La “Sinfonía Nº 2 en do menor” (Auferstehung), Resurrección, fue empezada en 1888, poco después de concluir la primera en Leipzig. El primer movimiento fue terminado en Praga en el mes de agosto de 1888 con el título de “Totenfeier”, ceremonia fúnebre. Pero esta obra no tuvo continuación durante cinco años, convirtiéndose en una composición independiente.
Durante el verano de 1893, Mahler busca un lugar tranquilo para dedicarse a la composición. Lo encuentra en un pequeño albergue en Steinbach junto al lago Attersee, cerca de Salzburg en dirección a Linz. Allí se construirá una casita, una Komponierhäuschen, donde desarrollará su trabajo creador. Escribe el lieder Antonius von Padua Fischpredigt de su colección “Lieder aus Des knaben Wunderhorn”. Entonces vuelve a su proyectada sinfonía de 1888 y escribe el andante, el tercer movimiento, scherzo y la introducción al movimiento final que contiene el lied Urlicht. Desea terminar la obra con un movimiento coral, al estilo de Beethoven, pero no encuentra el texto apropiado.
En el mes de febrero de 1894 muere Hans von Bülow y asiste a sus funerales. El coro interpreta la coral de Klopstock “Auferstehn”, resucitar. Entonces vive, erlebe, la sensación que dará forma al final de su sinfonía. El mismo día realiza el diseño esquemático del movimiento, pero no le dará forma hasta el verano siguiente en Steinbach am Attersee.
Los tres primeros movimientos son estrenados por Mahler con la Orquesta Filarmónica de Berlín el 4 de marzo de 1895, en un programa diseñado por Richard Strauss. La sala está medio vacía y la crítica no le es favorable. A pesar de ello el compositor no se desanima y el 13 de diciembre del mismo año estrena la versión completa de la obra, también en Berlín, con la Filarmónica, coros y solistas, todos dirigidos por Mahler. La crítica vuelve a ser adversa, pero consigue la admiración de los grandes directores Arthur Nikisch, Felix Weingartner y del compositor Humperdinck.
La obra está compuesta por cinco movimientos y utiliza una gran orquesta, compuesta por cuatro flautas y piccolos, cuatro oboes, dos cornos ingleses, tres clarinetes, un clarinete bajo, cuatro fagots, un contrafagot, seis trompas, con cuatro trompas fuera del escenario, seis trompetas, con cuatro también fuera del escenario, cuatro trombones, tuba, órgano, dos arpas y una amplia sección de percusión, además de la cuerda.
El primer movimiento allegro maestoso empieza con un trémolo sobre el que se construye el gran tema principal, una heroica marcha fúnebre. El segundo tema es de carácter lírico ofreciendo un consuelo y una esperanza en el futuro. La estructura es la clásica forma sonata con sus dos temas bien diferenciados. Después de repetir la exposición, el desarrollo empieza dulcemente con el segundo tema. El corno inglés solista nos presenta un tema pastoral. Pero la tranquilidad se rompe al volver el tema principal con una dramática versión subrayada por la percusión. Luego retorna el clima pastoral que es brutalmente detenido por golpes de timbales y tam-tam. Empieza una segunda parte del desarrollo. Las trompas interpretan un tema de coral emparentado al Dies Irae. Culmina con un gran climax sinfónico que nos conduce a la recapitulación con la repetición del primer tema y luego el segundo. Termina con una majestuosa coda seguida de rápidas escalas descendentes.
El significado literario del movimiento fue dado por el propio Mahler. Consciente de producir unas obras basadas en motivos transcendentes, explora en su segunda sinfonía uno de los misterios de la vida, lo que pasa después de la muerte. Quiere responder a las importantes preguntas del género humano, el porqué vivimos, el porqué de nuestros sufrimientos. Su respuesta se basa en las creencias cristianas de una vida futura, en la resurrección. En este movimiento asistimos a los solemnes funerales de nuestro héroe, el Titan que ha muerto en la primera sinfonía. El dramatismo de la muerte queda ennoblecido por el consuelo de una resurrección.
El segundo movimiento, andante moderato, cambia totalmente el clima de la obra. La anterior atmósfera épica se vuelve completamente idílica. Dos temas aparecen, el primero en forma de una suave danza ländler y un segundo con motivos rítmicos. En la segunda exposición del tema principal, encontramos un instante realmente bello, al escuchar el contrapunto realizado por los violoncelos. Los dos temas van alternándose en forma de distintas variaciones.
Está concebido como un primer intermedio, durante el cual nuestro héroe recuerda los felices momentos de su pasada vida terrenal.
El tercer movimiento corresponde al scherzo, in ruhig fliessender Bewegung, de un modo tranquilo y fluido. Su música está tomada del quinto lieder de su colección “Lieder aus Des Knaben Wunderhorn”, el titulado Des Antonius von Padua Fischpredigt, el sermón de San Antonio de Padua a los peces, que compuso el mismo verano en Steinbach am Attersee.
Dos golpes de timbal desencadenan el movimiento rítmico del scherzo, un ostinato monótono con el cual Mahler expresa la vanidad. Es una danza alemana, un ländler, pero más rápido que el usado en el anterior movimiento. El sentido es grotesco como expresa su orquestación de timbres ácidos del flautín y del clarinete. La música sigue la usada en su lied, con la excepción del solo de trompeta del trio. Este solo tan admirado actualmente por su carácter naïve, fue muy criticado en su estreno, por encontrarlo banal. Eso era lo que realmente quería expresar su autor y no fue comprendido. Después de repetirse el scherzo termina en un amplio tutti orquestal representando un grito de desesperación.
El scherzo es el segundo intermedio de la obra. En él expresa la parte negativa de la vida. El lied nos cuenta la divertida historia del sermón de San Antonio. Como la gente no acudía a escucharlo en la iglesia, decidió hacerlo a los peces. Después de escucharlo se alejan quedando como antes, haciendo vanas las palabras del cura. Expresa la vanidad de la vida. Por otra parte, podemos pensar que Mahler encontraba, que escuchar su música, resultaba a la mayoría de sus oyentes, una especie de predicación en el desierto. Una amarga visión de la vida del héroe, reflejada en su propia vida. La angustiada existencia del héroe lo tortura lanzando un gran grito de desesperación.
El cuarto movimiento es un preámbulo del gigantesco final. Se titula Urlicht, luz primitiva y Mahler necesita introducir la palabra en su música, mediante la intervención de una contralto. El texto usado pertenece a otro poema de la colección “Lieder aus Des Knaben Wunderhorn”. Comienza con un motivo ascendente en la voz grave de la contralto, como una señal de esperanza. Continúa con un solemne coral interpretado suavemente por los metales. La segunda parte es una confirmación de la esperanza, con la aparición del ángel y la afirmación de la fe cristiana. La última parte es más luminosa, terminando con unas frases que significan el final de la duda, en un ambiente de éxtasis.
Der liebe Gott wird mir ein Lichten geben,
Wird leuchten mir bis in das ewig selig Leben!
El dios amado me iluminará,
¡Seré guiado hasta la bienaventurada vida eterna!
El ser humano torturado en el anterior movimiento se libera volviendo a un estado de ingenuidad infantil, una luz primitiva. Terminan sus dudas existenciales con su acercamiento a la fe cristiana. Según el propio Mahler en uno de sus programas, la voz matutina de la fe ingenua golpea nuestros oídos.
El movimiento final, in tempo des scherzos, wild herausfahrend, en el tempo de un scherzo, explosión salvaje, empieza con el salvaje grito de desesperación del anterior scherzo. Las trompas anuncian el futuro tema principal de la resurrección. Un coral interpretado por el viento nos recuerda el tema del Dies Irae del primer movimiento. Sigue un largo recitativo orquestal con los temas que al final serán cantados por las sopranos, recordando la fragilidad humana y la llegada de la hora temida por todos. La respuesta llega en forma de coral del viento. La atmósfera se hace mas clara y las fanfarrias anuncian el tema de la resurrección. Con esto termina el preludio del movimiento.
Un gran crescendo realizado por la percusión, timbales, tambor, bombo y tam-tams, inicia el allegro energico. Los elementos anteriores se desarrollan en forma de una gran marcha. Retorna el tema doloroso expuesto por los violonchelos y luego por los violines, mientras los metales superponen motivos de fanfarrias. La angustia crece hasta que los metales lanzan un grito victorioso. Entonces en una atmósfera misteriosa los violoncelos en pianissimo interpretan el tema de la resurrección.
Empieza la inmensa coda con una llamada de los metales fuera del escenario, siguiendo luego el canto del ruiseñor. Los coros entran en pianissimo con las palabras del poema de Klopstock, amplificado por el propio Mahler, Auferstehe’n, ja aufersteh’n wirst du, resucitarás, si tu resucitarás. Un solo de la contralto canta las palabras, O glaube, mein Herz o glaube!, ¡Oh cree, corazón mío, cree!, consigue apagar la última duda. Una certeza que exalta a todos los participantes. Los coros entran con imitaciones del tema de la resurrección. Sigue un dúo de la contralto y la soprano, al que se unen luego los coros, anunciando el triunfo final sobre la muerte. Termina con una apoteosis final, en la que todos los coros unidos cantan Aufersteh’n en fortissimo. Luego la orquesta repite las primeras notas del tema, triunfalmente acompañada por el órgano, el tam-tam y las campanas.
El movimiento empieza con el aterrador grito de desesperación. El Juicio Final ha llegado, nos anuncian las fanfarrias. Los muertos resucitan, todos están angustiados. Los lamentos son cada vez mayores, pidiendo perdón por sus actos. Suenan las trompetas del Apocalipsis y luego sigue un aterrador silencio. Se escucha el canto del ruiseñor como un último eco de la vida terrena. Un coro de seres celestiales anuncia la resurrección. Las últimas dudas son disipadas por la contralto. Un estado de exaltación contagia a todos los participantes. Un dúo de contralto y soprano expresa la confianza en el ser humano, capaz de modelar su destino. La vida ha triunfado sobre la muerte. Aparece el resplandor divino iluminando las almas que se dirigen triunfalmente a su celestial destino.
La interpretación que da Mahler a su obra está basada en las creencias cristianas sobre la inmortalidad. Pero en los comentarios dados en una de sus interpretaciones, sus ideas en aquel momento diferían de las aprobadas por la Iglesia. Elimina el juicio, no existen ni pecadores ni justos. No hay castigo ni premio. Todos son iguales ante un Dios infinitamente misericordioso.
Para las personas no creyentes representa un canto a la utilidad de la vida, dándole un valor que trasciende más allá de su propia naturaleza. En el fondo es solo música y lo que puede expresar no son teorías filosóficas. Se limita a hacernos partícipes de unos sentimientos y si estos sentimientos nos producen un estado de bienestar nos compensa el mero placer de su audición.