La “Sinfonía Nº 4 en la mayor” Op.90 (Italiana) fue empezada en 1831 cuando se encontraba en Roma. La fecha de su finalización es la del 13 de marzo de 1833, en Berlín. El largo tiempo empleado en su composición es típico en la obra de Mendelssohn. Era muy detallista y revisaba muchas veces sus obras. Tanto que no la publicó, esperando una revisión final, cosa que nunca ocurrió. La obra fue publicada después de su muerte.
La sinfonía se estrenó en Londres en el mes de marzo de 1833, convirtiéndose en una de sus obras más populares. El propio Mendelssohn la subtituló como Italiana. Nos encontramos aquí como en el caso de Berlioz, en la clasificación como música pura o programática. La diferencia entre sinfonía y poema sinfónico llega a ser sutil. Pero admitiremos como sinfonía a las obras que respeten la división entre varios movimientos. El poema sinfónico es una composición homogénea sin separación, pero llega un momento de confusión al considerar las sinfonías en un solo movimiento. Volveremos a hablar de este tema en el ensayo sobre la obra de Berlioz, líder indiscutible de la sinfonía programática.
La obra es una sinfonía en su sentido clásico, en la cual Mendelssohn refleja en sus temas, las impresiones de su viaje a Italia. El primer movimiento allegro vivace se ha subtitulado como Carnaval, especialmente por su arrebatador tema principal, presentado por los violines sobre trémolos de los vientos. En su repetición se acompaña con redobles de timbales y acordes del viento. El segundo tema es más lírico, introducido por los clarinetes y fagots. Después de la repetición íntegra de la exposición, el desarrollo se separa de la estructura clásica, al usar un tercer tema que se transforma en una fuga. Intercalando los dos temas primeros se presenta una reexposición poco convencional. La sinfonía clásica empieza a desmoronarse. La coda comienza con el tercer tema que juega con el primero y se va animando, hasta aparecer el segundo en la cuerda grave, aumentando el tempo en los últimos compases, terminando de forma exuberante.
El segundo movimiento es un andante con moto que recibe el subtítulo de Procesión o Marcha de los Peregrinos. Después de una introducción rítmica, acompañado por las notas de una especie de bajo continuo y monótono, aparece el primer tema en forma de una procesión de peregrinos, presentado por el oboe, el fagot y las violas. Algunos creen, entre ellos Ignaz Moscheles, que el tema es el de una procesión de peregrinos bohemia, otros que se trata una melodía mediterránea, pero lo más probable es que se trate de una canción de su maestro Zelter, el lied “Es war ein König in Thule”. Cuando el tema es retomado por los violines y decorado por las flautas se produce uno de los mejores momentos mágicos de la obra de Mendelssohn. El segundo tema nos presenta una nueva procesión con un sabor casi mahleriano. Después de la reexposición, termina con la repetición de la introducción. La procesión se aleja, finalizando con un pizzicato de notas graves, con un sentido de resignación.
El tercer movimiento con moto moderato es un minuetto, subtitulado Salones Romanos. Un lánguido baile en salones llenos de espejos, una especie de vals que se va reflejando en ellos. Como si fuera un retrato de la vieja Italia. El trio con el sonido de las trompas marca el sello del romanticismo, presentándose como un nostálgico nocturno. Podemos imaginarnos a las hadas jugando en el bosque. En la segunda parte del trio, las trompetas y timbales aumentan si cabe la magia de esta música. En la coda aparece nuevamente el tema del trio, intentando dominar sin éxito al del minuetto.
Termina con un frenético presto, subtitulado Baile Popular y denominado por el propio Mendelssohn como Saltarello. Es una danza parecida a la tarantela, inspirada en el baile de las jovencitas napolitanas en Amalfi. Cuatro violentos acordes marcan el principio. Luego sobre el ritmo marcado por los violines, las flautas interpretan la popular melodía napolitana. La incorporación de diversos instrumentos marca la entrada de los bailarines. Mendelssohn parece revivir la escena. Un brusco cambio de ritmo parece indicar el momento en que las adolescentes se sueltan el pelo para entrar en la danza. El punto central del movimiento es el desarrollo, en el que se crea un crescendo continuo, desde el pianissimo al fortissimo empleando el contrapunto en fugato, comenzando por un pasaje para cuerdas solas al que se le van uniendo el resto de instrumentos. Empieza con una danza etérea bailada por hadas y elfos, un momento de gran expresión mendelssohniana, que se va animando hasta recuperar el ritmo de la tarantela marcado por trompas y trompetas. Formalmente el movimiento es un rondo, con el tema principal que va retornando periódicamente, pero cuyos episodios intermedios no separan sino que lo funden en un todo continuo. Para concluir observamos que por su forma se trata de una sinfonía, pero la naturaleza de sus rasgos es descriptiva.
Orquestra Simfònica de Barcelona i Nacional de Catalunya
Emmanuel Krivine 15/11/2014