza por el empleo de la guitarra eléctrica como solista. Empieza con sonidos de campana seguidos de unas trágicas notas de los bajos de la orquesta. Un tema aéreo aparece interpretado por la cuerda aguda. Los temas se desarrollan de modo polifónico. La percusión nos marca el ritmo de una trágica marcha fúnebre. Un solo de trompeta nos conduce hacia una sección de ambiente fantasmagórico, que culmina con fuertes acordes de la percusión.
El segundo movimiento corresponde al scherzo. El empleo de la guitarra eléctrica como solista le da un aire especial de mezcla de música rock con la clásica. Empieza con grotescas notas del metal seguidas por la entrada de la guitarra eléctrica mediante una especie de danza diabólica. Después de una sección más calmada, la guitarra eléctrica entra con fuerza como solista imponiendo su ritmo frenético. Una concluyente coda orquestal termina esta sección.
El tercer movimiento continúa con el empleo de la guitarra eléctrica como solista. Pero en esta ocasión introduce motivos atonales de carácter lento. La guitarra se convierte en el protagonista escénico mediante un largo solo de carácter rítmico: El solista realiza una exhibición de todos sus recursos técnicos terminando con los aplausos del público asistente.
El último movimiento recobra la naturaleza trágica de la obra. Un tema de carácter épico intenta imponerse contrastando con un motivo lírico en forma de coral. El piano añade sus comentarios en un estilo romántico imitando a una sonata de Beethoven, que contrasta con el desgarro orquestal, enfrentando el mundo romántico con el real. La recapitulación nos presenta el tema épico con toda su fuerza. Las notas tristes del piano solista se repiten empezando la coda, que culmina con fuertes acordes orquestales como gritos de protesta. La obra termina con un acorde que podemos leer como una señal de esperanza.
Como otros compositores modernos introducen el jazz en sus sinfonías, Smolsky introduce bajo la influencia de su hijo Victor, un maestro de la guitarra eléctrica, la música rock. La sinfonía es una nueva reflexión sobre el hombre y el mundo actual, rodeado de peligros. Pero una luz de esperanza parece esta vez vislumbrarse en su final.
La “Sinfonía Nº 10 para viola y orquesta" fue compuesta también en 1999. Sobre un solo ondulante de la viola, la orquesta desarrolla un tema potente apoyada por la percusión. Un amplio solo de viola en el que emplea todos sus recursos nos conduce a una sección de ambiente misterioso. La orquesta parece describir motivos de una misteriosa selva del que intenta surgir un motivo de carácter épico. La viola presenta un tema disonante, que termina interconectando con la orquesta. El tema épico intenta nuevamente dominar la escena.
Un tema lírico presentado por la viola es interrumpido por disonantes motivos orquestales. Una especie de himno intenta nuevamente imponerse entre los alaridos orquestales. La viola solista desarrolla un tema lírico lento que va adquiriendo fuerza. Nuevamente la orquesta añade sus comentarios mediante explosiones sonoras de forma disonante. Como si se tratara de una lucha entre el mal y el bien, la viola intenta hacerse dueña de la acción, lo cual consigue en la parte final presentando claramente un cálido tema, que nos conduce hacia la coda con los giroscópicos sonidos orquestales. Un acorde final termina la obra de un modo concluyente.
Sin saber exactamente lo que el compositor ha deseado expresar en su obra, por falta de información, podemos imaginarnos que continúa con la misma problemática de sus anteriores sinfonías. En este caso la viola actúa como tabla de salvación de un mundo en descomposición.
Smolsky continúa escribiendo sinfonías entre ellas la "Sinfonía Nº 11" de la cual no tenemos referencias. Tampoco conocemos la existencia de una "Sinfonía Nº 12"
La “Sinfonía Nº 13 para guitarra eléctrica y orquesta" fue compuesta en la primera década del siglo XXI, sin conocer su fecha exacta. Nuevamente colabora con su hijo Victor, realizando la fusión entre el rock y el estilo clásico. Pero en este caso la fusión se realiza entre la música folclórica eslava y el rock. Para ello utiliza una orquesta folclórica de dulcémeles y acordeones, acompañados por madera, timbales, campanas tubulares y piano.
La sinfonía ha sido interpretada por la Orquesta Glinka de dulcémeles del Colegio de Música del Estado de Minsk dirigida por Sergei Gladky, con Yaroslav Makarich como solista de guitarra eléctrica.
La obra como en el caso de las anteriores consiste en un solo movimiento, esta vez dividido en dos partes. La orquesta empieza con un tema tranquilo de raíces folclóricas. Un segundo tema más animado muestra claramente la influencia del folclore eslavo. La intervención de la guitarra eléctrica en la parte final aumenta la tensión, desarrollando un tema lírico que conduce hacia su clímax.
En la segunda parte, de corta duración, después de una breve sección de transición la guitarra eléctrica inicia una sección muy agitada que nos conduce hacia un explosivo final.
El dulcimer también conocido como dulcémele. el instrumento reproducido en la foto, es como se ha dicho anteriormente, un instrumento de cuerdas percutidas que son golpeadas por unos ligeros martillos. Es parecido al címbalo utilizado en el folclore checo.
Dmitry Smolsky es un compositor polifacético. Ha escrito en todos los géneros, tanto de música culta como de popular. En sus últimas obras intenta realizar una fusión entre los diversos géneros, introduciendo en la orquesta instrumentos tanto folclóricos como provenientes del género rock. Una serie de obras que nos pueden llevar hacia una nueva reflexión, sobre el tema de hacia dónde se dirige la música contemporánea.