BRAHMS 1

La “Sinfonía Nº 1 en do menor” Op.68 fue empezada en 1862 escribiendo la partitura para piano del primer movimiento. Pero la obra quedó paralizada al no sentirse con fuerzas para realizar una gran obra orquestal, que pudiera estar al nivel de la compuesta por Beethoven. En una carta enviada a Hermann Levi, le comunica que nunca compondría una sinfonía. Se sentía más cómodo en el piano y con las composiciones de música de cámara, muy apreciadas en Viena. Algunos de los temas de la obra, como la trascripción de la trompa alpina del cuarto movimiento, ya estaban diseñados con anterioridad, pero poco sabemos del lento desarrollo de la obra. Su proceso de elaboración duró hasta el verano de 1876. A principios del mes de octubre interpreta una transcripción para piano de la obra en la casa de Clara Schumann. La sinfonía se estrenó el 4 de noviembre de 1876 en Karlsruhe bajo la dirección de Otto Dessoff. Después de algunas revisiones se publicó por Simrock, al final del año 1877.

El primer movimiento un poco sostenuto, allegro está escrito en la forma sonata siguiendo a una breve introducción lenta. En esta introducción Brahms introduce los temas que desarrollará en el allegro. Los temas son apasionados y trágicos. Según algunos historiadores expresan los sentimientos que el compositor experimentó por la muerte de Schumann. Téngase en cuenta que el diseño de este movimiento fue empezado muchos años antes que el estreno de la obra. Encontramos una alternancia entre el espíritu de combate y el pesimismo. Una música a la que se podría clasificar como épica. Una continua lucha para no caer en la desesperación.

El segundo movimiento, andante maestoso, está escrito en forma ternaria A, B, A. El primer tema abraza varios compases y es cálidamente lírico. Encontramos una atmósfera de relajación después del tumultuoso primer movimiento.

El tercer movimiento un poco allegretto e gracioso, corresponde al scherzo. Es el movimiento estructuralmente más sencillo y más relajado, como una pausa antes del intenso movimiento final. La sección central que corresponde al trío, tiene un ritmo vigoroso con animados intercambios entre madera, metales y cuerda.

Termina con un movimiento en forma sonata precedido por una introducción lenta, adagio non troppo. Empieza con una trágica sección lenta que nos une al primer movimiento. En el compás treinta se rompe este trágico ambiente y podemos escuchar el famoso tema de la trompa alpina. Continúa con un coral que nos conduce al modo mayor. El coral es repetido en este modo de manera solemne. Parece que el compositor ha querido unir la naturaleza con la religión. Pero su pensamiento estaba en las sinfonías de Beethoven. La unión se refiere a una comunión universal donde se unen la naturaleza con el amor entre los hombres. El tema del coral nos recuerda evidentemente la “Oda a la alegría” interpretada por Beethoven en su gran novena. En la sección de desarrollo encontramos una notable construcción contrapuntística. En la coda los trombones interpretan el tema solemne mientras los violines ascienden hacia las notas agudas.

La sinfonía creó una gran expectación. No se había escuchado nada parecido desde la novena de Beethoven. Hans von Bülow la bautizó como la Décima Sinfonía.

Citamos parte de la crítica de Hanslick sobre esta obra. “La marcada afinidad de Brahms con Beethoven puede ser notada por cualquier músico que no la hubiera percibido antes. La nueva sinfonía despliega energía de voluntad, lógica en el pensamiento musical, grandeza en su poder estructural y una maestría en la técnica que no ha sido revelada hasta ahora por ningún compositor de nuestra época.”

Orquestra Simfònica de Barcelona i Nacional de Catalunya

Kazushi Ono  09/10/11-02-2018

Mozart Concierto 10 para dos pianos       Maria Joao Pires y Ignasi Cambra, pianos

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