Léo Ferré (1916-1993) nació el 24 de agosto de 1916 en Mónaco. Conocido especialmente como cantautor y pianista también compuso una sinfonía, por lo cual le dedicamos un comentario en estas páginas. Al haber compuesto más de cuarenta álbumes originales en un período de 46 años, es el cantautor más prolífico de la lengua francesa. Se definió a sí mismo como anarquista, forma de pensar que inspiró grandemente su obra. Junto con el belga Jacques Brel (1929-1978) y Georges Brassens (1921-1981), es considerado uno de los grandes compositores de la chanson.
Hijo de Joseph Ferré, director del personal del Casino de Monte-Carlo y de Marie Scotto, costurera de origen italiano, junto con Lucienne, dos años mayor que él. Léo Ferré se interesó por la música desde edad temprana. A los cinco años, se unió al coro de la Catedral de Mónaco como soprano. Descubrió la polifonía a través de las obras de Palestrina y de Tomás Luis de Victoria.
Su tío, Albert Scotto, antiguo violinista de la orquesta de Monte-Carlo y director de teatro del Casino, lo hace asistir a las representaciones y ensayos que tienen lugar en la Ópera de Monte-Carlo, que en ese momento era la Meca de la vida musical internacional. Allí escuchó la voz de Fiódor Chaliapin, presencia la dirección de Arturo Toscanini y descubre a Beethoven. Pero aquello que le impresiona más es la presencia del compositor Maurice Ravel en los ensayos de L'enfant et les sortilèges.
A los nueve años ingresa en el colegio cristiano de San Carlos de Bordighera, donde permaneció durante ocho años. Después escribiría sobre su infancia solitaria y cercada en una ficción autobiográfica titulada Benoît Misère (1970). Aumentó su conocimiento sobre la teoría de la música y a la edad de 14 años, compuso el Kyrie de una misa y la melodía para un poema de Verlaine, Soleils couchants. En secreto, leía a los autores considerados subversivos por los padres del colegio, como Voltaire, Baudelaire, Verlaine, Rimbaud o Mallarmé.
De regreso a Mónaco para obtener su título, trabajó como escritor independiente para el periódico Le Petit Niçois, como crítico musical, lo que le permitió acercarse a maestros de orquesta tan prestigiosos como Antal Dorati o Mitropoulos. En esta época descubrió Daphnis et Chloé y el Concerto pour la main gauche, de Ravel, bajo la dirección de Paul Paray, así como el Boléro y la Pavane pour une infante défunte, dirigidos por el compositor en persona.
Se gradúa en Filosofía en el Liceo de Mónaco. Su padre se opone a que entre en el conservatorio de música. En 1935 viaja a París para asistir a la escuela de leyes. Poco interesado en los acontecimientos políticos de su época, continúa sus lecciones de piano de manera autodidacta, al mismo tiempo que madura en su redacción. Con una licenciatura en Ciencias Políticas regresa a Mónaco en 1939, un año antes de ser reclutado. Es asignado a la infantería y dirige un grupo de tiradores argelinos. Su vocación como compositor se afirma después de este momento.
En 1940, con motivo de la boda de su hermana, escribió un Ave María para órgano y violonchelo y comienza a componer la música para canciones escritas por un amigo suyo. Con este material se presenta por primera vez en público, el 26 de febrero de 1941, en el Teatro de Bellas Artes de Monte-Carlo, bajo el nombre de Forlane. Sus primeros textos personales datan de este año. Al final de un concierto en Montpellier donde se presentaba el cantante Charles Trenet (1913-2001), Ferré le cantó tres de sus canciones, pero Trenet le aconsejó que no cantara y que se contentara con escribir para los demás.
En 1943, René Baer le confió la letra de canciones que serían un éxito después, La chanson du scaphandrier y La chambre. El mismo año, Ferré se casa con Odette Shunck, a quien conoció en Castres, en 1940. La pareja se muda a una granja en Beausoleil, en las colinas de Mónaco. En 1945 Ferré conoce a Édith Piaf, que le anima a probar suerte en París.
A finales del verano de 1946, Léo Ferré se trasladó a la capital. Consiguió un acuerdo por tres meses para cantar en el cabaret Le Boeuf sur le Toit, donde se acompañó con el piano. Formó amistad con el cantautor Jean-Roger Caussimon (1918-1985), a quien le preguntó si le permitía convertir su poema A la Seine en una canción. Juntos compusieron varias canciones especialmente apreciadas por su público, como Monsieur William (1950), Le temps du tango (1958), Comme à Ostende (1960) y Ne chantez pas la mort (1972).
En abril de 1947, Ferré se comprometió a una gira en Martinica, que terminó siendo un fracaso y confirmó su aversión a viajar. Sin dinero, tuvo que trabajar seis meses para volver. A su regreso, comenzó a frecuentar a los anarquistas españoles exiliados durante la dictadura de Franco. Esta alimenta su visión romántica de España, que lo inspiraran para escribir Le bateau espagnol y Le flamenco de Paris.
Este periodo fue difícil emocional y financieramente. Durante siete largos años tuvo que conformarse con compromisos episódicos en los diferentes bares de la ciudad como Les Assassins, Aux Trois Mailletz, L'Écluse, Le Trou, Le Quod Libetel o Milord l'Arsouille, los últimos tres dirigidos sucesivamente por su amigo Francis Claude, junto con quien escribiría varias canciones, incluyendo La vie d’artiste (1950), haciendo eco a su reciente divorcio de Odette.
Terminó después de diversas dificultades conseguir una buena reputación, llegando sus canciones a la voz de algunos de los artistas de la época: Édith Piaf, Henri Salvador, Giraud Yvette, Les Frères Jacques. Pero fue en la cantante Catherine Sauvage que él encuentra a la embajadora más leal, apasionada y persuasiva de su obra.
En 1950 había compuesto la música para su ópera inédita "La Vie d'artiste" y alguna obra más con las que también se familiariza con la dirección orquestal. Estudió composición, armonía y orquestación de modo autodidacta
"La Chanson du mal-aimé" es un oratorio compuesto entre 1952 y 1953 sobre el poema del mismo nombre de Guillaume Apollinaire (1880-1918). Escrito para cinco voces solistas, coro y orquesta se estrenó en la Ópera de Monte-Carlo el 29 de abril de 1954. Realizó en 1972 una versión para voz solista, la del propio compositor y orquesta. Esta versión posee un carácter más personal, aunque las voces más agudas son suplidas mediante recitativos, pero conservando la orquestación completa.
Inspirado en la fallida relación romántica de Apollinaire con Annie Playden, este poema lírico y onírico pasa por muchos climas diferentes. El tono dominante, sin embargo, es el de un lamento, el poeta navegando entre arrepentimientos, ensoñaciones reconfortantes y la dura aceptación de un presente doloroso. En tres ocasiones se desvía radicalmente de este tono. El bucolismo medio irónico mitad ingenuo de Aubade, la burla sobre la agresividad de la Respuesta de los cosacos de Zaporozhia al Sultán de Constantinopla[1], junto a la poesía hermética de las Siete Espadas. Tres momentos que son como poemas dentro del poema.
Apollinaire es un poeta al que Ferré admira y aprecia mucho, por el que se siente en deuda. Comparte con él afinidades obvias, tanto sentimentales como psicológicas y literarias. Apollinaire vivió y estudió en Mónaco, vivió como un no amado. Quizás Ferré buscó entonces a través de este reconocido poeta y de este poema de gran dimensión un libreto que parecía indiscutible a los ojos de los directores de salas y comités decisivos.
Pero no le sirvió de nada, pues el comité de música de la Radiodifusión Francesa conservará el manuscrito de su partitura durante seis meses, desde abril hasta octubre de 1953, para no admitirlo, sin haberse tomado la molestia de abrir dicho manuscrito. Ferré se verá afectado por este desprecio, así como por la falta de apoyo del director de programas Paul Gilson, miembro del jurado del Premio Guillaume-Apollinaire. Sin embargo, finalmente pudo vengarse al obtener por otros medios la Orquesta de la Radiodifusión para grabar su oratorio en disco en 1957.
La “Symphonie interrompue" (À la recherche d'un thème perdu) compuesta en 1954 en tres movimientos, se estrenó el 29 de abril de 1954 en la Ópera de Monte-Carlo bajo la dirección del propio compositor. Escrita para orquesta sinfónica utiliza una soprano que vocaliza sin texto en el último movimiento.
El 17 de diciembre de 1953, el príncipe Rainiero III de Mónaco escuchó cantar a Ferré en el cabaret Arlequín en Saint-Germain-des-Prés. Empujado por su esposa, Ferré fue a saludarlo y le pidió su ayuda para dar vida en el escenario al oratorio, que acababa de componer sobre el poema La Chanson du mal-aimé de Guillaume Apollinaire. Después de escuchar la obra en una reducción para voz y piano en la casa de Ferré, el monarca decidió hacer de mecenas a su compatriota poniendo a su disposición la Ópera de Montecarlo y su orquesta, con la responsabilidad de que él encontrara cantantes y dirigiera los ensayos, ya que Ferré deseaba sostener la batuta.
La interpretación pública estaba fijada para el 29 de abril de 1954 y como el oratorio duraba unos cuarenta y seis minutos, lo que se consideraba un poco corto para un programa de concierto, Ferré fue invitado a componer rápidamente una obra complementaria, la Sinfonía interrumpida.
Está instrumentada para piccolo, tres flautas, tres oboes, corno inglés, tres clarinetes, bajo clarinete, tres fagots, contrafagot, cuatro trompas, tres trompetas, tres trombones, tuba, percusión, voz de soprano solista, arpa, piano y cuerda.
Según el compositor el tema de la sinfonía interrumpida es el de un músico que busca desesperadamente un tema perdido ... podría ser una canción de cuna infantil. Continuamente es interrumpido por los instrumentos, que solo quieren obedecer a temas extraños. La melodía esperada aparece al final.
El primer movimiento, allegro deciso, empieza con un tema decidido acompañado por los tambores. Un segundo tema melódico es interpretado por el corno inglés. Siguiendo una forma sonata libre los temas se desarrollan llegando a momentos de tensión dramática terminando con su recapitulación.
El segundo movimiento, andante, largamente - scherzo, molto marcato - andante, tragico, combina el movimiento lento con el scherzo. Empieza con la presentación del tema lírico mediante la madera, que después de un amplio desarrollo enlaza directamente con un breve motivo rítmico, para regresar al desarrollo del tema inicial pasando por momentos con cierto carácter dramático.
El tercer movimiento, allegramente, presenta un marcado tema rítmico acompañado por la percusión, interrumpido diversas veces por un motivo lírico que no logra desarrollarse. Finalmente después de un último ataque de la percusión la voz de la soprano nos presenta el tema claramente, una especie de lírica canción de cuna, que es continuada por la orquesta. La voz de la soprano nos conduce a la coda.
Una sinfonía escrita en un lenguaje claramente tonal, escrita en una época dominada por la música experimental de carácter atonal, que despreciaba toda forma melódica. A pesar del éxito conseguido en su estreno la obra no fue nuevamente interpretada hasta el siglo siguiente.
Léo Ferré posee una amplia colección de canciones que se han convertido en emblemáticas como L'Affiche rouge, Est-ce ainsi que les hommes vivent?, Les Copains de Neuille, Thank you Satan o Je chante pour passer le temps sobre un poema de Louis Aragon, editada por primera vez en 1961. La canción Paris-canaille fue la que lo lanzó a la fama.
"Avec le temps", escrita y compuesta en 1969 es una de sus canciones más nostálgicas, que llega a conmovernos hasta las lágrimas. Grabada en octubre de 1970, fue una de sus canciones más reconocidas, Debido a su inmediato éxito, volvió a aparecen en 1972 en una compilación del cantante bajo el título Les Chansons d'amour.
Léo Ferré, el cantautor revolucionario, anárquico, inspirado y gran amante de Beethoven, nos dejó su impulso explosivo al poner la música, la gran música, al alcance de todos. Como se puede también constatar en 'Muss es sein', escrita para gran orquesta sinfónica, coro y narrador.
Léo Albert Charles Antoine Ferré murió en Castellina in Chianti, en la Toscana cerca de Siena, en Italia; el 14 de julio de 1993.
[1] Poema empleado también por Shostakovich en su Sinfonía 14. (Las Sinfonías de Shostakovich)