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La sinfonía se transforma es programática. Elementos extra musicales de carácter poético se introducen en sus obras. Es la preparación de un nuevo género que finalmente se separará de la estructura de la sinfonía y que dará lugar al poema sinfónico. En el caso de Berlioz la música adquiere una importancia mayor que el texto en que se basa.
Hector Berlioz (1803-1869) nació en La Côte-Saint-André (Isère), cerca de Grenoble el 11 de diciembre de 1803. Estudia música y aprende a tocar la flauta y la guitarra. Es curioso observar, debido a que en su casa no había piano, nunca aprendió a tocar este instrumento. Durante su época como compositor escribía sus obras directamente para orquesta. Obligado a estudiar Medicina por su padre, se traslada a París en el año 1821, donde descubre que su verdadera pasión es la Música. Sus primeras obras obtienen escaso éxito y para ganarse la vida trabaja desde 1823 como crítico musical. Su primera obra que verá ejecutar es su Messe Solennelle, estrenada el 10 de julio de 1825. Pero en aquellos momentos su mayor aspiración es conseguir una beca, ganando el Prix de Rome.
El Prix de Rome era concedido por la prestigiosa Académie Française. Sus ganadores conseguían una beca de estudios durante cinco años, con la posibilidad de estudiar en Roma y en Alemania. En 1826 se presentó Berlioz por primera vez, pero fue eliminado en las pruebas preliminares, donde se pedía la composición de una fuga a cuatro voces. Este fracaso le decide a tomar clases en el Conservatorio de París, en aquel tiempo dirigido por Cherubini, estudiando contrapunto con Antonin Reicha.
Se volvió a presentar en 1827 pasando la prueba inicial, pero su cantata “La muerte de Orfeo” al obligarle a enseñar una reducción para piano no logró triunfar. El pianista la encontró demasiado difícil. Se presentó por tercera vez en 1828 con la cantata “Herminia” de un estilo más académico, vistos los gustos conservadores del jurado. Logra el segundo premio. En el mes de julio de 1829 está seguro de ganar el premio con su nueva cantata “La muerte de Cleopatra”, pero el jurado encontró la obra indigesta y subversiva, lo cual indignó al compositor. Este año el premio fue declarado desierto.
Pero determinado a triunfar, en el mes de julio de 1830 se presenta con la nueva cantata “La muerte de Sardanápalo”, inspirada en un texto de Lord Byron que describe la muerte del rey de Asiria, ordenando sacrificar a sus esclavas más bellas, que tan bien representó Delacroix, para acabar pereciendo en el incendio del palacio junto con todos sus bienes.
Esta vez consigue por fin ganar el primer premio, al presentar una obra más apropiada para el gusto del jurado. Una vez conseguido el premio, modifica la parte final de la obra, realizando una grandiosa escena sinfónica que representa el incendio. En el épico concierto del 5 de diciembre de 1830 fue escuchada la versión completa junto al estreno de su “Sinfonía Fantástica”, obteniendo un gran éxito, cosa que no logró con la sinfonía declarada incomprensible. Pero con el tiempo esta última obra lo llevaría a la fama.
Después de la caída de Napoleón en 1814, se había restaurado la monarquía borbónica. Pero a partir de 1820 las ideas liberales van en aumento, llegando finalmente al pueblo que se subleva. Entre el 27 y el 29 de julio de 1830 estalla en París la revolución liberal conocida como los tres días gloriosos, que provocan el derrocamiento de los Borbones en la figura de Carlos X, que tiene que escapar a Inglaterra y la instauración de un régimen político liberal, en la persona de Luis Felipe de Orleans. Berlioz estaba encerrado en la Academia componiendo su “Sardanápalo” durante los días revolucionarios.
La visita de una compañía de teatro inglesa en 1827 para la representación de obras de Shakespeare, marcaría a Berlioz para siempre, incrementando su admiración por el autor y creando su primer drama personal de matiz enteramente romántico. Se enamoró perdidamente de la actriz que representaba en el Théâtre de l’Odeon a Ophelia y a Juliette, Henriette Smithson. Para ella escribiría su más importante sinfonía. Pero para su desgracia no le hizo el menor caso y cuando terminaron las representaciones, el 2 de marzo de 1829, Henriette marchó con su compañía teatral hacia Amsterdam.
La lectura del Fausto de Goethe le impresionó tanto, que decidió escribir una obra. Fueron las “Huit Scènes de Faust” compuestas en 1829. Inmediatamente después de esta obra empezó la composición de su “Sinfonía Fantástica”. La primera versión de la obra fue terminada el 16 de abril de 1830. Poco después gana el Premio de Roma, el 21 de agosto.
Algunas obras de Berlioz tienen su número de Opus, debido a que fueron publicadas durante su vida, pero muchas otras no lo tienen. Berlioz destruyó todas las obras anteriores a su Opus 1, aunque más tarde aprovechó muchos de sus temas. El Dr. Kern Holoman, profesor de Música en la Universidad de California, en Davis, realizó una catalogación de todas sus obras en 1987, la cual se va corrigiendo y ampliando. La numeración pretende ser cronológica y usa las siglas H.x, siendo x el número de la obra. Así la “Sinfonía Fantástica” es la H.48.
La “Sinfonía Fantástica” Op.14 escrita entre los meses de enero y abril de 1830 es su primera sinfonía. Se estrenó en París el 5 de diciembre de 1830, en el concierto citado anteriormente, por la Orquesta del Conservatorio de París dirigida por Habenek, con poco éxito entre el público que no comprendía la excentricidad del músico. Berlioz realizó diversas modificaciones a su obra, no publicándola hasta el año 1845.
Es una obra revolucionaria, la más importante escrita desde la muerte de Beethoven en el momento de su estreno. A pesar de su inspiración en la Pastoral de Beethoven, Berlioz rompe todos los esquemas tradicionales de la forma sinfónica. La forma sonata se va destruyendo, siendo imposible reconocerla en su movimiento final. Su instrumentación además de contar con una numerosa sección de percusión, incluyendo campanas, cuatro arpas y una amplia sección de metal, contiene detalles sorprendentes en aquella época.
Se trata de una obra programática según afirmó el propio Berlioz, distribuyendo un programa explicativo de cada movimiento y subtitulándola Episodios de la vida de un artista. Pero en su estructura conserva los movimientos de una sinfonía. Así el primer allegro está escrito en la forma sonata, con más o menos libertad. Pero además tiene una serie de referencias autobiográficas relacionadas con su pasión por la actriz inglesa de 27 años de edad, Harriet Smithson, que como hemos dicho, en el año 1827 había representado obras de Shakespeare en París, fascinando al compositor. Tanto que años más tarde se casó con ella, pero esto ya es otra historia, como veremos más adelante.
El programa presentado por Berlioz es de carácter fantástico, en parte tomado de la obra “The confessions of an Opium Eater” de Thomas De Quincey. Este programa, distribuido a los espectadores antes de interpretar la obra, sufrió diversas modificaciones, siendo la última la del año 1855. Pero cada vez las notas son más escuetas, dando mayor importancia a la música.
La explicación programática que a continuación acompaña a la descripción de esta obra, está basada en las ideas de Berlioz, pero expresadas de forma más o menos libre.
Un joven músico con una sensibilidad enfermiza, se droga con opio en un arrebato de desesperación amorosa. Postrado en un pesado sueño tiene las visiones más extrañas. Estas sensaciones, sentimientos, recuerdos, se traducen en su cerebro en imágenes musicales. La mujer adorada se convierte en la idée fixe.
La primera parte es titulada por Berlioz como Ensueños y Pasiones. Empieza con un largo mediante un melancólico tema presentado por los primeros violines, llamado por su autor el malestar del ánimo. Sigue el allegro agitato y appassionato assai, con su tema principal y leitmotiv de toda la sinfonía, la idée fixe, cuya primera parte, pertenece al principio de la cantata Herminie que ya se ha mencionado en el párrafo sobre el Prix de Rome. Está presentada por los primeros violines y la flauta.
El tema secundario es una modificación del propio tema principal. En el inicio del desarrollo, la idée fixe está confiada a las violas, violoncelos y contrabajos. Unas escalas cromáticas de la cuerda aumentan la tensión, hasta llegar a la parada de la orquesta, en una pausa que abarca tres compases. Después encontramos un desarrollo contrapuntístico del tema secundario y una melodía del oboe en contrapunto con la idée fixe. La reexposición termina con imitaciones de los instrumentos de viento de la idée fixe que se va diluyendo hasta acabar con una cadencia religiosa o sea en el estilo de la música de la Iglesia.
La explicación programática más o menos libre es la siguiente. El joven músico recuerda con la pena en el alma, la melancolía en la que había caído antes de conocer a su amada. La música expresa este malestar del ánimo. Pero rápidamente aparece una muchacha que cambia su vida. Se enamora apasionadamente, un amor volcánico que todo lo arrasa. La partitura expresa sus cambios anímicos, sus angustias delirantes, sus momentos de ternura, sus celos furiosos. La mujer amada se ha transformado en una melodía, en la idée fixe, que le persigue por todos lados. Al no conseguir sus fines busca consuelo en la religión.
La segunda parte está titulada Un baile. Se trata de un scherzo en forma de un elegante vals. En su instrumentación las arpas le dan un color delicado. En el trío aparece nuevamente la idée fixe, primero interpretada por la flauta y el oboe y luego por la flauta y el clarinete. Se repite el vals con nueva instrumentación y en la coda aparece otra vez la idée fixe, ahora interpretada por el clarinete solo. Termina con el crescendo que había sido interrumpido por la idée fixe.
El joven músico va a un baile donde a pesar de la alegría se le presenta el recuerdo de su ser amado. Pero el mundo no se detiene, la música continúa girando.
La tercera parte se titula Escena en los campos. Es un adagio que empieza con un dúo pastoral interpretado por el corno inglés y el oboe solistas. Luego los violines primeros y la flauta presentan el idílico tema principal. Este tema pertenece al Gratias de su “Messe Solennelle” de 1824. Después de varias variaciones del tema que terminan en un crescendo, se encuentra un fragmento de canto de pájaros, efecto producido por varios instrumentos de viento. Luego se repite el tema principal y vuelve a presentarse la idée fixe, respondiendo a un recitativo dramático de los bajos de la orquesta.
Termina escuchándose truenos lejanos producidos por los timbales, mientras resurge de nuevo la idée fixe. Como coda se repite, esta vez por el corno inglés, el motivo pastoral del principio del movimiento, interrumpido por los truenos lejanos. Nos inculca el sentimiento de soledad.
Nuestro personaje se encuentra en el campo. Dos pastores dialogan cantando un “Raz des vaches”, una melodía pastoral. La naturaleza del lugar logra calmar su ansiedad. El canto de los pájaros le comunica unos sentimientos más serenos. Pero vuelve a surgir la visión de su amada. Le asaltan las dudas, los celos. ¿Es posible que le esté engañando?. Se escuchan los truenos de una tormenta lejana. El pastor se ha quedado solo tocando su melodía. El músico medita en su soledad.
La cuarta parte se titula Marcha hacia el suplicio. Es un allegretto non troppo en forma de marcha trágica. Empieza con redobles rítmicos de los timbales, siguiendo con la introducción de la sombría marcha por los violoncelos y contrabajos. Se repite varias veces aumentando la tensión. En una especie de trío, los vientos presentan un segundo tema brillante y solemne. Continúa con la repetición de la marcha, cada vez con más potencia. Reaparece la idée fixe en un solo de clarinete. Un seco acorde de la orquesta, acompañado por pizzicatos descendentes de las cuerdas, representa la caída de la guillotina y el ruido de la cabeza rodando por el suelo. Un redoble de timbales y tambores termina el trágico movimiento.
El músico sabe que su amada le ha traicionado. Se siente engañado. Se envenena con el opio, pero solo para tener extrañas visiones. Ha matado a aquella que tanto amaba, ha sido condenado por ello. Ahora es conducido a la horca, asistiendo a su propia ejecución. El cortejo se acerca al son de una marcha desgarradora pero también solemne y brillante. Al llegar al cadalso aparece la visión de su amada, que se interrumpe con el golpe fatal de la guillotina. Su cabeza cae al suelo.
La quinta y última parte se titula El sueño de una noche del Sabbat. Empieza con un larghetto con una introducción interpretada por las cuerdas, con llamadas de los vientos. Aparece nuevamente la idée fixe, mediante el clarinete acompañado por timbales y bombo, pero esta vez transformado en lo que se llamaba estilo canaille, un estilo burlón del populacho. Después de varias repeticiones con distinta instrumentación, se inicia el tema principal o sea el tema del Sabbat, interrumpido por el tétrico sonar de las campanas. Aparece la melodía del Dies Irae, primero interpretada por fagots y tuba y luego por trompas y trombones. Pronto se transforma también al estilo canaille. El tema del Sabbat se interpreta en modo fugado hasta la reaparición del Dies Irae en los violoncelos y trompa. El tema del Sabbat se deforma mediante escritura cromática. Se llega a una sección en la cual las dos melodías, la del Sabbat, en las cuerdas y la del Dies Irae en los vientos, se unen contrapuntísticamente. La coda final está basada en el tema del Sabbat deformado rítmicamente, en una especie de danza diabólica.
Nuestro músico se encuentra en un Sabbat, rodeado de toda clase de monstruos, espectros, brujas, reunidos para la celebración de sus funerales. Aparece de nuevo su amada pero ha perdido su dignidad. Ahora es uno de los horribles personajes que participan en el Sabbat. La gente se ríe con ella. Se mezcla a la orgía diabólica. Suena el Dies Irae como una burla, mezclándose con los sonidos de la orgía, terminando en una danza diabólica.
Si recurrimos a la interpretación autobiográfica de la obra, veremos que la idée fixe, representa a su amada, la actriz inglesa Harriet Smithson y el joven músico es el propio Berlioz. La música refleja sus recuerdos, su melancolía por no haberla conseguido, sus celos. En las fiestas su recuerdo le persigue, sin dejarle disfrutar. Intenta refugiarse en el campo, pero sin conseguir evitar su recuerdo. Se siente solo, abandonado.
Al enterarse de su engaño, de su traición, la mata. Es condenado a la horca y su cabeza es cortada. En el infierno la vuelve a encontrar rodeada de monstruos. Pero ya no es la misma. Ha perdido su ternura, su timidez, su dignidad. Se ha convertido en un ser monstruoso que se une a la fiesta infernal. Es curioso observar que la obra refleja un presentimiento, sobre lo que podría haber realmente ocurrido. Pero la muchacha seria otra, se llamaba Camille, como veremos a continuación.
En la primavera de 1830 se enamora de Camille Moke, una hermosa pianista de 18 años. Para cubrir parte de sus gastos, Berlioz había aceptado dar clases de guitarra en una pensión de señoritas, l’Institut orthopédique pour jeunes filles. Allí Camille daba lecciones de piano y conocía a través de un amigo común, enamorado de ella, los problemas amorosos que sufría Berlioz. Se trataba del compositor y pianista alemán Ferdinand Heller. Pero el hombre no se decidía a consumar el fuego de su amor, decepcionando a la ardiente muchacha.
Berlioz se deja seducir por la belleza y juventud de la muchacha, iniciando un tórrido romance, traicionando a su amigo, que desengañado vuelve a Frankfurt.
Como ya se ha dicho, en el mes de julio Berlioz se prepara para el Prix de Rome, obteniendo el premio. Una de las condiciones del premio era una estancia en Roma. Pero Berlioz en aquellos momentos no deseaba abandonar París. El 7 de noviembre estrena su “Fantasía sobre La Tempestad”. Empezaban a interpretarse sus obras y vivía una ardiente pasión junto a Camille. Con la excusa del estreno de su Sinfonía logra demorar su partida. El estreno de su cantata “La muerte de Sardanápalo” y de su primera sinfonía ocurrió, como se ha dicho, el 5 de diciembre de 1830. Poco después se promete con Camille, deseándose amor eterno.
Su viaje a Italia empieza el 29 de diciembre de 1830. Llega a Roma alojándose en la Académie de France, la mansión de Villa Medici. Al no recibir cartas de Camille quiere regresar a París. Pero encontrándose en Florencia recibe una carta de la madre de Camille, acusándolo de llevar a su hija a la perdición y anunciándole que Camille se casaba con el conocido y rico fabricante de pianos Pleyel, hijo del compositor Ignace Pleyel. Desesperado decide matar a las dos, la madre y la hija y luego suicidarse. Lo tiene todo planeado, se disfrazará de mujer para no ser reconocido. Pero gracias a la lentitud de los viajes en aquella época, tiene tiempo para pensar. Durante su estancia en Nice recapacita, recibe una carta de su director perdonando su escapada y vuelve a Roma.
Berlioz, cansado de estar en Italia, no termina su periodo en la Academia y pide permiso para regresar a París, llegando el 7 de noviembre de 1832. Se dedicará a preparar su nuevo concierto.
“Lélio ou ‘Le Retour à la vie’” Op.14b es la continuación de su sinfonía. No se trata realmente de una nueva sinfonía sino de un mono drama lírico. Lo comentaremos en esta obra por el interés que tiene al estar relacionado con su sinfonía y con la situación personal en la que se encontraba su autor. Como forma, lo podemos comparar con la cantata, que constituye la última parte de la segunda sinfonía de Mendelssohn. Fue compuesto durante su estancia en Italia, entre los meses de mayo y junio de 1831.
Durante el viaje de regreso a Roma, después de su estancia de tres semanas en Nice, donde se recupera del trauma sentimental sufrido, concibe la obra como una continuación de su “Sinfonía Fantástica”. Hace resucitar al músico, muerto en la sinfonía. Autobiográficamente representa la vuelta a la vida de Berlioz al superar el profundo estado de depresión que su tragedia amorosa le había dejado. Termina la obra en Roma en el mes de junio de 1831, con el título de “Le Retour à la vie”.
La obra se estrenó el 9 de diciembre de 1832 en el Conservatorio de París. En 1855 Berlioz hace una revisión de la obra que afecta principalmente a los monólogos. Publicada un año más tarde recibe el nombre de “Lélio”, como protagonista de la historia. Debe representarse después de escuchar la “Sinfonía Fantástica”, como el Segundo episodio de la vida de un artista. Los ejecutantes están ocultos detrás de una cortina. En el proscenio recita Lélio. En la última parte se levanta el telón.
Consiste en seis composiciones separadas por monólogos dramáticos. Como nexo de unión aparece la idée fixe, al principio y al final. Las seis partes pertenecen a obras compuestas anteriormente por Berlioz. No se trata de música nueva. Lo que realiza es una continuidad entre las partes escribiendo nuevos textos y realizando los oportunos cambios.
La primera parte titulada “Le Pêcheur” es una balada con texto de Goethe, que había compuesto en 1827. Empieza por una parte recitada en la cual Lélio o sea el propio compositor, nos cuenta la última parte de su sinfonía, su muerte y su visión de la ronda infernal. El tenor acompañado al piano canta la balada, un recuerdo de la vida de Lélio, de un hecho ocurrido hace cinco años. El recitativo es interrumpido por la idée fixe, recordándonos que se trata de su amada.
La segunda parte el “Choeur des ómbres”, es una nueva versión de la “Invocación de Cleopatra a los Faraones”, perteneciente a su cantata “La mort de Cléopâtre” del año 1829. El recitado nos habla de las impresiones que le produjeron las obras de Shakespeare, la tragedia de Hamlet. Es un coral para hombres, acompañado por la orquesta, tétrico y misterioso.
Continúa con “La Chanson de Brigands”, probablemente una nueva versión de una canción de piratas que se ha perdido, compuesta al parecer en 1828. El texto de la parte recitada comprende una defensa de la obra de Shakespeare y un grito de lucha sobre los profanadores que osan modificar su obra. Pedirá ayuda a los bandidos del sur de Italia para acabar con ellos. La canción está interpretada por un barítono acompañado por un coro de hombres. Se trata de una crítica contra el periodista Fetis que pretendía hasta modificar obras hasta del propio Beethoven.
La cuarta parte es el “Chant de Bonheur”, que proviene de la cantata “La Mort d’Orphée” de 1827. La exaltación del narrador se ha calmado. La puerta del infierno se ha cerrado. Una nueva vida aparece más radiante. Después de un preludio orquestal, el tenor acompañado por el arpa canta el himno a la felicidad. Sueña estar en los brazos de su amada.
La quinta parte se titula “La Harpe Ëolienne – Souvenirs”. Este fragmento también proviene de “La Mort d’Orphée”. Está sacado de la parte final de la obra. En la sección recitada, el músico sueña en volver a encontrar a su Ophélie, a su Juliette. Sus recuerdos de felicidad se mezclan con el concierto fúnebre de su final. Un expresivo larghetto para orquesta sola, subraya sus palabras.
La parte final se titula “Fantaisie sur la Tempête”. Está basada en la obra estrenada en 1830 y su instrumentación comprende el coro, dos pianos a cuatro manos y gran orquesta. La cortina que ocultaba a los intérpretes se levanta. El recitador nos cuenta como la muerte lo ha rechazado. La música ha sido su salvación. Por ello ha escrito esta escena final como homenaje al gran Shakespeare. La dulce Miranda, el malvado Caliban. Luego da unos consejos a los ejecutantes de la obra y a la orquesta, iniciando la interpretación de la brillante página. El texto está escrito en italiano, recordando su composición en Roma. Termina con una espectacular coda, en la cual destaca la percusión.
Finalmente Lélio felicita a todos los intérpretes por la magnífica representación, diciendo que a partir de ahora ya serán capaces de interpretar obras más complicadas y se despide diciendo que le dejen solo. El coro sale junto con parte de la orquesta, baja el telón, dejando a Lélio solo en el proscenio. Entonces se escucha de nuevo la idée fixe. Lélio escucha y finalmente dice “Encore et pour toujours!”, abandonando la escena.
La relación de esta obra con su todavía no olvidada Harriet Smithson, es evidente. Pero también podemos observar la influencia del desengaño ocasionado por la pizpireta Camille. Pero la historia ofrece páginas inesperadas.
Berlioz se entera que su idílico amor ha regresado a París. Le envía una entrada para que asista al estreno de su obra. La actriz inglesa se encuentra en un mal momento, el público de París ya está cansado de Shakespeare. Ahora triunfan los grandes románticos. La ahora directora teatral está arruinada. El 9 de diciembre de 1832 escucha la brillante obra comprendiendo que Berlioz continuaba amándola. Cuando presencia la segunda parte de la obra, con las palabras del monodrama, no tiene más dudas, la deseada Ophélie, la Juliette, se trataba de ella y Lélio era el propio Berlioz. Al día siguiente Berlioz fue recibido por la actriz.
La familia de ambos se oponía a esta unión. El Teatro Inglés de París se vio obligado a cerrar sus puertas, Harriet estaba arruinada. Para mas desgracia se fractura una pierna en una desafortunada caída, al bajar de un carruaje. El 3 de octubre de 1833 Berlioz se casa con Harriet Smithson, en la capilla de la Embajada de Inglaterra, siendo Franz Liszt el padrino. Se instalan en una pequeña casa en el barrio de Montmartre. Berlioz para poder mantener a su familia, trabaja como crítico musical en el periódico Le Rénovateur.
“Harold en Italia” Op.16 fue compuesto entre los meses de marzo y junio de 1834. Es su segunda sinfonía. Empieza siendo un encargo de Paganini, que deseaba una composición para viola y orquesta. La obra fue estrenada el 23 de noviembre de 1834 en el Conservatorio de París, obteniendo un gran éxito, a pesar de los fallos producidos durante su interpretación. Pero este éxito no fue duradero, poco tiempo más tarde se olvidó. Paganini no pudo escucharla hasta cinco años más tarde, cuando ya se encontraba al borde de la muerte. A pesar de todo le emocionó y le mando un generoso pagaré.
En esta obra, también de carácter programático, recogiendo impresiones de su estancia en Italia, el héroe representado por la viola es Childe Harold, un personaje sacado de las obras de Lord Byron. Pero en este caso, el compositor se limita a las explicaciones dadas por los títulos encabezando cada movimiento. Es una sinfonía con viola solista. Paganini al principio se molestó, porque lo que deseaba que le escribiese Berlioz era un concierto para viola y orquesta. La viola debía sobresalir, en una obra escrita para un virtuoso como era Paganini. Pero Berlioz tenía sus propias ideas y las materializó.
El primer movimiento empieza con un adagio y lleva por título Harold en las montañas. Escenas de melancolía, felicidad y alegría. Los violoncelos y contrabajos inician una línea sinuosa a la que se van añadiendo instrumentos en una especie de fugato que se anticipa a ciertas construcciones de Sibelius. El tema de Harold, la idea fija de esta sinfonía, precedente del leitmotiv wagneriano, aparece en las maderas.
Un forte de la orquesta evoca a las montañas. Harold se encuentra paseando por la montaña. La viola interpreta el tema a la manera característica de Berlioz, acompañada por el arpa. Nos expresa la melancolía de nuestro personaje. Se produce un cambio repentinamente. De la tristeza pasamos a la alegría. Empieza el allegro. Berlioz evoca una fiesta campesina. El primer tema de la viola expresa todavía la duda de Harold de participar activamente en la fiesta. En el segundo tema se integra en la misma y empieza la alegría. Harold se encuentra feliz. Una brillante coda termina el movimiento.
El segundo movimiento es un allegretto que titula Marcha de peregrinos cantando la oración de la tarde. Nos muestra el paso de una procesión. Se acerca, pasa y se aleja. La campiña en el crepúsculo. Los violines presentan la marcha de los peregrinos. Un do que se irá repitiendo, representa una campana lejana.
Aparece el tema de Harold en la viola interpretado más lentamente. En contrapunto escuchamos el tema de la marcha. Una campanada produce un cambio de armonía. La viola empieza tocando tranquilos arpegios en un magnífico pasaje de tipo impresionista, que también se anticipa al propio Debussy, sobresaliendo la melodía de la viola sobre el fondo armónico. La procesión se aleja. Escuchamos el do de la campana, las huellas de los peregrinos. Harold, finalmente se queda solo.
El tercer movimiento es un allegro assai, titulado Serenata de un serrano de los Abruzzi a su amada. Berlioz se inspira en la música popular que había escuchado durante su viaje a los Abruzzi, una región montañosa del sur de Italia, correspondiendo a una parte de los Apeninos. La música es trasladada a la orquesta. La cuerda marca un ritmo de baile. El corno inglés toca la serenata. Aparece Harold con su tema en la viola, se mezcla con el tema popular. De repente se da cuenta de la belleza de la serenata y Harold la interpreta. Los papeles se intercambian, la flauta acompañada del arpa toca el tema de Harold, mientras que Harold en contrapunto se dispone a cortejar a la serrana con su serenata. Harold alegre, termina su serenata mientras los campesinos abandonan la escena.
Termina la obra con su parte más espectacular e innovadora. El allegro frenético titulado Orgía de bandoleros. Recuerdos de escenas precedentes. La orquesta interpreta en fortissimo el tema de la orgía, cortado por temas de los movimientos precedentes. Similar a lo que realiza Beethoven en su novena pero de un modo nuevo.
Emplea la técnica del collage, adelantándose a su tiempo. Más tarde la emplearía Mahler, Ives y Schnitke, entre otros. La interpretación de la orgía es sorprendente por su dominio orquestal, sus espectaculares cambios de tono, sus disonancias. Al final de la fiesta, aparece un salto brusco de tres tonos enteros y se paraliza. Reconocemos a Harold y desaparece. Una coda grandiosa sobre el tema de la orgía, termina esta brillante página del genial compositor.
En el año en que se estrenó la sinfonía nace su hijo Louis, el 14 de agosto. Trabaja como periodista, escribe un Réquiem en 1837 y se introduce en el mundo de la ópera componiendo “Benvenuto Cellini”, estrenada en 1838, pero sin éxito.
La tercera sinfonía de Berlioz es su “Romeo y Julieta” Op.17 compuesta entre los meses de enero y septiembre de 1839. La primera audición se produce el 24 de noviembre en el Conservatorio de París, dirigida por su propio autor, que después de los problemas ocurridos en el estreno de “Harold en Italia”, ya no se fiaba de los otros directores. El éxito fue rotundo. Entre los espectadores de su estreno se encuentra Wagner, que se inspiró para la composición de su Obertura Fausto y más adelante para su Tristán. La sinfonía sufrió diversas correcciones, no siendo publicada hasta el año 1847.
El propio compositor escribió un prólogo para esta obra, explicando que se trataba de una verdadera sinfonía. “No es ni una ópera concertante, ni una cantata, es una sinfonía coral”. Los sentimientos y las pasiones están confiadas a la orquesta al contrario de la ópera. El famoso dúo de amor está interpretado por la orquesta, pues las palabras no pueden llegar a expresar lo que puede la música.
Berlioz cree en la continuación de la obra iniciada por Beethoven en su novena. La introducción de la voz humana en la sinfonía del futuro. Wagner también lo cree, pero de forma diferente, creando la ópera sinfónica. El tratamiento de Berlioz es el contrario, intenta construir la sinfonía operística. Wagner ve la sinfonía como un género agotado, Berlioz como un género que necesita una renovación. Acaso uno de los motivos de su conducta fueran los fracasos obtenidos en las representaciones de sus óperas. Lo verdaderamente cierto es que la forma cerrada de la sinfonía clásica se ha terminado. La forma sinfonía se destruye para renacer en una nueva forma mucho más libre, una forma en la que podrá perdurar en el futuro. La expresión domina a la forma.
La sinfonía está estructurada por una parte inicial explicativa que actúa como prólogo, las cuatro partes de la sinfonía propiamente dicha y un final donde intervienen los coros.
La primera parte empieza con una introducción orquestal viva en forma fugada, representando las peleas entre las dos familias, Capuletos y Montescos, por los canales de Verona. Un solemne motivo interpretado por los trombones nos muestra la intervención del Príncipe. El fugato inicial reaparece fragmentariamente y pronto se calla, para dejar paso al pequeño coro que cuenta la acción. La contralto solista acompañada, como ya es habitual en Berlioz, por el arpa describe el drama. Se trata de un preludio descriptivo para que los oyentes puedan seguir la acción que nos describirá la música. El Príncipe interviene para detener la lucha a muerte entre las dos casas. El cabeza de familia de los Capuletos celebra una fiesta, como nos cuenta el coro.
Romeo perteneciente a los Montesco vaga por los alrededores del palacio pensando en su adorada Julieta. La orquesta interpreta el principio de los temas que más tarde serán desarrollados. La fiesta termina. El coro nos cuenta la famosa escena del balcón, anticipando la melodía de la escena de amor. La contralto solista, acompañada por el arpa, canta el primer amor de Julieta en la canción “Premiers transports”, que más tarde se interpretará separada de la sinfonía, como un lied acompañado por piano. El tenor solista acompañado por el coro se burla del amor de Romeo, en una canción que habla del hechizo que la reina Mab, la reina de las hadas y los sueños, según la obra de Shakespeare, ha realizado sobre el amante. El coro final nos cuenta como la muerte tiene el poder final de reconciliar a las familias.
La segunda parte es el primer movimiento de la sinfonía en forma de andante. Empieza con un andante interpretado por los violines solos, un pasaje aéreo, con suspiros que presenta la soledad de Romeo y su tristeza. El oboe toma el tema desarrollándolo. Una figura rítmica, anuncio del baile, interrumpe el nostálgico tema. Se contrapone la melodía del oboe. Llega el allegro, empieza el baile. Es la descripción sinfónica de la gran fiesta celebrada en la mansión de los Capuleto. La fiesta se anima, sentimos las explosiones del viento y la percusión. De repente se detiene, escuchándose la melodía del oboe. Vemos a Romeo en silencio, solo y triste. Termina con una concluyente coda basada en el tema de la fiesta.
La tercera parte es el adagio de la sinfonía. Su parte más intensa y romántica, la famosa escena de amor. La orquesta nos presenta una cálida noche de verano. Suena una trompa con una llamada basada en dos notas y trozos de temas del anterior allegro, nos llevan a los jóvenes Capuleto que salen de la fiesta. Se escuchan sus cantos de despedida, por medio de parte del coro situado fuera de la escena. Luego el silencio y la cuerda inicia la escena de amor. Susurros de la cuerda y suspiros interpretados por el corno inglés y el clarinete van iniciando el tema. Aparece finalmente el apasionado tema de la escena de amor. Música sensual y apasionada, llegamos a una cumbre del romanticismo. Pero no es una música totalmente feliz, al estar empañada por sentimientos que presienten la tragedia que está a punto de ocurrir.
La cuarta parte corresponde al scherzo de la obra. Por medio de una orquestación transparente, el rápido movimiento se envuelve de ensueño y magia. Es la fiesta de los sueños de la reina Mab, citada anteriormente por los coros. La reina de las hadas y de los sueños envuelve a los amantes en su tela de araña. El trío presentado por las maderas continúa el clima cristalino. Las fanfarrias de las trompas intervienen en la repetición del scherzo, aumentando la atmósfera de fantasía, con la percusión de campanillas en su parte final.
Berlioz había escrito un segundo prólogo que eliminó mas tarde y no lo publicó en la edición revisada de 1847. Observó que detenía la acción y hacía a la obra demasiado reiterativa, por lo cual ahora enlaza esta parte con el final.
Escuchamos la triste procesión fúnebre que acompaña a Julieta. Participa el coro cantando una salmodia. Primero domina la orquesta sobre el canto monótono del coro, pero a la mitad de esta sección, intercambian los papeles y el protagonismo corresponde al coro. Luego sigue el último movimiento sinfónico. Pasa la procesión acompañada por una imitación de campana, realizada por los violines tocando repetidas notas mi. Escuchamos la muerte de Paris a la entrada de la tumba. Vemos al moribundo Romeo junto a la tumba de Julieta. El corno inglés, fagots y trompas interpretan solemnemente una extensa melodía. Julieta despierta, renace el tema de amor en el clarinete. Pero la alegría es breve, viene el desespero y la angustia, terminando con la muerte de los amantes. El tema de amor es desgarrado por las notas agudas de los violines tocadas en trémolos, aferrándose a la vida. Un fortissimo violento corta la escena, un último eco del sueño de Romeo y luego el silencio. La nada.
El final sirve para culminar la escena, como un postludio. Una introducción tormentosa de los coros describe la entrada de los Capuletos y los Montescos en la tumba. Fray Lorenzo explica cómo han ocurrido los hechos. Es un recitativo dramático para bajo, interrumpido por exclamaciones corales. Explica que los casó y luego dio un brebaje a Julieta para que simulara su muerte. Pero Romeo se adelantó a su tumba y pensando que Julieta estaba muerta, hundió el puñal en su propio corazón. Al despertar Julieta, ve con espanto que Romeo está muerto, toma el puñal y pasa también a la eternidad.
Sobre su tumba, Fray Lorenzo mediante una noble aria dice que Verona será un día famosa por estos amantes y sus locas familias. Les pide que abandonen sus luchas insensatas. El coro acompañado por una intervención fugada de la orquesta presenta las disputas entre ambas familias. El Padre Lorenzo los hace callar y con sus palabras, poco a poco van olvidando su odio. El coro acompaña la repetición de sus últimas frases. La música se va relajando, el coro recuerda tristemente a los jóvenes amantes. Llegamos a la parte final, donde se produce el juramento de reconciliación entre las dos familias. El fraile pronuncia el juramento mediante una solemne aria. El coro realiza el juramento junto con el fraile de manera brillante, terminando con un tutti orquestal que acompaña la frase Amis pour toujours!. ¡Amigos para siempre!.
La “Sinfonía Fúnebre y Triunfal” Op.15 fue escrita entre los meses de marzo y julio de 1840. Es su cuarta y última sinfonía. El gobierno francés quería celebrar en el mes de julio de 1840 el décimo aniversario de la revolución de 1830, con el traslado de sus víctimas a un monumento situado en la plaza de la Bastilla. Le encargaron a Berlioz una sinfonía para ser interpretada al aire libre durante la ceremonia. Compuso la obra para una banda militar de 200 músicos. Más tarde, en el año 1842, modificó la obra añadiendo cuerdas a la orquesta y coros en su parte final.
El estreno al aire libre en la plaza de la Bastilla fue un fracaso debido a problemas acústicos. En el mes de agosto se estrenó correctamente en la sala Vivienne de París. El 19 de noviembre de 1843 se interpretó en el Conservatorio con las dos orquestas que requieren la versión modificada.
El primer movimiento moderato un poco lento, es la Marcha fúnebre. Escrita para la ceremonia del traslado de los caídos en la revolución, Berlioz compone una marcha desolada. Sobre el ritmo de marcha marcado por los timbales, el viento expone una amplia melodía. Después de un segundo tema sombrío, los trombones anuncian la reanudación de la marcha con mas solemnidad. A continuación de un período de mas recogimiento, termina con una breve coda.
El segundo movimiento, adagio non tanto, es la Oración fúnebre. Según Berlioz es una despedida a los muertos en el momento de ser depositados en la tumba. Unos amplios acordes de la orquesta, interrumpidos por silencios, crean el ambiente. Solos en los metales introducen la melodía de la oración, que se va desarrollando hasta enlazar con la solemne siguiente parte, sin interrupción.
El último movimiento es un allegro non troppo e pomposo, titulado Apoteosis. Es un himno de gloria que finaliza la ceremonia. Una melodía llena de pompa, expresada solemnemente por el viento abre el movimiento. Se introducen los coros con las palabras Gloire! Gloire et triomphe à ces hèros!, acompañados por la orquesta al pleno con brillante percusión, que cierran la obra. Esta parte coral fue añadida por Berlioz en su corrección final, para aumentar el efecto glorioso.
Desengañado con su matrimonio con Harriet, que tiene problemas con la bebida y no cumple en sus funciones familiares, Berlioz empieza sus relaciones con la cantante española María Recio. Le acompañará interpretando sus obras, durante una gira de conciertos a través de Bélgica y Alemania.
En 1843 publica su famoso Tratado de instrumentación y orquestación. Se separa de su mujer y se va a vivir con María. En 1847 emprende una gira por Rusia que le proporciona grandes éxitos. A la muerte de Harriet en 1854 se casa con María que también morirá en 1862. En 1867 muere su hijo en La Habana de fiebre amarilla. El 8 de marzo de 1869 muere Berlioz.