La “Sinfonía Nº 4 en sol mayor” fue empezada en el verano de 1899 en Alt-Aussee, una pequeña estación termal en el Salzkammergut. Pero el tiempo no le acompaña y no es capaz de plasmar en la partitura el flujo de ideas que le aparecen. Tendrá que esperar al verano de 1900 en Maiernigg, un pueblecito situado a las orillas del sur del lago Wörthersee, en Carintia, cercano a Klagenfurt. Aislado en una cabaña en el bosque logra acabar la obra en tres semanas, poniendo las últimas notas el 6 de agosto de 1900.
La obra se estrenó en Munich el 25 de noviembre de 1901 bajo la dirección del propio compositor. La sinfonía no fue bien recibida por un público que esperaba otra cosa. Seguidamente se presentó en Frankfurt dirigida por Weingartner y luego en Nuremberg, Karlruhe, Stuttgart, Berlín y Viena. En todos lugares la obra fue criticada.
La orquestación es más ligera que la de las anteriores sinfonías y comprende cuatro flautas, dos doblando con piccolo, tres oboes, uno doblando con corno inglés, tres clarinetes, un clarinete bajo, tres fagots, uno doblando con contrafagot, cuatro trompas, tres trompetas, timbales, tambor, triángulo, campanas, glockenspiel, címbalos, tam-tam, arpa y cuerdas. El estilo es más clásico pero usando la típica coloración mahleriana.
El primer movimiento lleva el título, Bedächtig. Nicht eilen, recht gemächlich, lento, sin apresurarse, cómodamente. Después de una breve frase introductoria definida por Deryck Cooke, un famoso musicólogo, como las campanillas de un trineo paseando por el cielo, aparece el primer tema, un tema ascendente típicamente mahleriano pero de raíces clásicas. El segundo tema es presentado por las cuerdas graves y es más calmado, de naturaleza casi pastoral. Con los tintineos de las campanillas empieza la repetición de la primera parte de la exposición.
La sencillez de los temas contrasta con un elaborado desarrollo. Empieza presentando otra vez el tema de las campanillas. Una ácida melodía del violín y luego un grotesco solo de la trompa se presentan como elementos de parodia de la vida terrestre. Las flautas muestran un nuevo motivo derivado del segundo tema, acompañadas por un sutil contrapunto. El clarinete inicia una serie de motivos disonantes. Se inicia una sección con complicados motivos contrapuntísticos que incluye de nuevo el tema de las campanillas. Este tema se mezcla con el de las flautas y el primer tema, el cual finalmente se expone de forma clara por la trompeta. Entonces empieza un crescendo con mezcla de los temas, que se detiene con una sombría llamada de la trompeta. Esto marca la fase final del desarrollo, como una caída del edificio que se había levantado de una manera tan inestable. El oboe introduce el tema principal y los violines inician la reexposición con el primer tema. Después de una brillante transición, aparece el segundo tema, que crece en expresividad. Con el sonido de las campanillas empieza la fase final. Regresa el primer tema de forma variada llegando a las alturas con los agudos de los violines. Una llamada de la trompa nos lleva casi al silencio, del que surge el tema principal, iniciando la coda que termina con una alegre stretta.
El segundo movimiento in gemächlicher Bewegung, ohne Hast, en un movimiento cómodo, sin prisa, consiste en un scherzo con dos tríos. El scherzo está formado por una danza en forma de ländler con unos detalles agridulces. La melodía inicial de la trompa es seguida por disonantes sonidos de la madera y un solo del violín que parece desafinado, al usar una forma de afinación poco habitual, produciendo un sonido casi macabro. Algunas veces se ha dicho que es una especie de Totentanz, danza de los muertos. El primer trio es una tranquila danza popular que contiene elementos grotescos, introducidos por la trompa. Luego se reanuda el scherzo de forma variada. El segundo trio deriva del anterior y es introducido por la trompeta. Luego regresa el scherzo, con esta vez el violín en su afinación normal. Siguen diversas variaciones. Los timbales inician la sección final destacando los grotescos glissandi de los violonchelos antes de la coda.
El tercer movimiento Ruhevoll, consiste en el adagio con su tema principal iniciado por los violoncelos. Es el alma de Mahler quien nos habla, con un canto sereno, grave y profundo. Siguen varias variaciones del tema. La primera presentada por los violines y la segunda de expresión más dolorosa es presentada por el oboe, seguido por la calidez de los violines. La tercera variación es realizada por los violines en su registro agudo, llevando a la conclusión del tema. El oboe presenta el segundo tema con una expresiva melodía, continuada por los violines en su declamación ascendente. Una nueva melodía aparece en el oboe antes de una sección contrapuntística. Con la intervención del violín solista se regresa al primer tema. El desarrollo del tema es complejo con una nueva serie de variaciones. Destaca una sección que empieza con la intervención de la trompa, a la que se le unen el oboe y el corno inglés en una especie de trio. Finalmente los violines toman su voz con la repetición de su sección del segundo tema. En la parte final el tempo se hace más rápido, con una creciente alegría, para volver al adagio con una sentida frase de las trompas, que nos lleva a la sección de conclusión. Pero cuando se espera que termine calmadamente, aparece un repentino crescendo de la orquesta, con una fanfarria de las trompetas, premonitoria del último movimiento, que nos lleva a la verdadera tranquila coda.
El último movimiento, sehr behaglich, muy cómodamente, emplea el poema “Das himmlische Leben” perteneciente a la colección “Des Knaben Wunderhorn”. El lied fue escrito y orquestado en el año 1892. Este movimiento había sido pensado anteriormente como el séptimo movimiento de la tercera sinfonía, con el título “Lo que me dice el niño”. Es un canto a los goces celestiales. Según el propio Mahler “cuando el hombre, maravillado pero confundido, pregunta que significa todo esto, el niño le responde, así es la vida celeste”.
Empieza con una introducción en la que el clarinete presenta un motivo escuchado en la parte final del anterior movimiento y una idea complementaria. La soprano canta con esta misma melodía los primeros versos
Wir geniessen die himmlischen Freunden
Drum tun wir das Irdische meiden.
Saboreamos las felicidades del cielo
Por esto huimos de lo terrenal
Al final de la primera estrofa una frase mas relajada, de gran lirismo, canta el estribillo. Un pequeño intermedio orquestal lo separa de la segunda estrofa, apareciendo el tema de las campanillas. Lo mismo ocurre al terminar la segunda estrofa y la tercera estrofa que hablan de los placeres del gusto. Sigue un intermedio orquestal con nuevos motivos melódicos en los violines. La soprano canta la última estrofa que presenta los placeres musicales. Los últimos versos son los reproducidos a continuación.
Die englischen stimmen
Enmuntern die Sinnen
Dass alles für Freunden, für Freunden erwacht
Las voces angélicas
despiertan los sentidos
para que todo renazca en alegría
La sinfonía termina con una coda orquestal con fragmentos del motivo inicial del movimiento, finalizando con una nota que se desvanece.
En esta sinfonía Mahler no agregó ningún comentario de carácter descriptivo. Es una de sus obras más líricas, escrita en un lenguaje neoclásico. Es difícil comprender lo que Mahler nos quiso decir con esta obra. Todo está basado en el último movimiento que expresa el bienestar de la vida celestial. El primer movimiento nos trae recuerdos de la vida terrenal, que a través de la muerte expresada en el scherzo, nos conduce hasta el cielo. El adagio nos presenta un estadio de transición, en el que ríe y llora a la vez, como expresó Mahler. A la tristeza de la muerte se une la alegría de conseguir un estado superior, llegando al paraíso, todo expresado en una forma de candidez propia de los niños. Termina con la representación de los placeres celestiales como expresa la canción que forma el último movimiento.
Con esta obra termina el primer ciclo de sinfonías que tratan sobre su vida de héroe. En la primera lo encontramos en busca de la fe, su muerte y resurrección en la segunda, las maravillas de la naturaleza, contempladas de modo panteísta, convirtiéndose en amor universal en la tercera y finalmente cantando en la cuarta, las alegrías de la vida celestial. Todo un viaje en busca de la felicidad, que no había encontrado en la tierra, en la vida futura.
En el año 1901 no escribe ninguna obra sinfónica. Uno de los motivos es una mujer, algo siempre muy importante en la vida del artista. En una fiesta, en noviembre del mismo año, conoce a la encantadora hijastra del artista Carl Moll. Es una muchacha de apenas 20 años llamada Alma Maria Schindler, dotada para la música y muy simpática. Al principio está fascinada por la relación con un director tan famoso, pero termina al cabo de pocos meses, enamorándose de él. Finalmente Mahler se arriesga al pedirla por esposa y la muchacha acepta. El matrimonio se celebra el 9 de marzo de 1902.
Durante el verano siguiente terminará su nueva sinfonía y compondrá uno de los lied más hermosos dedicados a una mujer. Es el titulado “Liebst du um Schönheit”, dedicado a su esposa Alma y que forma parte del ciclo llamado “Rückert-Lieder”. En el mes de noviembre reciben su primer fruto, en forma de una niña a la que llamarán Maria Anna.