La Música Sinfónica durante el Siglo XIX
El predominio de la ópera sobre la música sinfónica era evidente en la primera mitad del siglo, una situación influenciada por Italia donde triunfaba Rossini. La influencia de la música de Beethoven no llegaría hasta décadas más tarde, cuando se empezó a programar en las nuevas sociedades filarmónicas. Hacia finales de siglo llegarían las corrientes nacionalistas y la influencia de Wagner.
Para comprender la realidad de la música sinfónica en dicho siglo realizamos una pequeña descripción del nacimiento y desarrollo de las primeras sociedades musicales, nacidas a partir de las orquestas escénicas.
La ópera llegó a Barcelona cuando el Archiduque Carlos de Austria decide instalar allí su corte en 1705. La primera representación se realizó en el salón del edificio de la Lonja. Después de la marcha de Carlos para coronarse como Emperador y la guerra borbónica se produjo un vacío cultural.
El Marques de la Mina, Capitán General de Cataluña entre 1742 y 1746 quiso reproducir una pequeña corte en la que introdujo su gusto por la ópera italiana. Para ello se utilizó el Teatro de la Santa Cruz situado en la parte baja de La Rambla de Santa Mónica.
La naciente burguesía primero y los menestrales después se añadieron a la afición operística, haciendo que las representaciones siguieran hasta que el 27 de agosto de 1787 un incendio destruyó el Teatro. La afición operística había llegado al pueblo y para la reconstrucción del teatro se realizó una suscripción pública, completada por el ejército en la figura del Conde del Asalto, Capitán General de Cataluña.
Después de la Guerra de la Independencia la ópera regresó a Barcelona a manos del General Castaños, Capitán General de Cataluña entre 1815 y 1820, que encargó al compositor Ramón Carnicer que fuese a Italia y reuniera una compañía para reanudar las funciones en el Teatro de la Santa Cruz.
Para recaudar fondos para las milicias del ejército, en 1837 se estableció la fundación de un pequeño teatro para celebrar conciertos, funciones dramáticas y bailes. Se construyó una sala de unas 600 localidades, en el ex convento de Montesión situado en la calle Montsió, cerca de la Avenida Puerta del Ángel. Pronto empezaría la competencia con el Teatro de la Santa Cruz.
Cuando el ejército abandonó el proyecto para evitar su desaparición se propuso la constitución del Liceo Filodramático de Montesión, con la finalidad de promover la enseñanza musical, de donde proviene su nombre y poder organizar representaciones escénicas por sus alumnos. Fue el origen del Conservatorio del Liceo que tuvo profesores tan notables como Humperdinck, al que sucedió en 1886 Gabriel Balart (1824-1893) como profesor de armonía y composición.
Para demostrar su importancia el Teatro de la Santa Cruz cambió su nombre por el de Teatro Principal y en 1838 el recién fundado Liceo se denominó Liceo Filarmónico Dramático de S.M. la Reina Isabel II. La sociedad musical se dividió entre Cruzados, más conservadores y Liceístas de pensamiento moderado liberal.
La presión de las antiguas propietarias del convento, las monjas dominicas que habían recuperado sus derechos y la falta de espacio, fueron los motivos para que el Liceo abandonara Montesión en 1847.
A cambio se concedió la compra del Convento de Nuestra Señora de la Buenaventura, de los Trinitarios Descalzos, situado en el centro de la Rambla. Se derribó el edificio para edificar el nuevo centro, que albergaría todas las actividades del Liceo. Para su financiación se constituyó una sociedad privada mediante las aportaciones de accionistas particulares. Por ello no se construyó el Palco Real, normal en similares Teatros.
Inaugurado el 4 de abril de 1847 se convirtió en el teatro de mayor aforo de Europa. En 1854 se separan judicialmente las entidades del Conservatorio y del Teatro, pero continúan con una relación muy estrecha. Sufrió un gran incendio en 1861 del que solamente se salvó la entrada y el salón de los espejos, que se conocía como El Vergel.
Los accionistas de la nueva sociedad formada para su reconstrucción serían el origen del Círculo del Liceo, con derecho de uso a perpetuidad de algunos palcos y butacas del futuro teatro.
La Escuela Municipal de Música de Barcelona, origen del Conservatorio de Barcelona, fue creada el martes 2 de marzo de 1886 por el Ayuntamiento de Barcelona. Para poder incorporar a sus alumnos en una formación de tipo práctico se crea también la Banda-Orquesta Municipal de Música de Barcelona. El cargo de director de la Banda, que irá asociado a la dirección de la Escuela de Música, la ocupará en un primer momento Josep Rodoreda (851-1922), músico reconocido en la Barcelona del momento.
Josep Rodoreda es conocido por su obra más célebre, el Virolai de la Virgen de Montserrat compuesto en 1880 con letra de Jacint Verdaguer. En 1906 se trasladó a Buenos Aires para trabajar en el Conservatorio Thibaud-Piazzini.
La Banda Municipal fue una formación de gran trascendencia social en la época de su fundación, con la función de acercar la música de los grandes autores a las masas populares, en un momento en que el arte estaba reservado a los miembros de las clases más acomodadas.
Los primeros contactos con la ciudadanía tuvieron un gran éxito, siendo la nueva agrupación recibida con entusiasmo. El consistorio construyó en el Parque de la Ciudadela una glorieta para que la Banda pudiera ofrecer conciertos los domingos de verano y en invierno lo hacían en la esquina del Paseo de Gracia con la Gran Vía de las Cortes Catalanas. Se trataba de conciertos de corta duración con piezas de brillante orquestación de los compositores de moda, como Richard Wagner, Felix Mendelssohn, Jules Massenet, Giacomo Meyerbeer, entre otros.
La Escuela Municipal de Música primeramente se ubicó en la calle Lledó y diez años más tarde por razones de espacio se trasladó al Castillo de los Tres Dragones, situado en el Parque de la Ciutadella, un edificio que durante la Exposición Universal de 1888 había sido un café-restaurante. Su primer director fue Josep Rodoreda y a su muerte la dirección pasó a Antoni Nicolau.
El 10 de junio del 1928, la escuela se estableció de manera definitiva en la actual sede de la calle Bruc 110-112, esquina con la calle Valencia. En 1944, mediante un decreto del gobierno central, esta escuela de música se reconvirtió en el Conservatorio Superior Municipal de Música de Barcelona.
Además de la Orquesta Sinfónica del Gran Teatro del Liceo, fundada en 1847 y titular del Gran Teatro del Liceo, dedicada a la ópera y el ballet, Barcelona ha contado con varias orquesta sinfónicas desde entonces, la mayoría, no obstante, tuvieron una corta vida. La Sexta Sinfonía de Beethoven se estrenó en Barcelona en 1866 y la Octava en 1867 en el Teatro del Liceo.
Joan Casamitjana i Alsina (1805-1881) compositor, director y flautista catalán fue el fundador, en 1867, de la Sociedad de Conciertos Clásicos. Como compositor escribió una "Sinfonía a Quatre Temps" en 1866.
Músicos del Liceo formaron la Sociedad de Conciertos Barceloneses dirigida en 1880 por Monasterio, que duró muy poco. Bajo la dirección del eminente compositor de música coral Antoni Nicolau i Parera (1858-1933) y de Juan Goula (1843-1917) se habían también programado algunos conciertos cuaresmales.
La Exposición Universal de 1888 despertó el interés en el público por las nuevas obras y junto con un creciente nacionalismo, se pidió la creación de una institución estable para la presentación de la nueva música sinfónica. El resultado fue la creación a finales de 1891 de la Societat Catalana de Concerts ofreciendo su dirección a Antoni Nicolau i Parera. También los conciertos corales ofrecidos durante la exposición fueron en parte la causa de la creación del Orfeò Català también en 1891, por Lluis Millet y Amadeu Vives.
El 31 de julio de 1892 tuvo lugar en el Salón de Congresos del desaparecido Palau de Ciències de Barcelona el primer concierto de los coros del Orfeò Català. El 19 de octubre de 1892 colabora en el Teatre Líric con la recientemente fundada Societat Catalana de Concerts donde dirigidos por Nicolau se interpretaron fragmentos del Parsifal de Wagner y del Hamlet de Berlioz.
El segundo ciclo de conciertos de la Societat Catalana de Concerts tuvo lugar en el Teatre Principal. El tercer ciclo de conciertos terminó bruscamente debido al atentado terrorista del Liceo, ocurrido el 7 de noviembre de 1893.
En 1895 se ofreció una prestigiosa serie de conciertos dirigidos por Vincent d'Indy. Pero la popularidad de la empresa empezó un grave declive, disolviéndose en 1896. Había creado una renovación de la música sinfónica. Durante su funcionamiento se interpretaron todas las sinfonías de Beethoven y muchas obras de compositores catalanes.
A la disuelta sociedad sucedió en 1897 la Sociedad Filarmónica dirigida por el belga Matthieu Crickboom, que había sido el director de la sociedad desaparecida, acogiendo a muchos de sus componentes. Pero debido a las malas circunstancias económicas tuvo de centrarse en un repertorio de cámara. Su vida también fue corta, disolviéndose al cabo de diez años. Entre sus directores invitados se encuentran Weintgartner y Richard Strauss.
La producción sinfónica en Catalunya durante este Siglo es bastante pobre. Actualmente no existe ninguna grabación de sinfonías escritas por compositores catalanes durante la época del romanticismo del siglo XIX, a pesar de ello existen referencias de algunas de sus obras.
Entre los compositores catalanes encontramos a Ramón Carnicer, a los anteriormente citados Casamitjana y Nicolau además de Felipe Pedrell (1841-1922), pero su obra "La sinfonía de las montañas" pertenece a principios del próximo siglo.