7 – Difusión de la sinfonía
La sinfonía nacida en el sur del Imperio Austriaco tiene un carácter europeísta, un producto formado en la primera comunidad europea, que engloba dentro de sus fronteras a múltiples pueblos. Sus compositores adoptan parecidos estilos, fomentados por los distintos centros culturales germánicos, sin intervenir su nacionalidad.
La música centroeuropea llega a las grandes ciudades y cortes de la época. París y Londres como se ha visto, sienten su influencia. Del mismo modo lugares situados en los límites del Imperio como Suecia, España o Croacia, tienen sus compositores propios.
El arte no tiene límites ni fronteras. Así veremos como cruza el Atlántico, para llegar su influencia hasta la lejana América. A continuación presentaremos algunos compositores que realizaron su obra separados de los grandes centros culturales.
Luka Sorkocevic (1734-1789). En la ciudad de Dubrovnik, la antigua Ragusa, en la costa dálmata de Croacia, encontramos a Sorkocevic. Las buenas condiciones económicas que atravesaba en aquellos tiempos la República libre de Ragusa, favorecieron el cultivo de las artes. Luka era un patricio de la ciudad y compositor aficionado. Sus sinfonías reflejan el estilo europeo de la época y su instrumentación estaba limitada a la orquesta que disponía, más bien reducida. La cuerda, dos oboes y dos trompas. Construidas en tres movimientos, generalmente monotemáticos, pero llenos de expresión, principalmente en los movimientos lentos, donde destacan bellas líneas melódicas.
Johann Friedrich Peter (1746-1813) nació en Holanda, hijo de un prelado de Moravia, el cual en 1760 fue destinado a Bethlehem en Pennsylvania. Después de una estancia en varios seminarios, Johann sigue a su padre nueve años mas tarde. Los teólogos moravos tenían una excelente formación musical, pero Johann sobresalía en esta disciplina. Para aprender había copiado una docena de sinfonías de Carl Friedrich Abel, dos de Johann Christoph Friedrich Bach y obras de Stamitz y Haydn.
Su estilo no está muy bien definido, con influencias especialmente de Haydn y Boccherini. Aunque la mayor parte de su música es religiosa y otra se ha perdido, en 1789 durante una estancia de seis semanas en Salem, Carolina del Norte, compuso seis quintetos de cuerda para dos violines, dos violas y cello. De ellos solo uno, el Nº 3 en sol, está construido en los cuatro movimientos clásicos, el resto tiene tres movimientos.
La “Sinfonía en sol” es la transformación para orquesta de cuerda del Quinteto Nº 3. Después de un presto inicial, encontramos una polonesa de marcado ritmo, un minuetto y un alegre presto.
Carlos Baguer (1768-1808), fue un seguidor de la música de Haydn. A pesar de que Boccherini había compuesto la mayoría de sus sinfonías en España, no existía una tradición de música sinfónica y menos en Catalunya, alejada de la corte. Pero es necesario terminar esta exposición de los compositores del siglo XVIII, hablando por lo menos de un compositor catalán.
Nacido en Barcelona, trabajó como organista de su catedral durante la mayor parte de su vida. Accedió como suplente de su tío Francesc Mariner en 1786. Al morir éste cuatro años más tarde, se convirtió en titular. Parece ser que su formación musical provenía de su tío. Había recibido órdenes menores y en 1801 renuncia de su estado eclesiástico, al parecer tomado para poder mejorar sus condiciones económicas, en una época difícil para su país.
Entre sus discípulos encontramos a Mateu Ferrer y Ramón Carnicer. Cultivó especialmente los géneros religiosos y de teclado. Todas sus Sinfonías son posteriores a 1801.
Su instrumentación es la elemental. Además de la cuerda usa dos oboes y dos trompas. En alguna ocasión añade un fagot. Los compositores catalanes escribían sus obras en tres movimientos, parecidas a las oberturas de ópera. Baguer fue uno de los pocos compositores en adoptar la sinfonía en cuatro movimientos, en el estilo clásico centroeuropeo de la escuela de Viena. Sin duda conocía las sinfonías de Stamitz, Gassmann, Pleyel y sobre todo Haydn.
Su estilo no llega al desarrollo de Haydn, sus tratamientos son más ingenuos, pero sus obras generalmente terminan con rondós de sabor más mediterráneo que germánico, con temas de expresión popular. Lo podemos comprobar perfectamente en el trio del minuetto de la “Sinfonía en si bemol mayor” de amplio sabor popular catalán.
No sabemos donde se interpretaban sus obras, pero todas se han conservado en archivos eclesiásticos. Tal vez su música instrumental se interpretaba en las iglesias durante las misas, pero no existen documentos que lo prueben.