2- La Música en Brasil
La música de Brasil es el reflejo de la diversidad cultural de este país, con influencias africanas, indígenas, lusas y otras europeas. Como todas las expresiones de la cultura brasileña, la música de Brasil es una mezcla de muy diversas influencias, produciendo a lo largo de su historia una gran variedad de ritmos regionales. Tradiciones musicales de Europa, ritmos africanos y estilos indígenas se han hibridado desde la época de la colonia para conformar un panorama de sonidos único en el mundo.
La música se puede dividir en dos corrientes, una de tradición escrita y erudita, de raíz europea y otra no escrita, popular, producto de la aculturación entre las músicas europeas, africanas e indígenas. Las fusiones genuinas entre diversos estilos y géneros han devenido en el crisol de ritmos brasileños que conviven en la actualidad, con la samba y la bossa nova como estandartes nacionales.
La música aborigen no es muy conocida, por no haberse aun estudiado ampliamente. Con excepción de algunas danzas en las que parece dominar el elemento indígena como la catereté o catira, esta música solo es viva en las regiones de difícil acceso.
En los centros de población de la costa, ha cedido el paso al elemento negro, que ha dado a la música brasileña su ardor y su riqueza rítmica inigualable, así como su percusión extremadamente variada: atabaques (tambores), marimba, carracas, cuica, ganza o xaque-xaque, y reco-reco, etc.
Si la catira refleja la música indígena, si la modinha así como ciertas toadas evocan la nostálgica saudade, soledad en el sentido espiritual, de los portugueses, casi todo el resto de la música popular revela más o menos la música negra, se trate de manifestaciones de tipo individual como el candombé, el xangó y la macumba o como el maracatú, el reisado y la congada, que conservan su carácter litúrgico o dramático; El batuque, el coco y el lundú son más netamente coreográficos y también existen formas que combinan diferentes elementos culturales como el choro, marcha, maxixe, samba.
Los primeros músicos europeos fueron los jesuitas, establecidos en Bahía desde 1549. Los PP. Antonio Rodríguez y Antonio Dias aseguraron la enseñanza musical en el siglo XVI, el P. Diego Da Costa continuó su obra en el siglo siguiente. Su dominio, la fazenda de Santa Cruz, cerca de Río de Janeiro, contenía en el siglo XVII, un verdadero conservatorio.
La capitanía de Minas Geraes fue también, por esta época, el centro de una actividad musical sorprendente, en el que no solamente componían obras notables los artistas locales, sino donde también se estaba muy al corriente de las actividades europeas. Se conservan obras de cámara de Haydn, Pleyel y Boccherini copiadas pocos años después de su composición.
Un dato relevante es que compositores y ejecutantes eran negros o mestizos. José Joaquim Emerico Lobo de Mesquita, los dos Coelho Neto, padre e hijo, Ignacio Pereira Neves y Francisco Gomes de Rocha pertenecen todos a la escuela de Minas Geraes y han florecido en la segunda mitad del Siglo XVIII.
Esta música de tradición europea e incluso la música sacra, también floreció en Pernambuco, Bahía y São Paulo. Escrita en una fase de la esclavitud, en la que estas regiones brasileñas estuvieron marcadas por el genocidio de las comunidades indígenas y la apropiación de sus tierras para la explotación agrícola y ganadera, las obras reflejan la cultura de los europeos que se beneficiaron del sistema socioeconómico impuesto a las comunidades locales. Aun así, algunas ideas y sonidos africanos ya estaban presentes en los lundus que circulaban por diversas capas sociales e incluso en algunas canciones que la élite portuguesa practicaba en sus hogares.
Es obvia la persecución de la música africana por parte de las autoridades eclesiásticas de la época y el cultivo de la música sacra en las iglesias y las canciones portuguesas en el ámbito doméstico, aunque en algunas de estas canciones se observa el interés portugués en la cosmovisión africana.
El músico más importante de este período es también un compositor de color, el Padre José Mauricio Nunes Garcia (1767-1830), que empezó a componer muy joven y que nombrado maestro de capilla en Río en 1798, compartió con Marcos Portugal los favores de la corte.
Francisco Manuel de Silva (1795-1865), alumno de Nunes Garcia, refleja el cambio del gusto musical: Autor, como su maestro, de música religiosa, compuso una ópera, música de salón e incluso la del himno nacional en 1831.
Los principales himnos políticos fueron compuestos en esta época, como el Himno Constitucional Brasileño, hoy Himno de la Independencia, cuya letra de Evaristo da Veiga fue musicalizada por D. Pedro I y el Himno a Sete de Abril actualmente el Himno Nacional, con la letra original de Ovidio Saraiva de Carvalho e Silva, conmemorando la abdicación de D. Pedro
Los compositores se inclinan resueltamente hacia la ópera: El compositor Antônio Carlos Gomes (1836-1896), fue el primer autor de ópera brasileño que ganó notoriedad en Europa. Aunque la sociedad brasileña en la segunda mitad del Siglo XIX optó por la extinción del sistema esclavista, la élite urbana exigió una cultura de origen blanco y europeo, lo más exenta posible de las costumbres populares. Así se crearon los primeros clubes de conciertos, destinados a llevar a esta misma élite óperas, sinfonías, conciertos para instrumento y orquesta, bailes de salón, canciones y música de cámara de origen europeo o autores brasileños afiliados a la tradición europea.
Durante el Siglo XIX los bailes estaban destinados a fiestas y celebraciones, siendo los principales, en ese momento, la polca, la cuadrilla, la mazurca y el vals, La Belle Èpoque Brasileira, un período situado entre las últimas décadas de los Siglos XIX y XX se caracteriza por la creación de una cultura urbana basada en el ideal europeo, principalmente francés, de civilización. Además de la adopción del romanticismo franco-alemán en el repertorio de teatros y escuelas de música, el enfoque de la música popular desde la perspectiva europea, es decir, como una manifestación exótica de una población inculta, pero que podría ser civilizada por el arte del Viejo Mundo, proliferó en las danzas de salón de esta fase.
Entretanto, varios compositores de gran mérito preparaban el camino al futuro nacionalismo musical, que iban a crear un lenguaje auténticamente brasileño. Brasilio Itibere da Cunha, cuya "Rapsodia Sertaneja" compuesta en 1860 era ya una fusión feliz entre las técnicas cosmopolitas y la expresión de las esencias populares: en una constante evocación de temas y ritmos brasileños.
En este ambiente, a partir de la década de 1870, la élite brasileña comenzó la asimilación del romanticismo europeo, estimulando el surgimiento de compositores totalmente dedicados a esta tendencia, como Henrique Oswald, Leopoldo Miguez y Alberto Nepomuceno.
En el mismo año nacen dos compositores de alto vuelo, educados en la tradición escolástica europea, cuyas contribuciones al nacionalismo musical hicieron época: Alexandre Levy (1864-1892) y Alberto Nepomuceno (1864-1920), que Mario de Andrade llama las primeras conformaciones eruditas del nuevo estado de conciencia colectiva que se estaba formando.
Para ello era forzosa, como en el caso de todos los nacionalismos musicales, la fijación previa de la música popular, que constituye el suelo nutritivo obligatorio para que pueda originarse y florecer un arte musical de características nacionales.
La nacionalización por medio de la temática popular fue lo que intentaron Alexandre Levy y Alberto Nepomuceno. Aparte del delicioso "Tango brasileiro" y las "Variacoes sobre un tema brasileiro", Levy realizó una importante estilización orquestal de motivos folklóricos en su "Suit brasileira",
La figura de Nepomuceno aún resalta más por su fecunda actividad en la vida musical del país, como catedrático y, posteriormente, director del Instituto Nacional de Música, organizador, divulgador de la obra wagneriana y propugnador del empleo del portugués en la interpretación de las obras vocales.
La continuación de la historia nos conduce al pleno Siglo XX que será analizado a través de los compositores siguientes.