LA LENGUA CATALANA

La lengua catalana

El catalán es una lengua románica derivada del latín situada dentro del grupo denominado occitano romance. Las lenguas indígenas que se hablaban antes de la romanización tuvieron su influencia en el latín hablado. Después de la caída del Imperio Romano las lenguas romances se van separando del latín mediante una nueva evolución.

El primitivo catalán dará lugar hacia el Siglo X al catalán como lengua literaria o sea escrita. El primer texto literario escrito originalmente en catalán son las Homilies d'Organyà, comentarios evangélicos escritos a finales del Siglo XII o a principios del XIII. Consisten en una serie de sermones conservados en la población de Organyà.

Ramón Llull (1232-1315) es el creador de la prosa literaria en lengua catalana, escribiendo sobre temas hasta entonces reservados al latín.

Durante el reinado de los Trastámara la corte de la Corona de Aragón se fue castellanizándose, pasando esta influencia a la aristocracia catalana. Por cuestiones de mercado la imprenta dio prioridad a los libros escritos en castellano a partir del Siglo XVI.

Hasta el Siglo XVIII la lengua del pueblo fue el catalán, a pesar del dominio del castellano en la producción culta. La derrota de los partidarios de Carlos de Austria en la Guerra de Sucesión ocasionó graves consecuencias para el uso de la lengua catalana. Los Decretos de Nueva Planta produjeron una castellanización de la administración pública.

El movimiento conocido como La Renaixença produce un cambio entre la clase burguesa, que como la aristocracia había adoptado el castellano. A mitad del Siglo XIX nace un movimiento literario renovador en lengua catalana y aparece el catalanismo político que se enfrentará al centralismo de Madrid. El Romanticismo que impera en Europa reivindica las culturas nacionales. En los Jocs Florals de 1877 triunfan los máximos exponentes de la cultura catalana, Jacint Verdaguer y Àngel Guimerà.

Era necesaria una normalización y depuración de la lengua catalana, llena de barbarismos influenciados por el dominio del castellano. Pompeu Fabra en 1891 escribe un Ensayo de Gramática del catalán moderno, que sirve de base a la codificación realizada por el Institut d'Estudis Catalans en 1913. La Generalidad republicana en gran parte continuó y amplió la política educativa de la Mancomunidad de Cataluña. Tuvo muchas dificultades financieras y la cesión de competencias por parte del gobierno central no se acabó nunca de hacer en su totalidad.

La victoria del General Francisco Franco en la Guerra Civil de 1936-1939 supuso la represión de cualquier signo de catalanidad. El uso de la lengua catalana era visto como un signo antiespañol, por ello su uso fue excluido totalmente de la esfera pública y administrativa. Solo se permitía el uso familiar y vecinal.

El castellano pasó a ser la única lengua en la enseñanza, administración y medios de comunicación. Además de la llegada de grandes masas inmigratorias castellanoparlantes procedentes del resto de España, provocó un retroceso del uso social del catalán. De este modo se llega a la adopción real del bilingüismo, al superar el castellano al catalán como lengua materna, especialmente en el área metropolitana de Barcelona.

Pero los movimientos en defensa del catalán, muchas veces clandestinamente, no cesaron durante toda la época del franquismo. Se empezaron a editar libros en lengua catalana y a realizar teatro en catalán. Los cantautores catalanes y el trabajo del Orfeó Català, provocaron una escletxa, una brecha al sistema represivo centralista.

A partir de la muerte del dictador en 1975 se empezó la normalización del uso del idioma catalán. Principalmente a partir del restablecimiento de la Generalitat de Catalunya en 1977 y mediante la labor de la televisión, en especial a partir de 1983 con la creación de TV3, y a través de la radio autonómica.

Actualmente ocurre un fenómeno contrario al producido durante el franquismo. Mientras en la escuela se estudia en catalán, en la calle, especialmente en las zonas urbanas, decrece su uso frente al castellano.

La adopción de la inmersión lingüística en la escuela catalana ha facilitado el conocimiento de la lengua a todos los habitante del territorio, sin crear una división de oportunidades debidas a la lengua. Algo que el centralismo español no comprende, en su afán de eliminar todo el sentimiento nacionalista.