Carson Cooman (1982- ) nació en los Estados Unidos en 1982. Sus primeros estudios de composición los realizó con Bernard Rands, Judith Weir, Alan Fletcher y James Willey. Sus profesores habían sido alumnos de grandes compositores, con estilos tan diversos como Luciano Berio, John Tavener, Roger Sessions y Howard Hanson. Se graduó en la Harvard University y en la Carnegie Mellon University. También estudió con Leonardo Balada, George Tsontakis y Elliot Gyger, entre otros. La diversidad estilística de sus maestros se reflejará en sus propias obras. Cooman trabaja como organista en iglesias episcopales, especializado en la interpretación de nueva música.
Es uno de los compositores más prolíficos de los Estados Unidos. Su catálogo contiene actualmente casi 800 obras, de todos los géneros, óperas, conciertos, sinfonías, obras para diferentes conjuntos de solistas instrumentales y vocales. Una de las características de sus obras es la brevedad de la mayor parte de las mismas.
“Kayser Variations” Op.63 para piano fue escrita en 1997 para la profesora de química Margaret Kayser en su jubilación. Una serie de variaciones sobre el himno inglés basadas en transformaciones numéricas de los elementos químicos de la tabla periódica. En 2001 compone su “Concierto para trompeta” (Silver Lagoons) Op.263, a la memoria de los compositores William Mathias y Olivier Messiaen.
Como organista compone muchas obras dedicadas a los servicios religiosos, especialmente para coro y órgano. En este tipo de obras usa el clásico estilo modal. En cambio en su “Sonata para piano Nº 3” Op.466 usa un lenguaje más duro y atonal.
La “Symphony of Light” Op.484 fue compuesta en 2003 para la Broeker Fund for New Music y Richard Mason. Está compuesta por tres movimientos con los títulos Winter Brightnesses, Eternity Canticle: First Light y Dawning. Escrita para orquesta de cuerda, sus movimientos pueden ser interpretados separadamente.
La “Sinfonía Nº 2” (Litanies of Love and Rain) Op.574 fue terminada en 2004, estando dedicada a Marisa Green. La obra se inspira en un poema de la poetisa norteamericana Kathleen Wakefield titulado “Desiring the Solitude of Rain”. El poema contiene imágenes de amor mezcladas con el deseo de la llegada de la lluvia. Está escrita en un solo movimiento que podemos dividir en tres secciones. Su orquestación es reducida, utilizando dos flautas, un oboe, dos clarinetes, un fagot, dos trompas, dos trompetas, un percusionista y cuerdas.
Empieza con un fuerte gesto del metal, como una señal que se repetirá en diversos momentos. El tema melódico principal es presentado por el clarinete, desarrollándose a continuación. Los motivos se hacen más rápidos pasando de uno a otro instrumento. La parte central es lenta, con la indicación en la partitura de, slow, ritualistic. La cuerda forma una especie de nube armónica, sobre la cual se escuchan solos líricos del fagot, trompeta y flauta. En la última sección se retorna a la música inicial con toda su energía sonora.
Una obra de breve extensión, con un estilo de difícil calificación con extensas melodías líricas, especialmente en la parte central, junto a partes más disonantes. Refleja una mezcla de amor con la llegada de la lluvia, anticipada en la coda, observándose en el horizonte.
La “Sonata para piano Nº 4” Op.620 es una obra muy disonante difícil de comprender. El “Concierto para piano” Op.649, compuesto en 2005 para la celebración del año Mozart en 2006, se basa en la transformación de la música mozartiana mediante procedimientos modernos.
La “Sinfonía Nº 3” (Ave Maris Stella) Op.650 fue terminada en 2005, para un pedido del Duquesne Contemporary Ensemble y dedicada a su director, el compositor David Stock. Un tributo a uno de los grandes defensores de la nueva música. Está escrita para orquesta de cámara comprendiendo una flauta, un oboe, un clarinete, un clarinete bajo, un fagot, una trompa, una trompeta, un trombón, un percusionista y cuerda.
La obra se basa en el canto gregoriano Ave maris stella, que le pareció apropiado para la Universidad católica de Duquesne. Está dividida en dos movimientos.
El primer movimiento que lleva el título, Pentimento, está basado en el canto gregoriano, pero se encuentra totalmente transformado, oculto por una capa de pintura como nos indica su título. Un cuadro pintado antiguamente que ha permanecido oculto por una nueva pintura más moderna. Empieza con una sección lenta introductoria, que parece volver a empezar una y otra vez. Después de una cadencia del fagot, empieza una sección más rápida, marcada en la partitura como sinister, con entradas del viento realmente siniestras. Después de nuevas transformaciones libres del canto gregoriano, una sección puente lo une nuevamente al material del comienzo. El material oculto debajo de la pintura empieza a revelarse lentamente.
El segundo movimiento se titula, Interrumped Motet, empezando con unas frases presentando el motivo. Ahora el tema gregoriano se usa de un modo más visible. Se desarrolla usando modernas técnicas y también procedimientos renacentistas, métodos del cantus firmus. En la parte final el material gregoriano es presentado con toda su fuerza para luego disiparse en la coda.
Una nueva obra con el estilo ecléctico de su autor, uniendo las técnicas disonantes actuales con el canto gregoriano renacentista. Las partes lentas son de tipo melódico, pero su armonía se endurece considerablemente durante los momentos más enérgicos.
Una de sus últimas obras, en estos momentos, es la cantata, ”The Litany of Light” Op.737, para soprano, barítono, coros, quinteto de metales, timbales y órgano, compuesta en 2007.
Podríamos comparar su obra con la de Hovhaness por su facilidad creativa y la fácil accesibilidad de muchas de sus obras. Si su vida es tan larga como la de Alan su catálogo puede ser inmenso. Una de las diferencias que los separa, es la mayor versatilidad del nuevo creador. Su estilo puede cambiar totalmente de una a otra obra. No desprecia ningún estilo del pasado o del presente. Obras dodecafónicas junto a las más conservadoras, como ofreciendo el amplio panorama en que se encuentra la música a principios del siglo XXI.
Pero es demasiado pronto para realizar una verdadera valoración de su obra, al tener en el momento de escribir estas líneas 26 años, una edad en la cual la mayoría de compositores sólo han realizado ensayos juveniles, muchas veces destruidos. Realmente la calidad de sus obras es variable, producto de una realización tan amplia. La crítica negativa corresponde al corresponsal de la revista española Ritmo, que lo acusa de superficial, de hacer música de bandas sonoras para alimentar al pueblo, sin aportar nada nuevo. Con ello demuestra su odio a todo lo que pueda sonar a música tonal. Para estos individuos superiores, la única música buena es la más odiada por los melómanos.