7 – Visión general del desarrollo de la Sinfonía en México
En este capítulo realizaremos una breve recapitulación de la historia de la Sinfonía en México para poder sacar nuestras propias conclusiones. Añadiremos finalmente una serie de comentarios sobre la dirección que actualmente está tomando el género.
Recapitulación histórica
La historia de la música de concierto, en su sentido clásico, en México es corta, debido a que nace de la civilización hispánica en el siglo XVI. Anteriormente existía la música popular de los indígenas, llamados indios por Colón. Esta música se reinterpretará según las diferentes estéticas, primero las aportadas por los europeos y más tarde por las africanas nacidas en el continente americano con el jazz.
La sinfonía, un género musical nacido en Europa será importada a México a mediados del siglo XVIII, cuando se interpretan las primeras sinfonías de Haydn. Siguiendo este estilo es posible que algún compositor nacido en México hubiera escrito alguna sinfonía. Pero el único dato que conocemos se refiere a Antonio Sarrier, un español transplantado a las tierras mexicanas que escribe allí una sinfonía, siguiendo las directrices del estilo clásico centroeuropeo.
Con la independencia de México en el siglo XIX empiezan a fundarse los primeros conservatorios, que siguen la tradición europea, en una época que estaba dominada por la ópera y la música de salón.
La música sinfónica empezó su desarrollo en la segunda mitad del siglo XIX. Ricardo Castro (1864-1907) es el primer compositor mexicano que escribe sinfonías. Su estilo sigue las corrientes del romanticismo europeo.
Pero el verdadero desarrollo de la sinfonía en México empieza en el siglo XX. En pocos años recorrerá todas las fases y estilos de la misma, empezando por el romanticismo tardío heredado de Europa. Téngase en cuenta que las orquestas europeas y su música era el punto de referencia y muchos compositores mexicanos viajaron a Europa para ampliar sus estudios.
Entre ellos encontramos a Julián Carrillo (1875-1965), que compone sinfonías de corte europeo inspirándose en la obra de Schumann y Brahms. Pero su estilo evoluciona rápidamente hacia la música atonal, la microtonal y los últimos modernismos. Ofrece una muestra clara de la rápida evolución del estilo musical en México durante el siglo XX. Parece como si en pocos años quieren seguir la evolución de la música europea, desde el clasicismo al romanticismo, pasando por el dodecafonismo, hasta llegar a las más modernas tendencias, para regresar en muchos casos a las modernas formas clásicas denominadas con el sufijo neo.
Pero la característica más notable del estilo mexicano es el nacionalismo musical. En Europa había empezado en el siglo XIX, especialmente en los países europeos dominados por el imperialismo germánico, creando obras que demostraban claramente el país de su procedencia, al incorporar la música folclórica y popular del mismo. En México este fenómeno no ocurre hasta entrado el siglo XX.
Como había ocurrido anteriormente en Europa los mexicanos quieren independizarse también culturalmente del centralismo manifiesto del Imperio español, creando una música peculiar que los identifique.
Entre los primeros compositores nacionalistas encontramos a Candelario Huizar (1875-1965). En sus sinfonías usa motivos claramente folclóricos mexicanos y en alguna emplea referencias indígenas. El nacionalismo mexicano tiene sus raíces divididas en dos orígenes, la música llamada indigenista basada en las tradiciones prehispánicas y la folclórica nacida de las influencias europeas reelaboradas por los criollos y mestizos. Esta última que también recibe influencias del son cubano es la que la gente identifica con la música mexicana, con el son de sus rancheras y corridos, con los sones peculiares de los Mariachis.
La figura principal de la música sinfónica mexicana es Carlos Chávez (1899-1978). Su ciclo de sinfonías puede ser considerado como el más importante de la nación. Un compositor poliestilístico, que mezcla la música popular nacionalista con todos los modernismos.
Desde la austeridad de su primera sinfonía a la popularidad de la segunda de carácter indigenista, pasando por el modernismo de raíces populares de su tercera, a una nueva reinterpretación del romanticismo mediante el uso de elementos modernos de la cuarta y terminando por el neoclasicismo de sus quinta y sexta.
Chávez creó escuela en el mundo de la música mexicana. Entre sus alumnos se encuentra Eduardo Hernández (1899-1995). Luis Sandi (1905-1996) también emplea elementos indigenistas en su obra sinfónica además de neoclásicos.
Mención especial se merece Miguel Bernal Jiménez, el compositor de Morelia. Encabezó el nacionalismo sacro, escribiendo obras religiosas. En sus sinfonías emplea elementos nacionalistas laicos.
Blas Galindo (1910-1993) es conocido por sus obras inspiradas en el folclore, especialmente en el mariachi pero en sus sinfonías usa un lenguaje tonal progresista, lo cual causa que estas obras sean menos conocidas.
Lo mismo podríamos decir de José Pablo Moncayo (1912-1958), conocido mundialmente por su populista Huapango, pero el resto de su obra influenciada por el impresionismo y con un nacionalismo original es poco conocida.
Paulino Paredes (1913-1957) es un seguidor de Bernal Jiménez cuya música postromántica está impregnada por el aire de su patria mexicana. En su Sinfonía Provinciana usa temas claramente populares.
Carlos Jiménez Mabarak (1916-1994) es un músico intermedio entre la etapa nacionalista y las futuras tendencias modernistas. Desde una música marcada claramente por el nacionalismo en la que emplea el son jarocho, evoluciona hasta el atonalismo.
Leonardo Velázquez (1935-2004) fue un discípulo de Blas Galindo renovador de la música nacionalista mexicana. En su obra usó la tonalidad pero también realizó incursiones en la música atonal.
Eduardo Mata (1942-1995) conocido como brillante director de orquesta, empezó escribiendo sinfonías académicas pero evolucionó hacia el atonalismo, antes de que en un accidente perdiera la vida.
Entre los compositores actuales se encuentra Mario Lavista, nacido en 1943, que como muchos de su generación empieza escribiendo obras académicas, hasta encontrar su estilo en el que busca nuevas estructuras armónicas. Abandona el género sinfonía en su investigación de estructuras más libres.
La sinfonía como género musical obliga al compositor a respetar una estructura, de la cual en un mundo musical moderno que busca la libertad total, es difícil poder liberarse. Por ello muchos compositores abandonan el género, realizando composiciones sinfónicas de carácter libre, algunas de las cuales aun reciben el nombre de sinfonías.
Estas partituras para orquesta sinfónica modernas se dividen en dos géneros, composiciones abstractas y composiciones programáticas, asimilables a los poemas sinfónicos. No sabemos si podríamos definir como una evolución del género a muchas de estas obras sinfónicas o darles el nombre de un nuevo género musical. La realidad es que muchos compositores actuales no escriben sinfonías.
Un ejemplo lo encontramos en Federico Ibarra nacido en 1946, cuyas sinfonías siguen líneas programáticas o Alvarez del Toro nacido en 1953, que pertenece a una nueva generación de compositores nacionalistas, que usa elementos indigenistas pero presentados de un modo nuevo empleando elementos de la música progresista.
Actualmente se puede observar un retorno a la música nacionalista, una música que intenta regresar a fórmulas más comprensivas para un público que se había separado de la música contemporánea. Entre ellos se encuentra Eduardo Angulo, nacido en 1954, que retorna a lo que podríamos designar como música realista o figurativa, si la relacionamos con la pintura, contrapuesta a la abstracta también en su sentido pictórico. Su música conecta fácilmente con el público a quién está destinada.
Junto a los compositores que describimos como figurativos, en un mundo en que conviven en libertad todos los estilos, encontramos autores como Jesús Villaseñor, nacido en 1936, que basa su obra en el atonalismo libre, se separa de los gustos del público generalista y a pesar de que su catálogo sinfónico es grande sus obras son poco conocidas.
Mario Kuri Aldama (1931-2013), discípulo de otro de los grandes compositores mexicanos, Silvestre Revueltas pero que no se interesó por la sinfonía, compuso música populista basada en las danzas típicas del bolero y el danzón. Otro compositor que basa sus mayores éxitos en el ritmo del danzón es Arturo Márquez, nacido en 1950, pero que no se dedica al género específico de la sinfonía.
Samuel Zyman, nacido en 1956, emplea ideas mexicanas junto a influencias del jazz, en un estilo que cada vez se hace más mestizo. Igualmente ocurre con Eugenio Toussaint (1954-2011) que compone música multiestilística con influencias indígenas y especialmente de la música de jazz.
Juan Trigos, nacido en 1965, compone sinfonías atonales a las que incorpora elementos minimalistas y nacionalistas, realizando lo que podríamos describir como nacionalismo abstracto. Por el contrario Sergio Berlioz nacido en 1963 intenta conectar con su público.
Terminamos este breve viaje por la sinfonía mexicana con la obra de Venus Rey Jr., nacido en 1969. Educado en un centro musical jesuita, en su música encontramos obras de inspiración religiosa, como su Sinfonía Jesuita o profana su Sinfonía 5 de Mayo, escritas en un estilo tonal, en un nuevo intento de regresar de la música abstracta experimental, a un estilo más aceptado por el público, el verdadero receptor de la misma.