Conclusiones finales
La sinfonía mexicana tiene una corta historia, durante la cual recorre todas las etapas de la música de concierto europea en el breve espacio de menos de un siglo. Una música que nace de las enseñanzas recibidas de los colonizadores, que aportan los principios y estilos académicos a los que se unen las aportaciones de la tradición indigenista.
El compositor criollo trabaja con las bases musicales de la música culta europea, a las que suma los modos y ritmos indígenas. A este primer mestizaje se añaden los ritmos africanos procedentes de las Antillas, donde nace el tradicional son. Con estos elementos se establece también el folclore mexicano.
La sinfonía nacida de la revolución mexicana se apropia de los elementos folclóricos populares integrándolos en sus estructuras sinfónicas, con lo cual nace la sinfonía nacionalista mexicana.
Los estilos evolucionan rápidamente recibiendo las últimas influencias modernistas, provenientes tanto de Europa como de sus vecinos del norte, los Estados Unidos. En poco tiempo los compositores mexicanos introducen las técnicas dodecafónicas y las atonales, llegando a la realización de sinfonías de carácter abstracto, cada vez más alejadas del público para quién están destinadas.
Comentaremos finalmente la aparición de unos compositores a quienes algunos acusarán de populistas, que vuelven a trabajar usando estilos más fácilmente asimilables para los oyentes. Se trata de un neo nacionalismo, pues se basan en las melodías y ritmos populares del folclore, interpretadas mediante un estilo más moderno pero con un retorno a la clásica melodía modal y a los ritmos populares.
El factor más importante de la música sinfónica de México es algo difícil de definir en palabras. Es la misma mezcla de colores y sabores peculiares que encontramos en su pintura y en su gastronomía, lo que podríamos definir con una palabra la mexicanidad.