Celestino Piaggio (1886-1931) nació el 20 de diciembre de 1886 en Concordia, provincia de Entre Ríos, en el seno de una familia de músicos. Su padre, del que pronto recibió clases de piano y violín, era un uruguayo de ascendencia genovesa. En 1900 la familia se trasladó a la capital ingresando en el Conservatorio de Buenos Aires.
Sus profesores fueron Alberto Williams en armonía, contrapunto y composición, Julián Aguirre en piano, Andrés Gaos en violín y Carlos Marchal en música de cámara.
Su carrera fue rápidamente en ascenso. En 1901 obtuvo el primer premio de solfeo; en 1902 el diploma de profesor elemental de piano y violín. En 1904 ganó el primer premio de conjunto y fue nombrado profesor auxiliar de piano, cargo que ocupó durante cuatro años, En 1905 fue primer premio medalla de oro de piano; en 1906 ganó, también en piano, el Premio Ortiz y Cussó. Se graduó con altos honores en 1908.
Su decisión fue la de abandonar los estudios de violín, convirtiéndose en un pianista de primer orden, tanto por su técnica como por su calidad interpretativa. En 1908 obtuvo por oposición el Gran Premio Europa, que le permitió perfeccionar sus estudios en el viejo mundo. Ese mismo año se hizo cargo de esta beca otorgada por la Comisión Nacional de Bellas Artes y viajó a París.
Radicado en Francia, de 1908 a 1914 estudió en la prestigiosa Schola Cantorum de París; sus maestros fueron Léon de Saint-Réquier en armonía, Albert Groz en contrapunto, Abel Decaux en órgano, Amédée Gastoué en canto gregoriano y Vincent d’Indy en composición. También realizó clases particulares de piano con el catalán Ricardo Viñes.
En las vacaciones de 1914 viajó a Rumania. El estallido de la Primera Guerra Mundial convierte el breve viaje de descanso en una forzosa residencia de cinco años en Bucarest. Esta azarosa situación le impone integrarse en la nueva comunidad y buscar cabida en ella. Piaggio comenzó a dar lecciones de música para vivir, pues había perdido los beneficios de la beca correspondiente al Gran Premio Europa.
Gracias a sus condiciones, no tardó en despertar el interés y la admiración del ambiente artístico del lugar. Dio recitales y fue nombrado pianista de la Corte Real, miembro del jurado del Conservatorio de Bucarest y fundó tanto la Revista Critica Teatrala, Muzicala, Literara si Artistica (1918), como la orquesta Asociatiei Generale Muzicala din România para la sociedad Amicii Orbilor (1918)
En 1919 regresó a París para ingresar al curso de música dramática que dictaba d’Indy en la Schola Cantorum y con ello finalizar su carrera. Al año siguiente viajó a Alemania para completar sus estudios de dirección orquestal junto a Arthur Nikisch en el Gewandhaus de Leipzig.
Pero en la Península Balcánica no lo habían olvidado: Accediendo al pedido de sus amigos, volvió a aquel país en diciembre de 1920, para dirigir un concierto en el Paltul Ateneului y ofrecer un recital de piano consagrado a Beethoven. Con la intención de retenerlo, en Bucarest le ofrecieron tanto la dirección permanente de los conciertos sinfónicos dominicales como el nombramiento de profesor del Real Conservatorio de Música. Pero las condiciones para volver a su patria estaban dadas. Alberto Williams, ya en su carta del 22 de enero de 1920, le ofrecía la oportunidad de regresar con un empleo fijo en su conservatorio:
El 23 de febrero de 1921 llegó a la Argentina iniciando una gran actividad no sólo como docente e intérprete, sino también en la organización y dirección de eventos. En calidad de docente, el 1º de marzo de 1921, se hizo cargo de las cátedras de piano, armonía, contrapunto y composición del Conservatorio de Música de Buenos Aires. En 1924, luego de firmar el contrato prometido por Williams, pasó a ser subdirector del instituto y a participar en las ganancias del mismo. Esta relación contractual mantuvo su vigencia hasta 1931, año de la muerte de Piaggio.
Fue miembro de la Sociedad Nacional de Música en 1921 y de la Comisión Nacional de Bellas Artes. En 1921 lo nombraron director artístico de la Sociedad Argentina de Música de Cámara y Sinfónica. Desde su seno dio a conocer numerosas obras del repertorio universal y de sus compatriotas. Mientras tanto participaba en la creación de la primera orquesta permanente que tuvo la ciudad porteña: la Asociación Sinfónica de Buenos Aires, de la cual fue director. Debutó el 17 de mayo de 1922
La producción de Celestino Piaggio quedó circunscripta, casi en su totalidad, al período de formación profesional. Sus primeras partituras fueron escritas para las cátedras de Alberto Williams, entre 1901 y 1907. Todas ellas fueron dadas a conocer por el autor a través del ciclo anual de conciertos de alumnos compositores que el Conservatorio de Música de Buenos Aires instauró a partir de 1901.
La «Sonata en do sostenido menor» para piano, compuesta entre 1912 y 1913 es de las pocas obras que se conservan
La «Obertura en do menor para orquesta» compuesta entre 1913 y 14 en forma sonata, se estrenó el 6 de diciembre de 1915, en el ciclo de conciertos sinfónicos populares que tenía a su cargo, interpretada por la Orchestra Ministerului, en el Palatul Ateneului de Bucarest, bajo la dirección del compositor. El público rumano consideró a Piaggio como uno de los más altos exponentes de la escuela francesa moderna de composición que presidía Vincent d’Indy.
La crítica local reconoció en esta obra que la elegancia de sus giros melódicos, la riqueza de su construcción armónica, su adecuada orquestación y la soltura de su fraseo, eran elementos que patentaban a un compositor dotado de una técnica brillante.
En la Argentina, esta obra no fue dada a conocer hasta el 9 de setiembre de 1919, ocasión en que hacía su presentación la Sociedad Argentina de Conciertos Sinfónicos. Esta audición, ofrecida por Alberto Williams y dedicada a obras de sus discípulos, tuvo lugar en el Grand Splendid Theatre bajo la dirección de Franco Paolantonio.
A partir de 1914, aislado por la guerra en Rumania, Piaggio se abocó a la composición de una sinfonía dedicada a Alberto Williams, Esta «Sinfonía» terminada en 1915 se encuentra actualmente perdida.
Durante la última década de su vida sólo daría a conocer aquellas obras escritas en el viejo mundo y el «Homenaje a Julián Aguirre» para piano compuesto en 1925 con motivo de conmemorarse el primer aniversario del fallecimiento de Julián Aguirre (1868-1924).
Al crearse los cuerpos estables del Teatro Colón en 1925, fue nombrado para ser su director en las temporadas 1925, 1926 y 1931. Durante la última década de su vida se dedicó al engrandecimiento cultural de su país. A su muerte dejó tras de sí una importante labor destinada a sostener la obra de todos los valores nacionales. El arte argentino que fundara en Celestino Piaggio grandes esperanzas, las vio truncadas por su prematura muerte a los 44 años, el 26 de octubre de 1931 en Buenos Aires.