Gustav Mahler (1860-1911) nace cuando la música romántica llega a su máximo grado de expresividad. Parece que la sinfonía ha alcanzado su límite de desarrollo y que no es posible seguir por este camino. Esto lo comprende su admirador Schönberg, que si en sus primeras obras sigue el camino marcado por Mahler, pronto da un giro extraordinario llevando a la música a un nuevo siglo.
Sin romper con la tonalidad pero llegando a sus límites, Mahler compone una música que siempre busca lo trascendente, como expresión de sus ideas más profundas difícilmente resueltas. Podemos decir que pertenece a un periodo de transición.
El empleo de melodías sublimes junto con otras surgidas del pueblo, al parecer más triviales o grotescas en muchos casos, lo abre a las ideas que imperarán en la música del siglo XX, durante el cual se separarán las diferentes tendencias. Por una parte la música vuelve al pueblo, llegando a una etapa de predominio puramente comercial, mediante una música ligera la mayoría de veces poco imaginativa y por otra los compositores más progresistas y según ellos más cultos, se separan del público, escribiendo una música atonal de difícil comprensión para los melómanos que llenan las salas de concierto.
Lo incluimos entre los compositores austríacos a pesar de haber nacido en Bohemia, debido a su formación germánica, con el alemán como lengua nativa y su vida transcurrida en Viena. Una frase del propio Mahler nos puede dar idea de sus sentimientos “Soy tres veces apátrida, como nativo de Bohemia en Austria, como un austriaco entre los alemanes y como un judío en todo el mundo”.
La vida y obra de Mahler se ha redactado en un página especial. Por esta razón en estas páginas dedicadas a la Sinfonía en Austria no se repetirá dicho ensayo. Los interesados pueden consultar todos los datos en la página "Mahler, la expresividad en la sinfonía romántica" revisada en el mes de mayo de 2012.