Paul Le Flem (1881-1984) nació el 18 de marzo de 1881 en Lezardrieux, un pequeño puerto de Bretaña entre Paimpol y Tréguier, donde vivió la mayor parte de su vida. Habiendo perdido su madre a los cuatro años y a su padre a los doce el niño se refugió en la música, escuchando las canciones marineras, la banda y la música de la iglesia.
Estudió mediante una beca en el liceo de Brest. Preparándose para una carrera en Navales recibió enseñanzas musicales de armonía de Farigol, director musical de la flota. Compone sus primeras obras para piano, como el vals bretón "Les Korrigans" en 1896 sobre dichas mágicas criaturas bretonas. Envió un poema sinfónico para piano titulado "Éponine et Sabinius" en 1897 a Guy Ropartz director del Conservatorio de Nancy el cual le animó a continuar sus estudios musicales.
No pudiendo continuar sus estudios navales por problemas de visión se trasladó a París donde se matriculó en la Sorbonne para realizar estudios de filosofía y en el Conservatorio de París, donde en 1899 estudió con Lavignac y Widor.
Decepcionado por las enseñanzas académicas del Conservatorio trabajó con Vincent d'Indy y Albert Roussel en la Schola Cantorum, al cual más adelante en 1933 sucederá en la clase de contrapunto, donde tendrá alumnos como Erik Satie o André Jolivet. Licenciado en Filosofía por la Sorbonne se traslada en 1902 durante 18 meses a Rusia, donde ejercerá de preceptor. Allí encontrará a Gorki, Tchekov y Rimsky Korsakov, que junto con Debussy era uno de sus compositores favoritos.
A su regreso a Francia compone obras de música de cámara tan notables como el "Quinteto en mi menor para piano y cuerdas" o la "Sonata en sol menor para violín y piano" ambas compuestas en 1905. Su música es el resultado de la combinación de la poesía de Debussy con la técnica de Vincent d'Indy, junto con la influencia del folclore bretón, dado por su origen celta.
Su música está muy influenciada también por el paisaje de su Bretaña natal como se puede observar en sus obras para piano, como "Par landes" y "Par grèves", ambas escritas en 1907.
La “Sinfonía Nº 1 en la mayor” fue terminada en 1908, pero no fue estrenada en su totalidad hasta 1928 en los Concerts Straram. Su éxito le valió entonces ser repetida en Copenhague, Nancy y Estrasburgo bajo la dirección de Ropartz.
La Sinfonía atestigua una búsqueda de la belleza sonora pura, que ha aprovechado el ejemplo de Debussy. La armonía es rica y voluptuosa, La muy extensa orquestación con madera por triplicado, tuba, dos arpas, piano, glockenspiel, le permite buscar un timbre de gran finura y algunos efectos del scherzo o del finale anticipan sorprendentemente la Orquesta de los Pinos de Roma de Respighi.
El primer movimiento, lent, animé, empieza con una introducción lenta presentando el tema principal de la sinfonía. El corno inglés interpreta dicho tema de carácter melancólico, que pronto es repetido por el oboe, una larga cantinela que parece describir la infinita ondulación del paisaje armoricano. Un tema que nos recuerda el de la Sinfonía Cévenole de Vincent d'Indy. El tema pasa de un modo más animado a las maderas. La exultación juvenil pronto cede ante dos fragmentos estáticos, surgiendo en el paisaje armónico como dos vías de escape a esta infinitud. Después de la recapitulación, en el epílogo los susurros de la naturaleza se disuelven gradualmente en el silencio.
El segundo movimiento, lent, escrito en forma lied de modo libre, nos describe con una serenidad paradisíaca un paisaje marino, un soplo de mar abierto en calma, alcanzando un par de picos de intensidad apoyados por los metales. Música de carácter impresionista con intervención acusada de solos de la madera y secciones de la cuerda. Termina con la tranquilidad inicial.
El tercer movimiento, scherzo, assez animé, sugiere un bosque legendario. Empieza con una llamada inicial de las violas alternando con un glissando del arpa. La ligera pulsación de los acordes de la cuerda sugiere la agitación furtiva de los escurridizos habitantes del bosque, hadas y sílfides. Los períodos de calma son, como en el primer movimiento, la ocasión donde Le Flem se revela como un maestro de la orquesta impresionista;
El trío de gran amplitud nos presenta un motivo melancólico mediante la madera. Llamadas de las trompas, arpegios de arpas, glockenspiel, trémolos de las cuerdas divididas, es como un segundo poema sobre la naturaleza, en respuesta al movimiento lento. Finalmente se reanuda brevemente la primera sección del scherzo para terminar con una tranquila coda.
El cuarto movimiento, finale, assez animé, nos devuelve al mundo de los humanos mediante una danza rústica invitando a una verdadera bacanal campesina. Se alterna con episodios de una increíble profusión melódica y rítmica, tomados prestados del scherzo o de piezas de la misma época, como Par grèves, para piano.
La naturaleza sigue siendo el telón de fondo de estas celebraciones. Los intermedios de repente proporcionan una perspectiva sobre el mar soleado, cuyos brillos se disipan en los episodios de sonido fluido de la orquesta, mediante el glockenspiel, piano y arpa. La música se incrementa gradualmente. Pronto las danzas del finale y de las hadas del scherzo se superponen al glorioso himno de los metales, correspondiente al motivo generativo inicial, en una apoteosis radiante de alegría y esplendor.
A la solidez de construcción Le Flem añade cualidades evocadoras y un color que hacen de su contribución al género una obra única, a medio camino entre la sinfonía, la rapsodia y el poema sinfónico. Sin poseer un programa explícito, esta música tiene un lirismo narrativo que hace referencia al páramo y bosque bretón, saturado de leyendas y misterio, sobre el que se cierne el poderoso camino del océano. Durante su infancia, Le Flem había escuchado los aedes recitando las sagas celtas; a su vez con su música sería un bardo y la Sinfonía en la podría titularse fácilmente Sinfonía Celta.
El material utilizado por Le Flem también confirma esta pertenencia al mundo celta. El tema del Finale, un auténtico tema bretón, fue recogido por el joven compositor en Braspartz, en los Monts d'Arée. Tres años después de la Sonata para piano y violín, la Sinfonía es ya una obra madura, donde se afirma una impecable maestría técnica, puesta al servicio de una inspiración generosa y muy personal. El compositor formado en la escuela de Vincent d'Indy se esmera en el trabajo contrapuntístico de los motivos, lo que asegura la sólida construcción del edificio. La originalidad y riqueza de la armonía y la orquestación también señalan al poeta que escucha al mundo y la naturaleza, ansioso por encontrar en su belleza el equivalente sonoro más perfecto. De este modo Le Flem sabe milagrosamente cómo reconciliar el ideal de Debussy de libertad, con el de la Schola Cantorum.
La línea melódica tiene la inocencia de una canción popular. pareciendo a cada paso inventar un folclore imaginario. Esta impronta se refleja en giros melódicos pentatónicos específicos de la música bretona.
El amor que sentía a su joven esposa Jeanne, le inspiró su primera obra lírica, una versión de la fábula cantada "Aucassin et Nicolette", que compuso en 1908. Desgraciadamente dos de los hijos del compositor murieron en su infancia y a su memoria compuso el poema sinfónico "Pour les Morts" en 1912 para piano, que luego orquestó en 1920. También las "Sept Pièces enfantines", escritas originalmente en 1912, fueron orquestados algunos años más tarde en 1920.
Antes de la Primera Guerra Mundial, Le Flem produjo además varias obras importantes. La "Fantasía para piano y orquesta" compuesta en 1911, que utiliza un canto bretón como generador de su tema principal y una ópera "Le rossignol de St-Malo" (El ruiseñor de St Malo). La guerra puso fin temporalmente a sus actividades de composición y en sus secuelas se dedicó a la crítica musical y a la dirección coral. Escribió numerosos artículos para el periódico Comoedia.
En 1938 comenzó a componer de nuevo. "La magicienne de la mer" (La Maga del Mar) escrita en 1947 es su segunda ópera, basada en la leyenda de la ville d'Ys[1]. Utiliza un lenguaje más moderno representativo de la segunda fase de composición, con el uso de la politonalidad y la atonalidad. El compositor extrajo dos interludios sinfónicos de la misma para ser interpretados en concierto.
También compone bandas sonoras para el cine, entre ellas destaca "Le Grand Jardinier de France" compuesta en 1942 para un cortometraje de Jean Tedesco. Otra de sus bandas sonoras es "La Côte de Granit Rose" escrita en 1954.
La “Sinfonía Nº 2” fue compuesta entre 1956 y 1958, siendo estrenada el 15 de septiembre de 1958 interpretada por la Orchestre National de la RTF dirigida por Georges Tzipine y después se presentó el 22 de noviembre en Lisboa, interpretada por la Orquesta Sinfónica Nacional de Portugal. No conocemos los nombres de los movimientos. Solo existe una grabación bastante defectuosa de un concierto en directo.
El primer movimiento, empieza con un tema rítmico potente y agresivo de carácter disonante. Escrito en una forma sonata de carácter libre, alterna con un segundo tema más moderado de características atonales. La música tiene un carácter bastante épico.
El segundo movimiento, corresponde a la sección lenta de la sinfonía, presentando un tema lírico con bastantes disonancias, que se desarrolla ampliamente. Usando unas texturas bastante transparentes expresa un sentimiento eminentemente dramático.
El tercer movimiento, es un allegro que presenta un primer tema de carácter bastante agresivo sin tonalidad definida, alternando con episodios más calmados. Como en el primer movimiento predomina un cierto carácter épico.
El estilo de sus últimas sinfonías corresponde a la segunda etapa del compositor, un lenguaje moderno más agresivo, sin poseer una tonalidad definida, con muchas disonancias, lo cual ha hecho que estas obras no hayan alcanzado la deseada difusión.
La “Sinfonía Nº 3” fue terminada en 1967 y se estrenó en 1970 dirigida por Georges Tzipine. Tampoco conocemos los nombres de sus cuatro movimientos. Como la anterior no existe ninguna grabación comercial de la misma.
El primer movimiento, siguiendo el estilo de su segunda etapa compositiva, presenta un tema anguloso y bastante agresivo que se desarrolla brevemente. Un segundo tema más tranquilo de carácter atonal presenta el adecuado contraste.
El segundo movimiento, es lento con carácter expresivo impresionista, que va aumentando progresivamente su intensidad, pero sin presentar una melodía definida con claridad, terminando desvaneciéndose.
El tercer movimiento, corresponde a un scherzo de carácter rítmico. Después de un trío poco definido dominado por la cuerda con fragmentos en pizzicato, reaparece la sección rítmica. Una obra difícil de apreciar en primera audición
El cuarto movimiento, constituye el allegro final formado por dos temas contrastantes, que se van alternando, uno de carácter rítmico sin poseer una tonalidad definida y un segundo atonal más tranquilo. Una tranquila coda cierra la obra.
La “Sinfonía Nº 4” fue compuesta entre junio de 1971 y noviembre de 1972. Está dedicada a Marcel Landowsky. Continúa en la serie de obras representativas de la segunda etapa compositiva de Le Flem, en el que su estilo se ha vuelto más disonante.
El primer movimiento, modérément, animé, presenta un carácter enérgico mediante timbres orquestales duros, un ritmo acelerado y un alto grado de disonancia. Muestra un gran contraste entre sus temas, terminando con una coda con potente carácter rítmico.
El segundo movimiento, lent, con un carácter muy opuesto al anterior, nos presenta un paisaje marítimo bañado por el sol, comunicando el aliento vigorizante del mar abierto. Empieza lentamente con un carácter misterioso y va adquiriendo fuerza dinámica, pero sin poseer una clara melodía. Después de llegar a un pequeño clímax la música se desvanece.
El tercer movimiento, modérément, animé, renace con los ritmos de danza tan estimados por el compositor. Ritmos enérgicos alternan con secciones más tranquilas, escritas usando un lenguaje bastante duro y disonante.
Le Flem no abandonó la composición hasta que finalmente se viera obligado a renunciar en 1976, a la edad de 95 años, debido a la ceguera. Murió el 31 de julio de 1984 a la edad de 103 años.
Habiendo tenido una larga vida Pau Le Flem nos ha dejado una obra abundante y variada. Además de sus sinfonías, escribió música orquestal evocadora como los poemas sinfónicos "En Mer" (en el mar), "Les Voix du Large" (La voz del mar abierto) de 1911, "Orphée et Eurydice" de 1897, "Le Village" de 1943, "Jeux de mouettes" de 1957, el ballet en un acto "Kercado" de 1933 y una "Pièce de concert pour violon et orchestre" de 1964.
También ha dejado numerosas partituras inéditas como un "Réquiem" de 1896, un "Lamento" para coro mixto a capella de 1920 y los "Préludes pour orchestre" de 1979.
Paul Le Flem, con su esposa Jeanne, fueron abuelos de la actriz Marika Verde y bisabuelos de la actriz Eva Green mediante su hija, Jeanne, que se casó con el periodista sueco Lennart Verde.
El periodo de olvido que lo ha afectado durante tanto tiempo parece que termina y podremos sin duda pronto apreciar en su justo valor a este, según dice Michel Lemeu, acuarelista de la música.
[1] Véanse algunas notas sobre dicha leyenda en la Sinfonía 2 de Emmanuel