INDICE
Symphonia sum fluxae pretium spel
Elliot Carter (1908-2012) nació el 11 de diciembre de 1908 en New York, hijo de un hombre de negocios. Desde muy joven desarrolló su interés por la música. A los 16 años conoció al gran compositor innovador americano Charles Ives, cuando le vendió un seguro de vida a su familia. Aquel encuentro le decidió a consagrarse a la música. Pronto se interesó en la música de vanguardia. En 1925 acompaña a su padre en un viaje a Viena, donde compra todas las partituras que encuentra de Webern, Schönberg y Berg, para poder estudiar sus estilos. Estudió en la Universidad de Harvard y en la Longy School of Music. Entre sus profesores se encontraba Walter Piston y Gustav Holst.
En 1932 viajó a París estudiando con Nadia Boulanger, regresando en 1935 a los Estados Unidos. Destruye todas las obras compuestas durante estos años. Dirige el Ballet Caravan para el cual escribirá algunas obras. Entre 1939 y 1941 enseña música y otras disciplinas en el St. John’s College en Annapolis, Maryland. Sus primeras obras poseen una estética neoclásica. Entre ellas encontramos el ballet “Pocahontas” compuesto entre 1938 y 1939. El 6 de julio de 1939 se casa con la escultora y crítico de arte Helen Frost-Jones, de la cual tendrá un hijo, David Carter. Al principio de la guerra vive en Santa Fe, New Mexico.
La “Sinfonía Nº 1” fue terminada en Santa Fe en el mes de diciembre de 1942. Partes de la obra pertenecen a su anterior ballet “Pocahontas”. En 1954 realizó una revisión de la obra cuando su estilo había cambiado totalmente. A pesar de llevar el número uno, no existe ninguna segunda sinfonía del autor. Hasta la actualidad Carter ha empleado la palabra sinfonía en otras dos obras, apartadas totalmente del sentido clásico del género.
La orquestación emplea un reducido conjunto instrumental compuesto por madera por duplicado, dos trompas, dos trompetas, un trombón, timbales y cuerda. La sinfonía está dedicada a su mujer Helen.
El primer movimiento, moderately, wistfully, posee como base dos ritmos diferentes, cambiando constantemente los tempos. Una técnica que en sus obras de madurez empleará en un estado más avanzado. Este movimiento se inspira en melodías marineras recogidas en Cape Cod, en la costa de Massachussets donde se casó con Helen. En la revisión de 1954 modificó los acordes iniciales. A pesar de tratarse de una obra de carácter tonal resulta difícil de analizar por su libertad estructural.
El segundo movimiento, slowly, gravely, presenta una melodía amplia interpretada por la cuerda, que va creciendo sin presentar un verdadero desarrollo. La madera continúa con el tema, conduciéndolo hacia una parte más expansiva. Un solo de trompeta toma el motivo, interpretándolo en forma de himno en la parte central del movimiento. La música va creciendo lentamente hasta llegar a su climax para luego terminar con gran suavidad.
El tercer movimiento, vivaciously, empieza con una danza interpretada por el violín de origen casi folclórico irlandés. Este movimiento fue el primero en ser escrito y probablemente proviene de la música compuesta para su anterior ballet. Los motivos rítmicos acompañan las intervenciones del viento. En la parte central aparece un solo de clarinete con influencia de la música de jazz. Es notable destacar el empleo del contrapunto en este movimiento. Termina con una coda con nuevos motivos de música de jazz.
Se trata de una obra escrita en la primera etapa compositiva de Carter, cuando todavía no había abandonado la tonalidad, escrita en un estilo neoclásico. Puede considerarse como una de las obras más populistas del autor, especialmente en el último movimiento.
Durante el verano de 1944 compone la “Holiday Overture” para celebrar la liberación de Francia. Se trata de una obra de carácter triunfante, que emplea ritmos sincopados en un estilo muy lejos aún de su posterior complejidad, a pesar del uso de las disonancias.
Después de la guerra enseña teoría de la música y composición en el Peabody Conservatory de Baltimore. Recibe una beca de la fundación Guggenheim y en esta época escribe su primera obra en el nuevo progresista estilo.
Carter realiza un cambio radical de su técnica compositiva con su “Piano Sonata” de 1946. A pesar de ello no buscaba la innovación como un fin, sino como un nuevo medio de expresión. Pero la primera obra en que experimenta todas las técnicas más avanzadas es su “Cuarteto de cuerdas Nº 1” compuesto en 1951. Una obra en la que no le preocupa la facilidad de su interpretación ni de su audición. Empieza su periodo atonal, con complejas relaciones rítmicas y armónicas, a pesar de seguir una estructura clásica. En el campo de la música sinfónica compone las “Variations for Orchestra” entre 1954 y 1955, empleando también una armonía disonante.
En 1965 compone el “Concierto para piano” una obra compleja en la que el piano se rodea de un conjunto de cámara que se enfrenta al resto de la orquesta. Un concierto atonal realmente difícil de escuchar.
“A Symphony of Three Orchestras” fue terminada el 31 de diciembre de 1976, siendo una obra encargada para la celebración del segundo centenario de los Estados Unidos. Para su interpretación necesita una orquesta dividida en tres partes. Una de ellas comprende el metal, timbales y aproximadamente la mitad de cuerda. La segunda clarinetes, percusión tonal con piano y un pequeño grupo de instrumentos de cuerda. Finalmente la tercera comprende la madera, percusión atonal y el resto de la cuerda. Carter se basa en el poema “The Bridge” de Hart Crane como fuente de inspiración, una visión de América como ideal metafísico. No comentamos esta obra por no poder escucharla.
Los cuartetos de cuerda son obras fundamentales en la música de Carter. El segundo y el tercero han ganado los premios Pulitzer de Música de 1960 y 1973 respectivamente. El último compuesto es el “Cuarteto de cuerda Nº 5”, terminado en 1995.
La “Symphonia; sum fluxae pretium spel” fue compuesta entre 1993 y 1996, en forma de tríptico orquestal. Los movimientos fueron creados a partir de diferentes encargos. El primero Partita, para la Chicago Symphony, el segundo Adagio tenebroso para la BBC y el último Allegro scorrevole para la Cleveland Orchestra. Pueden ser interpretados separadamente, pero su completo sentido no puede ser comprendido sino se interpretan juntos. Como en el caso anterior no se comenta al no poseer ninguna grabación de la misma.
Después de haber cumplido sus 90 años compone su primera ópera “What Next?”, una obra que contrariamente a la seriedad de toda su música es una comedia. Actualmente, cerca de cumplir los cien años, vive en un confortable apartamento en el Greenwich Village de New York, continúa componiendo y ha terminado una obra para ser estrenada por la Boston Symphony Orchestra dirigida por James Levine cuando cumpla el centenario, este próximo diciembre de 2008.
En Europa se conoce a Carter como el más importante compositor americano, a pesar de la opinión de muchos melómanos que consideran su música demasiado complicada, áspera, sinceramente fea. Resumido en una frase, Carter escribe el tipo de música a la que se refieren los melómanos, cuando dicen que no les gusta la música moderna.
El propio compositor reconoce que su música puede sonar confusa cuando se escucha por primera vez. A pesar de ello su elaboración ha sido muy complicada y su escucha requiere enorme concentración. Si se quiere escuchar música por pura diversión no se deben oír las obras de Carter.
En realidad, nunca he pensado en componer para el público, explica el compositor. A menudo he pensado en escribir para los intérpretes, pero no para el público. Cuando escucho música de alguno de mis colegas o estudiantes que escriben específicamente para interesar al público, me aburre, pero creo que el mundo de la música necesita gente como ellos. Siempre ha existido gente así.
En una opinión de Carter sobre la popularización del minimalismo lo compara con la muerte. Si escribes un compás y luego lo repites nuevamente, la música cesa de tener relación con el compositor, desde mi punto de vista, claro. Significa que una persona ha dejado de vivir. No tiene nada que ver con la música. El minimalismo es muerte.
Bien, el minimalismo realmente existe, porque hay gente que piensa que es muy bueno. Pero yo no lo entiendo. Pienso que uno de los problemas con los que convivimos es que este tipo de repetición se encuentra en todas partes, en los anuncios, en los sistemas públicos de información y con los políticos, que siempre nos están repitiendo las mismas cosas. Creo que vivimos inmersos en un mundo minimalista. Esto es lo que pienso. La otra gente puede pensar lo que quiera.
El carácter innovador de su música hace que sea interpretada por grandes orquestas y directores como Leonard Slatkin o Daniel Barenboim y que haya recibido muchos honores de las instituciones oficiales. El propio Stravinsky consideró varios de sus conciertos como obras maestras. Pero el consumidor de música, el público que frecuenta los conciertos, siempre tendrá reparos en escuchar una música, que debido a su complicación hace muy difícil apreciar su belleza. Como el propio compositor ha confesado, su música no está escrita para ser escuchada por los melómanos.