Luis Herrera de la Fuente (1916-2014) nació en la Ciudad de México el 25 de abril de 1916, en el seno de una familia aficionada a la música. Empezó su formación musical en 1924 estudiando piano con María Olvera, Modesto Sáenz y María Teresa Ellorduy, en la Academia de Beethoven en Texcoco.
Ingresa en la Universidad Nacional Autónoma de México en 1930, estudiando composición con Estanislao Mejía, con José Vázquez y con Rodolfo Halffter armonía y orquestación. En 1932 estudia violín con Luis Saloma y en 1934 canto con David Silva. En 1947 continúa con Jesús Mercado.
Abandona México a mediados de la década de 1940 para estudiar dirección de orquesta en Zúrich, con Sergiu Celibidache y con Hermann Scherchen.
A su regreso a México se dedica plenamente a la dirección de orquesta, siendo titular en 1954 de la Orquesta Sinfónica Nacional, de la que será su director durante 18 años, hasta 1972. Además fue director de la Orquesta Sinfónica de Minería, de Xalapa, de Jalisco y de la Juvenil del Estado de Veracruz.
En 1952 fundó la Orquesta de Cámara de Radio Universidad. Dirige la Orquesta Filarmónica de las Américas desde 1958 hasta 1976.
Además de director de orquesta cuando el tiempo le permitía se dedicaba a componer. Entre otras partituras se encuentra el ballet "Fronteras" compuesto en 1956, una obra con bastantes disonancias escrita usando un estilo modernista.
Fuera de su patria, Herrera de la Fuente fue titular de la Orquesta Sinfónica de Perú, de la de Chile y de la Oklahoma Symphony Orchestra. Como director invitado ha dirigido más de cien orquestas en Europa, América, Israel y Nueva Zelanda,
Entre sus obras más interpretadas se encuentra la "Sonatina para violoncelo solo", que fue compuesta para su amigo el violonchelista Carlos Prieto, quién la estrenó en 2004 y después en una nueva versión en 2009.
En el año 2006 al cumplir los 90 años se retiró de la dirección de orquesta, dedicándose a la composición. Entre sus nuevas obras se encuentra la "Sinfonía Nº 1" compuesta en 2010 sin que tengamos ninguna información adicional.
Cuando en agosto de 2010 recibió el Premio del Festival Internacional Cervantino, por su trayectoria como director y compositor comentó, escribí piezas para piano a los nueve años, pero las circunstancias se atravesaron y salí con que era director de orquesta y eso me absorbió, pues requiere de tiempo completo. Mi felicidad y compromiso es la composición, y si juegas lo que he escrito, es bueno porque aprendo, más o menos, cómo suena.
La "Sinfonía Nº 2" fue estrenada en un concierto que dirigió a sus 95 años, el 28 de mayo de 2011, interpretada por la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México, dirigida por el propio compositor. En el mismo concierto estrenó su "Concierto para piano y orquesta" con Guadalupe Parrondo como solista y el "Concertante para violonchelo y orquesta", dedicado a su intérprete, la ucraniana Inna Nassidze que desde 1990 vive en México.
El 10 de junio de 2011 se repitió el programa, esta vez interpretado por la Orquesta Sinfónica de Xalapa en el Teatro del Estado, como homenaje a su director emérito.
Herrera de la Fuente muere el 5 de diciembre de 2014 en la Ciudad de México.
Entre sus muchos reconocimientos posee el Doctorado Honoris Causa en Artes y Humanidades de la Universidad de Oklahoma y de la Universidad de las Américas y el de caballero de la Orden del Rey Leopoldo de Bélgica.
También se dedicó a escribir su autobiografía "La música no viaja sola" y diferentes ensayos. como "Notas falsas".
El 25 de enero de 2015 se realizó un concierto homenaje en el Palacio de Bellas Artes de la capital de México, en el cual se interpretaron la "Sonatina para violoncelo solo" interpretado por Carlos Prieto, el "Concierto para piano y orquesta" y la suite de su ballet "Fronteras".
Conocido internacionalmente como director de orquesta se jubiló a sus 90 años para seguir trabajando como compositor, un ejemplo de vocación y de espíritu joven sin tener en cuenta su edad física. Terminamos con las palabras que el director de orquesta José Areán le dedicó:
A la hora que se subía al podio prácticamente todo lo dirigía de memoria, el repertorio tradicional estaba perfectamente dentro de su memoria y también tenía una manera de dirigir un poco fuera de lo común. Los movimientos quizás no eran los más bellos, pero sí eran los más expresivos; siempre conseguía lo que quería. Era un hombre culto, profundo en muchos sentidos y con un gran sentido del humor, con una ironía casi socarrona, en la que se veía a sí mismo y a todo lo musical en una luz muy juguetona.