Agustín González Acílu (1929-) nació en Alsasua, Navarra, el 18 de febrero de 1929. Comenzó sus estudios musicales en su ciudad natal, continuándolos en Madrid con Julio Gómez y Calés Otero. Después de una ampliación de estudios en Italia, Francia y Alemania, fue Profesor de armonía en el Conservatorio Superior de Música de Madrid.
Gana el Premio Samuel Ros con "Sucesiones superpuestas" obra compuesta en 1962 para cuarteto. Escribe obras de tipo experimental que intentan romper los límites establecidos por la escala temperada. Entre ellas se encuentra "Contracturas" para conjunto instrumental de 1966.
Se interesa por la música vocal, estudiando la fonética de los textos para extraer consecuencias sonoras y formales. El castellano y el vascuence se interaccionan en el "Oratorio panlingüistico" de 1970 con el que gana el Premio Nacional de Música en 1971, volviéndolo a ganar en 1998.
La “Sinfonía Nº 1" fue compuesta en 1990. Está dividida en tres movimientos que se suceden sin interrupción.
La “Sinfonía Nº 2" fue compuesta en 1995. Se estrenó interpretada por la Orquesta de RTVE, bajo la dirección de Arturo Tamayo, el 29 de enero de 2009 en el teatro Monumental de Madrid.
Está orquestada para tres flautas, dos doblando flautín, tres oboes, uno doblando corno inglés, tres clarinetes, tres fagots, uno doblando contrafagot, cuatro trompas, tres trompetas, tres trombones, tuba, cinco percusionistas empleando xilófono, vibráfono, timbales, tambor, caja, bongos, temple-blocks, triángulos, platos, yunques, cascabeles, látigo, cencerro y la sección de cuerda.
Se trata de una obra de música experimental difícil para el oyente. Por ello creemos necesario realizar una pequeña explicación evolutiva. Los músicos del pasado lo tenían muy fácil, solo tenían que escribir una serie de notas dentro de una tonalidad, que marcaba una jerarquía armónica. Al desaparecer la tonalidad se intentó buscar una nueva jerarquía. Para ello se desarrollaron las técnicas dodecafónicas y las del serialismo integral. El compositor tenía que aceptar unas nuevas reglas que le facilitaban el trabajo.
Al desaparecer la tonalidad y el serialismo solo quedaba el timbre, pero la composición tímbrica tenía un camino de corto recorrido. La investigación iniciada por González Acilu lo llevaba hacia un nuevo camino. El llamado sistema de potenciales.
Busca la relación objetiva de un sonido con los otros. Un sistema compositivo basado en la potencialidad de atracción de los sonidos. Este sistema lo ha desarrollado a partir de muchas obras y lo aplica en esta sinfonía. No sigue las corrientes actualmente de moda, ni los criterios artísticos del público a que está destinada. Sigue sus tendencias estéticas de modo firme.
Según el compositor la memoria es muy importante en la música, según comenta. Un pintor pinta sobre un lienzo, un escritor escribe sobre el papel, y nosotros los compositores estamos esculpiendo la memoria, organizándola.
Otro concepto utilizado por el músico es el de entropía. Si un hecho sonoro duro, nuevo, se repite, se arraiga en nuestra memoria, entonces pierde fuerza, se ablanda, pierde su energía. La entropía en música significa que ocurran determinados hechos sonoros en un tiempo concreto, cantidad de información por unidad de tiempo. Así, entropía, memoria y técnica se convierten en el pensamiento del compositor en las herramientas principales de trabajo, de forma simultánea.
El primer movimiento, allegro non molto, empieza con un do al unísono interpretado por las trompetas, siguiendo luego una línea atonal en forma de fanfarria a cargo del viento. El tratamiento orquestal como se verá a continuación es de carácter monotímbrico o sea que los diversos fragmentos son interpretados por instrumentos de la misma familia. Los temas aunque es difícil reconocerlos son de tipo recurrente derivando unos de otros. El movimiento termina con un nuevo do al unísono de todos los instrumentos, que enlaza sin pausa con el movimiento central.
El segundo movimiento, adagio, contrasta con el anterior por su naturaleza dinámica de carácter introspectivo y soñador. El uso de la cuerda es fundamental en este movimiento, que posee una menor densidad instrumental. La sensación que produce al espectador es el de una mayor estabilidad armónica. Termina con una nota sostenida que enlaza sin pausa con el último movimiento.
El tercer movimiento, allegro, posee una mayor complejidad, tanto rítmica como melódica. El uso de los metales y de la percusión se incrementa. Desde su comienzo notamos un aumento de la disonancia y un incremento de las formas rítmicas. Los ritmos sostenidos por la percusión predominan, aumentando el dinamismo acústico. Continuamos observando el carácter monotímbrico de la orquestación. Un incremento del ritmo nos conduce a la coda, terminando con un nuevo do al unísono.
Debido a su complejidad no realizamos un verdadero comentario técnico. Los entendidos en música pueden consultar el excelente trabajo realizado por Jesús Echeverría sobre esta sinfonía[1].
En el libro, Agustín González Acilu. La estética de la tensión, escrito en 1995 por Marta Cureses de la Vega se analiza su estilo como compositor. En el año 2009 recibe el Premio Príncipe de Viana de la Cultura de manos del Príncipe de Asturias.
Un compositor que realiza una música de signo progresista, que siendo de carácter experimental se aleja de los rígidos principios dodecafónicos, buscando nuevas relaciones sonoras que realzan el sentido de la memoria sonora, algo muy importante en la música.
[1] http://www.euskomedia.org/PDFAnlt/musiker/18/18187215.pdf