Aulis Sallinen (1935) nació en Salmi, actualmente perteneciente a Rusia, el 9 de abril de 1935, pueblo situado en la orilla norte del lago Ladoga, al norte de San Petersburgo. Forma parte del territorio de la Carelia Occidental que Finlandia tuvo que ceder a Rusia durante la Segunda Guerra Mundial. Aprende a tocar el violín y su gusto por la improvisación, incluso en el campo del jazz, lo lleva a escribir sus primeras composiciones en la adolescencia. Estudió en la Academia Sibelius a partir de 1955, teniendo como profesores a Aarre Merikanto y a Joonas Kokkonen. Cuando obtuvo su graduación en 1960 trabajó durante diez años como administrador de la Orquesta Sinfónica de la Radio Finesa.
Sus primeras obras recogen la tendencia modernista de la época siendo dodecafónicas o atonales. Entre ellas destaca la obra orquestal “Mauermusik” Op.7 compuesta entre 1962 y 1963. Una obra de protesta contra la muerte de un joven muerto por los guardias comunistas junto al Muro de Berlín. Se trata de una obra de carácter experimental que utiliza cuartos de tono. También utiliza el estilo atonal en su. “Concierto para violín” Op.18 compuesto en 1968.
Entre los años 1965 y 1976 trabaja como profesor de contrapunto y composición en la Academia Sibelius. El Gobierno de Finlandia le concede en 1976 el título de Profesor de Arte, permitiéndole dedicarse casi exclusivamente a la composición.
En 1969 compone el “Cuarteto de cuerda Nº 3” Op.19 (Aspekteja Peltoniemen Hintriikin surumarssista), algunos aspectos de la Marcha Fúnebre de Peltoniemi Hintrik, que mas tarde en 1981 realizaría un arreglo para orquesta de cuerda. Se trata estilísticamente de una obra de transición hacia un estilo más clásico. Una obra atmosférica y multiestilística que va desde el barroco a la atonalidad, con la introducción de formas melódicas.
Su estilo cambia en una época intolerante con los compositores que mantenían el estilo tonal. Eran llamados verdaderos dinosaurios por los modernistas que detestaban la tonalidad y todo lo que tenía que ver con la música del pasado. Así se nombraba a compositores como los ingleses Simpson, Rubra o a los norteamericanos William Schuman o Meter Mennin. Los consideraban como atados al pasado frenando la evolución hacia nuevos espacios para descubrir. Algunos compositores en esta época dejaron de componer por no poder adaptarse a los nuevos tiempos. Entre los años 1950 y 1970 fue una época en que la llamada modernidad dominaba la música. Unas obras que solo eran defendidas por los intelectuales mas esnobs y que era rechazada por la gran mayoría del público.
En esta época, llamémosla decadente para la música tonal, Sallinen cambia de estilo, viendo que sus experimentos tonales no le conducen a ninguna parte. Su obra “Chorali” Op.23 y su primera sinfonía acusan el cambio. Son sus primeros éxitos en el campo internacional, pero sus detractores anclados en el serialismo lo critican diciendo que escribe música para gustar al público o sea música demasiado agradable o sea comercial. Lo acusan de no dedicarse a buscar nuevas técnicas y nuevos sonidos, dedicándose al empleo de la desfasada forma melódica.
La “Sinfonía Nº 1” Op.24 fue escrita durante los años 1971 y 1972 con el simple nombre de Sinfonia. Compuso la obra para un concurso convocado por la Ciudad de Helsinki con motivo de la inauguración del Finlandia Hall en el mes de diciembre de 1972. La sinfonía ganó el primer premio siendo estrenada el 2 de diciembre de 1972 en la citada sala.
La sinfonía está escrita en un solo movimiento y sus motivos se basan en sencillas células estructurales. Estos simples motivos se desarrollarán a lo largo de la obra. Entre ellos destacamos el medio tono ascendente interpretado por la flauta al principio y luego por el piccolo. El motivo de carácter grave interpretado por la viola solista repetido luego por su familia y una figura de tres notas introducida por las campanas pasando luego a los violoncelos y contrabajos. Todos estos breves motivos se encadenan en un amplio desarrollo que va creciendo en forma de olas culminando melódicamente en la forma de un vals. Termina mediante una solemne coda.
Nos encontramos ante una obra con un aspecto moderno. No tiene una forma revolucionaria ni escuchamos nuevos sonidos, pero su construcción es totalmente personal, marcando el definido estilo del compositor.
Aquí podríamos hacer un inciso para hablar de la necesidad de la experimentación en la música. Consideramos plenamente justificada la investigación en el campo musical y la experimentación de nuevas formas. Pero lo que es más dudoso, es si estos trabajos experimentales, muchas veces con resultados no válidos, como ocurre a menudo en el campo experimental, deben ser presentados al público como obras de arte. En el fondo los compositores se deben a su público y por ello son pagados, ya sea directamente por los espectadores de los conciertos o indirectamente a través de las instituciones públicas que también pagamos esta vez democráticamente todos los contribuyentes, amantes o no de su música. No puede llamarse despectivamente, como hacen muchos críticos, comercial a una obra que puede llenar de placer a quién la escucha y en cambio considerar necios a quienes no agrada el último invento sónico si así podemos llamarlo.
La “Sinfonía Nº 2” Op.29 (Sinfoninen dialogi) fue escrita en 1972, pocos meses después del éxito obtenido por la primera. La obra es un encargo de la Norrköpings Orkerterförenig de Suecia. Se trata de una obra escrita para un solista de percusión y orquesta, por dicho motivo se titula como diálogo sinfónico. Una obra que se encontraría entre el concierto con solista y la sinfonía propiamente dicha.
Escrita también en un solo movimiento, que podemos dividir en las cuatro partes correspondientes a una sinfonía clásica, rápido, lento, scherzo o intermezzo y finale. Como la obra anterior se basa en muy pocos elementos, una escala descendente, su inversa o sea una escala ascendente y un arpegio. Empieza con una desafiante escala descendente de la cuerda y más tarde junto al vibráfono. El motivo termina varias veces con el peculiar sonido del guiro, una especie de calabaza. Un persistente motivo ascendente decide llevar el diálogo en dirección contraria. Entra el metal para arrastrar la marcha hacia delante, hasta que la batería ocupa el lugar principal con sus crecientes solos. Después de la brillante intervención de la percusión empieza una segunda parte mas tranquila. Un motivo ascendente de tres notas interpretado por el metal inicia una sección más solemne. Una especie de danza rítmica interpretada por la percusión sería su motivo contrastante. En el intermezzo, el tema del arpegio se transforma en una especie de atmosférico vals, detenido por disonantes notas antes de su repetición. Continúa con un agresivo pasaje que contiene violentas notas de la percusión, una especie de danza infernal. Esto nos conduce hacia la tranquila parte final. Una fanfarria para tres trompetas nos recuerda aún la anterior amenaza. Una cadencia de la percusión nos conduce dulcemente a la coda
Una obra escrita en el peculiar estilo de su autor que los críticos califican de conservador por el uso de motivos melódicos o rítmicos consonantes, parte de un diálogo que crea una tensión que no logra sofocar totalmente en su parte final, contentándose con una especie de resignación.
En 1974 compone su primera ópera “Ratsumies” Op.32, El caballero, empezando a utilizar formas mayores. Esto se verá en su próxima sinfonía escrita en tres movimientos, abandonando las estructuras mas simples de sus anteriores obras.
La “Sinfonía Nº 3” Op.35 fue escrita entre los años 1974 y 1975. Ha recibido el nombre de “Sinfonía marina”. La obra fue compuesta en una isla del mar Báltico, pareciendo reflejar el gran amor que su autor siente por los ambientes marinos. En el año anterior había compuesto sus “Lauluja mereltä” Op.33 (Canciones del mar) para coro infantil.
El primer movimiento, il tempo energico e sostenuto, empieza con figuraciones en la madera que se van transformando continuamente en repeticiones constantes. El tema nos recuerda en un principio a Sibelius. Como contraste encontramos una armonía formada por bloques sonoros. Estos, que podríamos llamar temas, se desarrollan primero en dos partes separadas y luego en contrapunto. La última variación lenta formará el germen de donde nacerá el movimiento siguiente. La evolución del movimiento nos muestra la manera de trabajar de Sallinen.
El segundo movimiento, chaconne, como expresa su título está basado en una forma de chaconne lenta. Empieza a crecer tomando como partida el final del anterior movimiento. La cuerda es la encargada del desarrollo del tema. En la parte central alcanza momentos de un intenso lirismo. En la sección final la entrada de la percusión parece darle un renovado empuje pero termina desvaneciéndose en breves motivos lentos repetitivos.
El último movimiento, vivace/giocoso, finale, empieza con figuras ligeramente juguetonas del viento combinándolas con amplias formas melódicas de la cuerda. Durante el desarrollo las formas toman mas amplitud con la melodía transformándose en una marcha lenta. La obra termina con un pasaje del tutti orquestal junto a persistentes acordes en ostinato acompañados por la percusión. Después de una pausa termina con otro violento acorde. Es como si el autor nos dijera repetidas veces, esto es el fin, repitiéndolo con fuerza una vez más.
En 1975 escribe su “Música de cámara I” Op.39 para orquesta de cuerda, cumpliendo un pedido de la Orquesta de Cámara de Helsinki. Poco tiempo después continúa su estilo con la “Música de cámara II” Op.41, un encargo de la firma discográfica sueca BIS, escrita para flauta y orquesta de cuerda.
La “Sinfonía Nº 4” Op.49 fue terminada en el año 1979, para la celebración del 750 aniversario de la fundación de la ciudad de Turku. La compuso en poco tiempo, alrededor de dos meses, durante el invierno entre 1978 y 1979.
La obra está orquestada para tres flautas, dos doblando piccolos, tres oboes, tres clarinetes, uno doblando bajo clarinete, tres fagots, uno doblando contrafagot, cuatro trompas, tres trompetas, tres trombones, tuba, timbales, tres percusionistas, arpa, celesta y cuerda.
El primer movimiento, andante poco giocoso, empieza con una marcha al estilo de la música de cabaret alternando con una triste elegía para cuerdas. Los dos temas van variando intercambiándose. Los temas se van desarrollando en múltiples variaciones. Después de llegar a su máxima expresión los dos temas se van difuminando.
El segundo movimiento, Dona nobis pacem, empieza con un tema derivado del primer movimiento, en forma de suplicante canción. El tema es interrumpido bruscamente por tétricos golpes de timbal. La cuerda empieza un crescendo acompañada por la percusión y la celesta antes de que vuelva a la paz del comienzo.
El último movimiento, finale, empieza con fragmentos temáticos de los que sale un ostinato, una variación del primer movimiento. Un tema coral se opone al ostinato. El coral regresa con el ostinato en contrapunto. Elementos de los anteriores movimientos van apareciendo. Una sección forma una especie de scherzo con influencias de la música de Prokofiev. Los elementos temáticos se combinan, llegando hasta un angustioso climax. Termina con un ambiente lleno de misterio pero sin reflejar desesperación, proporcionando un final que proporciona mas esperanza que el de su anterior sinfonía.
Nuevamente nos encontramos con una obra que refleja plenamente el modo de trabajar de Sallinen. A partir de escasos motivos va realizando una obra que de un modo al parecer simple y natural, va estructurándose en una compleja red, mostrando una estructura unificada y un bien organizado desarrollo temático.
En 1983 Sallinen escribe su tercera ópera, ”Kuningas lähtee Ranskaan“, (El rey avanza hacia Francia), una obra con la mordiente ironía influida por Shostakovich, el cual también tiene influencia en sus anteriores sinfonías. Con parte del material de la ópera crea el preludio orquestal “Shadows” Op.52.
En el mismo año gana el Premio Sibelius Internacional Wihuri junto con Penderecki. Es miembro de la Academia de Música Real de Suecia y Doctor honorario de las Universidades de Helsinki y de Turku.
La “Sinfonía Nº 5” Op.57 (Washington Mosaics) fue escrita entre los años 1984 y 1985, en su residencia de la isla del Báltico, cumpliendo un encargo de la Nacional Symphony Orchestra Association de los Estados Unidos. Se estrenó en el Kennedy Center de Washington el 10 de octubre de 1985, interpretada por la Nacional Symphony Orchestra dirigida por Mstislav Rostropovich. La obra fue revisada en el año 1987.
Está orquestada para cuatro flautas, dos doblando piccolos, cuatro oboes, cuatro clarinetes, dos doblando bajo clarinetes, cuatro fagots, uno doblando contrafagot, seis trompas, cuatro trompetas, cuatro trombones, tuba, timbales, cuatro percusionistas, arpa, celesta y cuerda.
Está escrita en cinco movimientos, tres intermezzi enmarcados por dos movimientos más amplios. A pesar de su título la música tiene más influencias de la música rusa que de la americana.
El primer movimiento, Washington Mosaics I, es el más desarrollado. Se inicia mediante delicada pinceladas sonoras discontinuas, que se irán uniendo hasta formar el primer cuadro o mosaico. El paisaje conseguido es de carácter abstracto. La intervención de la percusión nos traslada a un segundo cuadro con una forma más rítmica. Su desarrollo genera nuevas figuras rítmicas, algunas con aspecto danzante. Un nuevo cuadro con sonidos más dilatados nos presenta un ambiente más reflexivo, con intervenciones de diversos instrumentos en forma de solistas. La sección elegíaca, es interrumpida en la parte final por llamadas del metal que nos conducirán hasta la rítmica coda.
El segundo movimiento, Intermezzo I, es de carácter austero. Un tema meditativo es interrumpido por solos angustiosos de la flauta. En la parte central el tema se hace más repetitivo. En la sección final la música tiene un carácter más dramático con sus llamadas del viento, hasta desvanecerse en la coda.
El tercer movimiento, Intermezzo II, empieza como una continuación del anterior, mediante dramáticas frases discontinuas. La trompeta en sordina interpreta un himno militar de carácter fúnebre. Se repiten las frases discontinuas y nuevamente aparece el himno en la trompeta como recapitulación. Tristes acordes cierran el movimiento.
El cuarto movimiento, Intermezzo III (attaca), posee un carácter más lírico, con amplias formas neorrománticas. En la parte central aparece un motivo repetitivo en la cuerda, que nos conduce nuevamente a la amplia figura inicial. Simples motivos repetitivos aparecen en la coda.
El último movimiento, Washington Mosaics II, empieza con intervención del metal y de la percusión en una serie de figuras más impactantes. Los motivos se desarrollan en forma de fragmentos rítmicos. El motivo anterior de la trompeta reaparece antes de la rítmica intervención de la percusión. Los motivos iniciados en los movimientos anteriores parecen clarificarse, formando una especie de resumen o de recapitulación de las escenas o cuadros presentados. Una tranquila coda cierra la obra.
Una nota escrita pos su autor dice lo siguiente: Mientras que los movimientos de una sinfonía generalmente poseen cada uno su propio material temático, los movimientos de esta obra poseen motivos que se repiten como si fueran idénticas piezas de un mosaico.
Nuevamente nos encontramos con el estilo entrelazado de Sallinen formando un rico mosaico multidimensional. Se trata de su mayor obra sinfónica escrita hasta este momento y a pesar de su importante demanda instrumental, su empleo nunca es de carácter masivo, usando una forma casi camerística.
En 1986 compone su “Música de cámara II” Op.58 que lleva el hispánico subtítulo Las danzas nocturnas de Don Juanquixote, escrita para violoncelo y orquesta de cuerda. Se trata de una serie de danzas que empiezan sombriamente y se van animando haciéndose mas rítmicas y apasionadas. Escritas en forma de un concierto para violoncelo emplean ritmos latinos como el tango, muchas veces usando formas caricaturescas. Las continuas danzas nos conducen hasta el alba de un nuevo día.
Después de terminar su ópera “Kullervo” Op.61, basada en el texto épico del Kalevala, en 1988, escribe una obra complementaria de sus anteriores danzas. Se trata de la “Sunrise Serenade” Op.63 escrita para dos trompetas solistas, piano y orquesta de cuerda, compuesta en 1989. Describe de un modo más melancólico el paso de las tinieblas a la luz.
Con este tipo de obras eminentemente tonales, Sallinen nos demuestra que en la actualidad se puede seguir componiendo música con una estética agradable a nuestros sentidos, con un estilo personal y moderno. Una música fácilmente asimilable para el público a quién realmente va destinada, sin caer en absurdos modernismos.
La “Sinfonía Nº 6” Op.65 (From a New Zealand Diary) fue escrita entre los años 1989 y 1990. Es un encargo de la New Zealand Symphony Orchestra que la estrenó en la ciudad neozelandesa de Napier, el 6 de septiembre de 1990 dirigida por Okko Kamu.
La obra está orquestada para tres flautas, dos doblando piccolos, tres oboes, uno doblando corno inglés, tres clarinetes, dos doblando bajo clarinete, tres fagots, uno doblando contrafagot, cuatro trompas, tres trompetas, tres trombones, tuba, timbales, un percusionista, arpa, celesta y cuerda.
El primer movimiento lleva el título, The Islands of the Sounds. The sounds of the islands. Se trata de una obra programática que refleja las vivencias de los viajes de su autor a las islas. Como no disponemos de su explicación literaria solamente podremos ver los distintos movimientos de la obra como diferentes atmósferas. La música nos habla del mar de un modo mezclado entre el impresionismo de Debussy y las formas más modernas de Britten. Como siempre parte de elementos muy limitados para desarrollas su música. Un tema amplio que sugiere el mar y elementos repetitivos señalando una especie de primitivismo. Las llamadas del viento tienen influencia de Stravinsky. El tema marino es desarrollado en la parte final, terminando con frases entrecortadas que nos conducen sin interrupción al siguiente movimiento.
El segundo movimiento lleva el título Air, Rain, correspondiendo al scherzo de la obra. Nos habla del aire puro sin contaminación de Nueva Zelanda y de la lluvia que fertiliza el suelo. Un fuerte golpe de timbal cambia de repente el paisaje. Una delicada sección rítmica nos lleva a la presentación de una repetitiva danza primitiva. Un tema amplio en la flauta nos ofrece su contrapunto. La parte correspondiente al trío lo ocupa una sección donde la percusión imita el sonido de las gotas de agua. Luego continúa el scherzo en forma de frenéticas danzas. Una tranquila coda cierra el movimiento.
El tercer movimiento se titula Kyeburn Diggings. Se trata de la descripción de una de las más activas áreas mineras de extracción de oro en el pasado siglo, en la región de Otago, situada en la parte meridional de la isla del sur. Actualmente la actividad minera está abandonada y la zona ha recuperado su tranquilidad pastoral. A partir de una estática melodía pastoral presentada por el corno inglés, surge lentamente una forma de vals. En la segunda parte aparece un tema de aspecto militar en forma esquemática, que nos lleva a la recapitulación de la primera sección. Su difuminado final enlaza directamente con el siguiente movimiento.
El último movimiento, finale, está acompañado por la cita de la siguiente frase del poeta neozelandés Allen Curnow (1911-2001).
“Simply by sailing in a new direction / You could enlarge the world”
Simplemente navegando en una nueva dirección / Puedes agrandar el mundo.
Los golpes de los timbales inician el movimiento, seguidos por cortas frases del viento. Un tema amplio es iniciado por las trompas y luego tomado por la cuerda acompañada por golpes de los timbales. La música va creciendo progresivamente, hasta llegar a un intenso climax, con frases repetitivas que acusan cierto primitivismo, acompañadas por una clara frase melódica. Podemos observar una semejanza estilística con el compositor británico Malcolm Arnold. Después de regresar al amplio tema inicial, empieza una sección de recapitulación en la cual el tema toma una forma romántica, apareciendo también su contraste rítmico. Una coda donde la música se desdibuja cierra la obra.
En 1995 termina su “Concierto para flauta y orquesta” Op.70 (Harlekiini), dedicado al conocido flautista Patrick Gallois, cumpliendo un encargo de la Radiodifusión finesa.
La “Sinfonía Nº 7” Op.71 (The Dreams of Gandalf) fue escrita entre los años 1995 y 1996, para cumplimentar un encargo de la Orquesta Sinfónica de Gothenburg. Mucho de su material temático procede del diseño que hizo para un ballet basado en la novela de John Ronald Reuel Tolkien (1892-1973), “The Lord of the Rings”, conocida por nosotros mediante sus versiones cinematográficas como “El Señor de los Anillos”. La sinfonía se estreno el 27 de noviembre de 1996 en Estocolmo interpretada por la Orquesta Sinfónica de Gothenburg dirigida por Neeme Järvi.
El ballet nunca se terminó pero su material dio lugar a la sinfonía. Según nos dice su autor, la sinfonía no es una descripción de los acontecimientos de la novela, sino más bien la plasmación de una experiencia literaria y la transferencia del estilo literario y poético al lenguaje de la música.
Tolkien era un profesor de filología medieval inglesa que enseñaba en la Universidad de Oxford. En 1917 empezó a escribir el Silmarillion, una gran estampa mítica sobre los orígenes del mundo y la lucha entre el bien y el mal. Para ello se inspiró en los grandes poemas épicos nórdicos, los Eddas y el finlandés Kalevala. En 1937 logra publicar “El Hobbit”. Los editores le piden una continuación de la obra. Entonces se decide a escribir una gran epopeya uniendo ambas historias y lo que empezó siendo una ingenua historia infantil, se convirtió en un enorme relato que necesitó tres libros para su publicación. En febrero de 1950 había terminado “El Señor de los Anillos”.
Pero su triunfo no llega hasta 1965 cuando su obra es descubierta por los estudiantes norteamericanos, ingresando en la cultura del campus y su nombre se hizo famoso internacionalmente.
En nuestro país Tolken no es conocido hasta el año 2001 en que se presenta el primer film de la trilogía. Después seguiría en 2002 con “Las dos torres” y en 2003 con “El Retorno del Rey”. Es curioso observar que la serie es una coproducción entre Nueva Zelanda y los Estados Unidos. Algunas de las escenas fueron rodadas cerca de los Kyeburn Diggings, que son comentados musicalmente por Sallinen como hemos visto en su anterior sinfonía. El subtítulo de la sinfonía “Los Sueños de Gandalf” se refiere a uno de los más conocidos personajes de la serie.
Gandalf es considerado junto a Merlín como el prototipo de mago en la cultura occidental. Aparece en primer lugar en el libro “El Hobbit” con el aspecto de un anciano con larga barba blanca. Tolkien tomó el nombre de su personaje del poema Völuspá, perteneciente a los Eddas. Para más información sobre estos poemas nórdicos véanse los comentarios dedicados a la novena sinfonía del sueco Atterberg (Tomo II, pg.189). Muchos de los atributos de Gandalf parecen derivarse del dios nórdico Odín.
La sinfonía está orquestada para tres flautas, una doblando piccolo, tres oboes, tres clarinetes, uno doblando bajo clarinete, tres fagots, uno doblando contrafagot, cuatro trompas, cuatro trompetas, tres trombones, tuba, timbales, tres percusionistas, arpa, celesta y cuerda.
La obra está compuesta en un solo movimiento. Empieza con una imponente entrada de los metales a modo de fanfarria, presentado un tema con las notas sol, la, re, la, fa que traducidas a sus equivalentes ingleses se convierten en G, A, D, A, F, representando musicalmente el nombre del personaje principal de la obra, el mago Gandalf. El siguiente motivo usado consiste en cuatro notas presentadas por la cuerda. Otro breve motivo está compuesto por notas descendentes interpretadas por la madera. La música llega después de varias fanfarrias a un período de calma creando un ambiente típicamente finlandés. Como contraste emplea un tema rítmico de acentos arcaicos, una danza de aire provenzal pero original de Sallinen. Es presentado por los fagots, la tuba y el bombo. La entrada del tambor militar produce un ambiente de cierta violencia. La melodía de la flauta repitiendo el tema provenzal que originalmente es interpretado por el galoubet, una pequeña flauta, acompañado por el tamboril, disipa el panorama.
Continúa con una amplia sección en adagio presentando un vasto paisaje. La madera presenta gritos de pájaros junto con acordes de las trompas. Se escucha una breve reminiscencia del tema popular. Los trombones interpretan un tema con gran dignidad, casi bruckneriano, que crece hasta llegar a su climax. Se escucha el tema principal relacionado con Gandalf.
Se presentan dos fragmentos melódicos procedentes de una colección de himnos fineses medievales, Piae Cantiones eccesisticae et scholasticae veterum episcoporum, publicados en una colección de 1592. (Cantos píos eclesiásticos y escolásticos de los antiguos obispos). Los dos himnos se escuchan en contrapunto. Después de llegar a un nuevo climax la música se apacigua. La última parte empieza gravemente con rápidas notas de violoncelos y violines, alternando con flautas y clarinetes. Las trompas interpretan enfáticamente el tema de Gandalf, para luego la música desaparecer gradualmente, con las últimas notas interpretadas por el arpa y la celesta.
Como su anterior sinfonía no se trata de una obra puramente descriptiva sino que presenta ambientes que le sugieren en un caso los paisajes de Nueva Zelanda y en el otro las situaciones relatadas en la novela.
Su siguiente obra es “Palace Rhapsody” Op.72, escrita en 1996, basada en su ópera “Palatsi” Op.68 escrita entre 1991 y 1993. Una ópera cómica que en su expresión orquestal genera bastante tensión pero con generosas formas melódicas
También la “Obertura Solemne” Op.75 está inspirada en otra de sus óperas, “King Lear” que estaba escribiendo en aquella época. La obertura, dedicada al Príncipe Rainero III, se estrenó el 12 de octubre de 1997 en Monte-Carlo para celebrar el 700 aniversario de la Dinastía Grimaldi. El propio compositor subtituló más adelante la obra con el nombre de King Lear que le correspondía. Lo hizo como una señal de respeto al Príncipe Rainero, para que no comparase su reinado con el del rey Lear, un soberano desposeído y roto por la traición de sus hijos, un paralelismo al parecer totalmente involuntario.
La “Sinfonía Nº 8” Op.81 (Autumnal Fragments) fue compuesta esencialmente en 2001, terminándola en el mes de octubre. La obra es un pedido de la Royal Concertgebouw Orchestra de Amsterdam, con un subtítulo que hace referencia al período por el que atraviesa la vida del compositor. Antes de terminarla ocurrieron los trágicos acontecimientos del 11 de Septiembre, lo cual influyó en la conclusión y significado de la misma. El compositor compuso un nuevo final.
Se estrenó el 16 de abril de 2004 en Ámsterdam interpretada por la Concertgebouw Orchestra dirigida por Paavo Järvi. Está orquestada para cuatro flautas, tres oboes, cuatro clarinetes, tres fagots, cuatro trompas, tres trompetas, tres trombones, tuba, timbales, cuatro percusionistas, arpa, piano y cuerda.
La sinfonía está escrita en un solo movimiento. Empieza con breves motivos interpretados por la percusión, seguidos por un tema nervioso en la cuerda. Acordes amenazantes del metal y motivos en la madera terminan de configurar toda una serie de elementos inconexos. Todos estos motivos iniciales se van uniendo en una especie de desarrollo, generando tensión dramática. Después de un acorde sostenido de la cuerda, aparece un diálogo entre la flauta y el oboe, al que se les une el clarinete. Una fanfarria del metal irrumpe en la escena acompañada por gestos de cólera de la percusión, dialogando ásperamente con la madera. Unos glissandos de la cuerda son respondidos por el viento. La percusión añade dramáticas notas. Una melodía dolorosa ondulante es interpretada por la flauta, acompañada por la percusión. Es el tema de la muerte de su ópera Kullervo. El metal nos lleva a su punto culminante. El tema de Kullervo nos conduce a la trágica parte central de la obra. Un ligero tema de danza no consigue reanimar la música, al detenerse bruscamente. Los gritos de la madera dan todavía más dramatismo a la escena. La percusión añade sus notas mediante las campanas. El tema de las campanas que interpretan está formado por el nombre de las notas tomadas de la denominación de la orquesta ConCErtGEBouw AmstErDAm, que traducidas a nuestra notación sería do, do, mi, sol, mi, si, la, mi, re, la. Es un saludo a la orquesta que pidió la obra. Junto a a los acordes graves de la cuerda y al tétrico resonar de los timbales, nos llevan al final sin resolver la tensa situación dramática que se ha creado.
En su forma original el compositor había planeado un final más positivo. Pero cuando lo estaba escribiendo ocurrieron los terribles acontecimientos del 11 de septiembre en New York.
Sallinen se ha hecho famoso por sus creaciones operísticas. Pero últimamente se ha dedicado a la música de cámara. Entre sus últimas obras citamos la “Sonata para violoncelo” de 2005 y la “Música de Cámara VI”. El sello discográfico alemán CPO está actualmente realizando una serie de discos con sus obras orquestales más importantes.
Su estilo fácilmente comprensible por el público lo han colocado como uno de los compositores más importantes de Finlandia después de Sibelius. Pero su historia todavía no ha terminado.