Federico Álvarez del Toro (1953-) nació en Tuxtla Gutiérrez, en el Estado de Chiapas el 16 de noviembre de 1953. Hijo del biólogo Miguel Álvarez del Toro (1917-1996), famoso zoólogo investigador de la fauna de Chiapas. Son famosos sus estudios sobre los cocodrilos. En 1942 fundó el Zoológico que lleva su nombre en Tuxla Gutiérrez.
Chiapas es un estado que se encuentra en el sureste de México, fronterizo con Guatemala. Mantiene una de las comunidades indígenas más importante de México descendiente de los olmecas, mayas y chiapanecas.
Políticamente Chiapas se hizo muy conocido por el levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, que el 1 de enero de 1994 ocupó diversos municipios. Un movimiento revolucionario de naturaleza indígena que fue duramente reprimido por los militares.
Federico empezó sus estudios de guitarra en 1971 con Guillermo Flores y en 1977 asistió a clases con Leo Brouwer. Realizó cursos de composición en la Escuela Nacional de Música de la UNAM y en el Conservatorio Nacional de Música, estudiando con Eduardo Mata y Rodolfo Halffter.
La “Sinfonía de las Plantas" fue compuesta en 1978 para coro mixto y orquesta. Como la mayoría de sus composiciones está influenciada por el folclore indígena mexicano y los sonidos de la naturaleza.
Otra de sus primeras obras es "Gneiss", palabra que significa unión, para orquesta sinfónica, cuatro cantantes solistas y cinta magnetofónica, compuesta en 1980. La obra es fruto de una expedición naturalista que realizó en 1979, en la cual encontró el anfibio Rhinophrynus dorsalis, conocido como sapo borracho. Para atraer a su pareja realiza un canto, que por la gran cantidad de dichos animales se puede escuchar a gran distancia.
En la parte final de la obra, la sala de audiciones se queda a obscuras, escuchándose solamente el canto de los sapos enamorados grabados en la cinta magnetofónica, como una integración de la música con la naturaleza.
Entre sus obras se encuentra "Ozomatli" compuesta en 1982 para coros, metales, percusión y cinta magnetofónica. Su título significa mono en la astrología azteca. Un dios representado con cabeza de mono asociado a la música y a la danza. En la obra también interviene una grabación de sonidos de animales de la selva.
La “Sinfonía" (El Espíritu de la Tierra) fue compuesta entre 1983 y 1984, inspirada en la cosmogonía de las antiguas culturas que habitaron la selva, transmitida a las actuales comunidades indígenas del estado de Chiapas. Está escrita para marimba, cinta magnetofónica y orquesta.
La marimba cromática es un instrumento de percusión de forma parecida al xilófono, formado por láminas de madera de distintos tamaños, de mayor a menor, que se golpean con mazas para producir notas musicales. El conjunto está sujeto a un armazón con patas y cada tecla tiene su propia caja de resonancia, como podemos observar en la figura adjunta.
Su origen se encuentra en el estado de Chiapas, construida a partir de la marimba diatónica. El instrumento actual de doble teclado se creó en 1892 en México, pasando de ser un instrumento autóctono a un instrumento de concierto
El primer movimiento de la sinfonía lleva por título, la fuerza de la tierra, expresando los sentimientos telúricos que los indígenas conocen como yahvalbulumil, el espíritu de la tierra. Para su representación, el compositor utiliza grabaciones de cantos de los indios lacandones[1], una música estremecedora de carácter hipnótico. Empieza mediante sonidos profundos que expresan la generación de la energía. Una energía que se empleará en la creación del cosmos. Entonces aparecerá el hombre, representado por los cantos grabados de los lacandones. En la parte intermedia del movimiento se escucha la grabación del canto de una niña lacandona invocando al jaguar, animal muy relacionado con los cultos de la tierra en los pueblos mesoamericanos. Ritmos repetitivos nos indican la fuerza de la naturaleza. Solos de los metales añaden su magia.
El segundo movimiento, oratorio bajo la ceiba[2], empieza con la intervención del instrumento solista, la marimba. La ceiba es para la cultura maya el símbolo del universo. Para los lacandones por sus raíces subían al mundo sus ancestros y por su tronco y ramas llegaban los muertos hasta lo más alto de los cielos.
La marimba se mueve sobre su registro grave, con acordes del fagot y del corno inglés que nos llevan a un inframundo. Luego la marimba sube hacia registros más agudos en este movimiento intermedio de carácter contemplativo, que podemos imaginar como la parte lenta de la sinfonía clásica.
El tercer movimiento, los misterios festivos, está inspirado en los recuerdos de antiguas ceremonias tribales. Expresan el alma del pueblo de Chiapas. Musicalmente se expresa mediante solos de la marimba, que en este movimiento tiene su intervención más importante. La orquesta añade llamadas de misterio. Se realizan citas musicales de las fiestas rituales de una cultura que se está extinguiendo, mediante ritmos repetitivos y nuevos cantos grabados de los indígenas.
En la sección final aparece una melodía repetida por diversos instrumentos de la madera, que enlaza con una clara forma melódica representando la entrada a una nueva época. Un moderno lenguaje musical nos habla del futuro enfrentado a la realidad actual. Potentes golpes de la percusión cierran la obra.
La sinfonía ha sido interpretada por la New Philarmonia Orchestra de Londres dirigida por Eduardo Mata en el Royal Festival Hall, siendo muy elogiada. Una música que combina elementos modernos con cantos de los indígenas evocando el pasado. Expresa el misterio de la selva mesoamericana, como una fuerza mágica y poderosa.
Se basa en la música de las comunidades indígenas de Chiapas, que la fuerza de la naturaleza los conduce, mediante sus ritmos, a estados de exaltación espiritual que suelen reflejarse en euforia festiva o en un estado contemplativo. Una forma musical muy original que integra la música en la naturaleza íntima del hombre.
El "Oratorio en la cueva de la marimba" compuesto en 1984 para flauta y marimba natural de piedras estalactitas, tiene su origen en un fenómeno natural. Un campesino llamado Salomón Alegría descubrió en 1980 una cueva oculta en el bosque. En su interior se encontraba una formación calcárea en forma de marimba que la propia naturaleza había creado con base de estalagmitas.
Cuando el compositor visitó la cueva constató la belleza estética de esta marimba ancestral realizando un estudio de sus posibilidades sonoras. De aquí nació la composición de una obra mediante el empleo de estas formaciones naturales golpeadas delicadamente por mazas, a las que se añadieron los sonidos de las flautas y algunas palabras en lengua zoque, una etnia originaria del lugar, relacionadas con el culto de las grutas, como puertas misteriosas de entrada al inframundo. La obra recibe por ello el subtítulo de Invocaciones a los cultos de la gruta.
"El canto de los volcanes" es una ópera en un acto compuesta en 1994. Una obra de gran belleza lírica inspirada también en la propia naturaleza, escrita en un lenguaje armónico tradicional, con importante empleo de la percusión para la descripción de las erupciones volcánicas y también con solos para la marimba.
Álvarez del Toro escribe en 1994 "El Gigante" (Himno a Chiapas), para tenor, coro, marimba y orquesta. Una partitura de carácter patriótico ensalzando al gigante dormido, como se conoce al estado de Chiapas.
A finales de agosto de 1996 el compositor realizó un concierto en honor de su padre, en la isla del Caballito de Mar del río Grijalva, en el Parque Nacional Cañón del Sumidero, situado cerca de su ciudad natal, Tuxla Gutiérrez. En este peculiar concierto se estrenó su obra "Raíces" escrita en honor de su padre Miguel, para solistas vocales, cuerdas, flauta y guitarra.
En dicho acto además de la música, personal técnico del zoológico liberó tortugas, cocodrilos, iguanas verdes, boas, chachalacas[3], cotorras, arañas y mapaches, nacidos en el zoológico fundado por su padre.
En 2004 se estrena su ópera "Leyenda del Tepozteco", basada en la leyenda indígena sobre el dios del viento. El citado dios descubre a una hermosa doncella bañándose en una barranca y seducido por su belleza morena la deja embarazada. De ella nace Tepoztecatl el futuro señor de Tepotzlán, una localidad situada al norte del estado de Morelos.
Influenciado por el amor a la naturaleza durante su juventud pasada al lado de su padre, en la obra de Federico Álvarez del Toro, como se ha podido comprobar, predominan los temas relacionados con la biosfera, inspirándose en las fuentes sonoras de la selva tropical mesoamericana. Ha impartido además clases de música, historia y análisis musical.
Para terminar esta versión provisional, pues la vida continúa y su obra no está acabada, añadiremos unos comentarios realizados por ilustres músicos sobre sus composiciones.
Considero que Federico Álvarez del Toro es de la nueva generación, uno de los compositores mexicanos más originales. Él ha logrado asimilar y usar con eficacia los nuevos procedimientos de escritura musical, los nuevos recursos sonoros de la música actual y al mismo tiempo, ha conseguido conservar su identidad mexicana. Rodolfo Halffter
La música de Federico Álvarez del Toro es más que la música misma: es la toma de conciencia de un creador ante la música como fenómeno cósmico, ante el hombre como parte del cosmos y ante la inexorable distancia que se está abriendo entre el hombre y la naturaleza, entre el hombre y la tierra. Juan Arturo Brennan[4]
Padre de un neonacionalismo mexicano, integrador de la naturaleza cósmica, tanto en el sentido humano como biológico. Emplea los estilos musicales del mundo indígena a los que superpone las técnicas más modernas, para lograr un producto final de notable originalidad.
[1] Grupo indígena del tronco maya que habita en la selva lacandona en el estado de Chiapas cerca de la frontera con Guatemala.
[2] Arbol de centroamérica perteneciente a la familia de las Malvaceae, considerado como sagrado por diversas culturas prehispánicas de Mesoamérica
[3] Ave de la familia de las gallinaceas
[4] Crítico musical y compositor mexicano