La “Sinfonía Nº 7 en mi menor” fue empezada en el año 1904, mientras no encontraba la inspiración necesaria para finalizar la sexta. Durante su excursión a Toblach, en el Tirol del Sur, actualmente Italia, toma la ruta hacia las Dolomitas, deteniéndose en el lago Misurina. Allí se inspira para la composición de los dos tiempos intermedios de la séptima, los llamados Nachtmusiken o sea nocturnos. Un año mas tarde regresa a su casita de Maiernigg y durante el mes de junio no logra concentrarse en su obra. Vuelve a las Dolomitas pero no encuentra la tranquilidad deseada en un albergue lleno de turistas. Decide regresar al Wörthersee dirigiéndose a Krumpendorf, situado en su orilla norte. Toma una barca para atravesar el lago y al primer golpe de remo le viene la idea de la introducción del primer movimiento. Cuatro semanas más tarde, los tres movimientos que le faltaban estaban terminados. El 19 de agosto de 1905 escribe una carta a Richard Strauss anunciando la finalización de la sinfonía.
Deberá esperar bastante tiempo para su estreno, debido al fracaso de la sexta y no encontrar editor. Finalmente se estrena en Praga el 17 de septiembre de 1908, después de largos ensayos con una disciplinada orquesta y rodeado de sus fieles seguidores, entre ellos Bruno Walter, Otto Klemperer, Zemlnsky, Berg y tantos otros. El estreno fue aplaudido más por cortesía que por devoción. Del mismo modo se comportó la crítica que acogió la nueva obra bastante fríamente. Más adelante se presentó en Munich y Ámsterdam sin demasiado éxito. Téngase en cuenta que su primera grabación en disco se realizó en 1950 en vivo y en 1953 en estudio, dirigida por Hermann Scherchen.
La orquestación comprende dos piccolos, cuatro flautas, tres oboes, corno inglés, tres clarinetes, un clarinete bajo, tres fagots, contrafagot, cinco trompas, tres trompetas, tres trombones, tuba, timbales, tambor, tam-tam, címbalos, triángulo, glockenspiel, tambourine, cencerros, campanas tubulares y una completa sección de cuerda ampliada con dos arpas, mandolina y guitarra.
El primer movimiento, langsam, allegro risoluto, ma non troppo, comprende una introducción en tempo de adagio y un alegro en forma sonata, comprendiendo más partes de tempo lento que de verdadero allegro. La trompa anuncia el tema principal del adagio, sobre un ritmo inspirado por los remos de su travesía del Wörthersee. Es una especie de marcha fúnebre que contiene un característico giro melódico. Un segundo motivo de marcha más ligero es interpretado por el viento sobre pizzicatos de la cuerda. Los trombones repiten el tema inicial en una nueva versión. La exposición empieza con la introducción del primer tema, un tema heroico emparentado con la marcha de la introducción. El segundo tema tiene un color vienés que nos recuerda a las obras de Richard Strauss. La marcha de la introducción actúa como un episodio de transición que nos conduce al desarrollo. El primer tema aparece en forma variada, pero pronto se deja arrastrar por el lirismo del segundo tema. Después de una sección de calma, el tempo se acelera, para conducirnos a la sección intermedia del desarrollo, una parte de bucólica paz. Se escuchan trinos de pájaros contestados por fanfarrias lejanas y un tema de coral. Se recuerda de nuevo el segundo tema que se lleva a su climax. Luego llega la calma con una vuelta al ritmo de la introducción, repitiendo su tema. Llegamos a la reexposición con su primer tema en versión variada, seguido por el segundo que se eleva en su lirismo hasta las notas más agudas. El ritmo de la marcha inicia la amplia coda que nos lleva a la conclusión, anunciando que en realidad el triunfo no es total.
El segundo movimiento consiste en el primero de los nocturnos, Nachtmusik, allegro moderato. Es un movimiento complejo cuyo tema principal consiste en una marcha lenta, una especie de marcha nocturna, con dos episodios internos semejantes a los trios. Podríamos decir que se trata de una serenata nocturna con dos trios. Empieza con una sección de preludio, con una llamada de la trompa, contestada por el eco de una segunda con sordina. Luego entran el oboe, clarinete y corno inglés presentando un amplio paisaje del campo austriaco con trinos de pájaros. Un acorde poco armónico de la orquesta da paso a un himno nocturno, que se convierte en la marcha que conducirá al movimiento. La cuerda da una versión más apasionada de la marcha. Cuando parece que se desvanece, una lírica melodía en los violoncelos empieza el primer trio. Regresan las llamadas iniciales de las trompas y luego se escuchan los cencerros distantes. El segundo trio es presentado por los oboes con un expresivo tema. Regresa la marcha nocturna que se detiene para empezar, mediante una llamada de la trompeta, una sección de reexposición, escuchándose los temas centrales introducidos dentro de la marcha. Una última llamada de las trompas prepara la coda final. La marcha va desapareciendo mientras se escuchan trinos de los pájaros, hasta que el desfile o procesión se pierde en la distancia.
El scherzo lleva la indicación schattenhaft, en la sombra, fantasmagórico. Empieza con golpes en los timbales y pizzicatos de los contrabajos, creando un inestable estado de inquietud, que nos lleva a una danza fantasmagórica, un baile de los espectros de la noche moviéndose grotescamente. Un episodio de vals parece esclarecer el ambiente, pero pronto se convierte en una salvaje danza degenerada, una especie de noche del Sabbat o de las brujas. Gemidos de las flautas, trompas y trompetas con sordina y glissandos de las cuerdas dan un tétrico colorido, distorsionando los elementos del vals o ländler. El trio contrasta, intentando dulcificar el ambiente con un motivo tierno del oboe y la flauta. Pero dura poco y la danza retorna con un pizzicato. La trama se va fragmentando antes de que termine el movimiento, con un toque de timbales que se detiene, como indicando el final de un viaje.
Continúa con el segundo de los nocturnos, Nachtmusik, que lleva la indicación andante amoroso. Se trata de una serenata en tres partes. En ella usa la sonoridad del arpa y las menos usuales de la mandolina y la guitarra. Después de los compases de introducción escuchamos un ostinato del arpa sobre el cual, figuras sincopadas de clarinetes y oboes, ofrecen un tema impersonal con cierto aire de marcha. Un solo del violín nos presenta un motivo más estático. El motivo rítmico alterna con el más estático. La mandolina da paso al trio con una amplia melodía del violín simbolizando el amor. Los rasgueos de la mandolina y la guitarra acompañan esta fase de expansión melódica. Se regresa a la primera parte del movimiento que nos conducirá hacia su final, después de pasar por algún episodio que refleja cierta amargura.
El último movimiento rondo-finale, allegro ordinario, consiste en un rondó ampliado, de difícil análisis, por la gran cantidad de elementos incorporados. Bruscos cambios de tema conducen a una especie de polifonía temática. La noche ha terminado apareciendo un radiante nuevo día. Los timbales introducen el movimiento. El primer tema es interpretado por las trompetas y trompas, con una peroración heroica. Es un tema derivado del empleado por Wagner en “Los Maestros Cantores”. Este tema se irá repitiendo a lo largo del movimiento en forma de diferentes variaciones, separado por diversas secciones, entre las que destacan un tema de minueto de sabor antiguo, otro en el que se ha visto una alusión al célebre vals de “La Viuda Alegre” de Lehar, obra que gustaba al matrimonio Mahler y un tema rápido acompañado por música turca a la manera de Mozart. Antes de llegar al final aparece una cita a la marcha del primer movimiento. La coda presenta por última vez el tema principal, interpretado ahora de forma resplandeciente, acompañado por el sonido de las campanas y cencerros. Un stretto finaliza brillantemente la obra.
Con esta obra termina la segunda parte de la obra sinfónica de Mahler. Una trilogía en la que no emplea textos ni voces humanas. La séptima es la más moderna, uniendo ideas que aparentemente parecen contradictorias. Especialmente su último movimiento, con su mezcla de estilos y cambios de ritmo, difícilmente podía ser apreciado por los oyentes de su época. Apenas se tienen indicios de lo que Mahler quería expresar con esta obra.
El ritmo de los remos del primer movimiento puede indicar el inicio de un viaje. Un viaje hacia un lugar desconocido, encontrando múltiples dificultades en su recorrido. En el primer nocturno se encuentra el contraste entre un ritmo monótono de marcha nocturna, la odiada idea del rutinario trabajo diario, el Alltag y el sonido de la naturaleza con sus trinos y cencerros. El scherzo nos conduce, con sus ritmos espectrales, hacia un callejón sin salida. No se puede continuar por un camino que conduce a la nada. En el segundo nocturno se continúa la marcha con un nuevo talante. El amor ha realizado su entrada y guía al caminante hacia un nuevo destino. Parece que la noche sugerida por los movimientos anteriores ha terminado. Esto nos lo confirma el último movimiento, como un resurgir a una nueva vida, el sol que aleja los espectros aparecidos en la tenebrosa noche. Después de múltiples escenas contradictorias, en las que se mezclan la oscuridad con la luz, las ideas siempre contrapuestas de Mahler, se llega a un resplandeciente final acompañado por campanas y cencerros, indicando que al término del viaje, puede que el hombre no lo haya perdido todo, que aun le queden esperanzas. Puede sobrevivir a este viaje a través de la naturaleza y el amor.